Ya no más machismo y misoginia a ultranza; las féminas en días pasados levantaron su voz: para nada seguir por ese camino de la discriminación de género que presenta a nuestro país como un territorio retrasado y bárbaro. A propósito de este asunto, estoy leyendo una novela interesante de Enrique Serna donde exhibe a un misógino, a un ente repugnante que se desempeñó en el campo del periodismo, siendo un súbdito fiel de los poderosos del siglo pasado y que en su intimidad se caracterizó como un patán cobarde y agresivo contra el sexo opuesto. En el texto “El vendedor de silencio”, donde el personaje central es Carlos Denegri, el autor precisa: “La personalidad pública de Denegri es indisociable de las atroces vejaciones misóginas que cometió en su vida privada. Era tan prepotente y déspota en el trato con las mujeres como en el periodismo, de modo que su patología fue a la vez íntima y social…” Es o representa tal libro un referente indigno que habrá que erradicar paulatinamente, en pro de un devenir igualitario, plural, incluyente y civilizado.
De las obras y realizaciones literarias de Enrique Serna destaco dos que “me atraparon” por la manera magistral con que el autor reseña los aspectos más significativos de los protagonistas correspondientes, me refiero a las novelas “El seductor de la patria” y “El vendedor de silencio”, donde tanto Antonio López de Santa Ana, como Carlos Denegri son expuestos ante los lectores como seres de carne y hueso, con sus fortalezas y sus ignominias y perversidades. Por cierto resalto que el comunicador Denegri fue en la media centuria del siglo XX el líder de opinión más influyente de nuestro país; se desempeñó como conductor de programas de noticias que hacían temblar a la clase política de esa época; se decía de él que era tan peligroso como el arsénico y el más vil de los reporteros. Sagaz, intuitivo, inteligente y astuto; vendía su pluma al mejor postor, así como se agenciaba buenas ganancias con las alabanzas a determinados hombres públicos, lograba pagos excelentes por su silencio, pues callaba y se hacía omiso a informaciones altamente perjudiciales para los políticos encumbrados. Individuo controvertido, a veces caballeroso, desprendido, galante y afable; en otras ocasiones, pendenciero, cicatero, innoble, misógino. Alcoholizado era un verdadero peligro, ofendía, golpeaba y amenazaba con arma de fuego. Ser bestial, víctima de sus demonios y proclive a la autodestrucción.
Mucho se podría apuntar sobre las actividades mediáticas y personales del abominable Carlos, pero en razón de espacio sólo haré alusión a algunas de sus virtudes y de sus fechorías. Era el reportero estrella del diario nacional Excélsior y poseedor de una nutrida red de contactos nacionales e internacionales, entendía que tener información privilegiada era tener poder; era políglota y columnista sin
escrúpulos, “industrializó” el famoso chayote, o sea el pago debajo de la mesa, el cochupo, el embute, sea para afamar o para difamar. Eficiente, trabajador, corrupto y traicionero. En su Fichero Político podría despotricar u ofender a cualquiera, “cargarle culpas” al disidente, al adversario, endilgarle “milagros” a quien determinaran las autoridades superiores. Un descolón o “coscorrón” en tal columna representaba un castigo, una “temporada en el infierno” para cualquier aludido, aspirante a un desempeño público. Denegri, ese anticristo del periodismo, sirvió más de 5 lustros cortesanamente al partido hegemónico y estuvo en la nómina oculta oficial de cuatro Presidentes de la República, siendo el vocero mimado de Miguel Alemán, el Cachorro de la Revolución.
Cobrador insaciable por sus servicios, ganó millones por proyectar alabanzas, pero amplió su patrimonio material y financiero a través de la extorsión soterrada, colocando en el baúl de sus secretos y registros lo que sabía de sus poderosos clientes. Antes de culminar el comentario, es de reconocerse que Enrique Serna realiza un estudio serio de una etapa oscura de nuestro país, circundada por la corrupción, las injusticias y el abuso de poder. La novela en cuestión es una radiografía incisiva y mordaz, sustentada en un laborioso y arduo trabajo de investigación. Hay que leer tal texto que versa sobre la hipocresía del periodismo mexicano durante la dictadura tricolor, donde Denegri fue la figura emblemática.
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Atentamente
Profr. Jorge E. Lara de La Fraga |
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