Llegó el invierno y varios de nosotros, con más de siete décadas a cuestas, ya no nos cocemos “al primer hervor”; empiezan las temperaturas frescas a inundar el ambiente, los árboles renuevan sus frondas y los seres de la tercera edad reflexionan y rememoran, queriendo aportar ciertas enseñanzas a las generaciones nuevas. Así que en este espacio me olvido un momento de toda la avalancha de acontecimientos que suceden en el país y me ubico en cuestiones específicas de la vida diaria, donde el individuo tiene que asumir compromisos y actuar de determinada manera para alcanzar logros y obtener respuestas vitales. En ese tenor, me atrevo a enlistar algunos personales puntos de vista y ciertas observaciones y recomendaciones de colegas, esperando que todo ello sea de utilidad a los interesados. Empecemos:
– Aprende a bastarte a ti mismo, tanto en el arreglo de tus cosas como en la resolución de tus problemas… Sé en todo tú mismo; salga bien, regular o mal lo que emprendas; sólo tú serás responsable de todo y ese es el ejercicio necesario que te capacitará para ser el edificador de tu propia vida.
– No te humilles para obtener un favor. No te arrastres ante el poder o ante el que domina con falsedades. Si eres humilde de cuna, no te avergüences de tu origen y piensa que puedes llegar a lo más alto por tu esfuerzo. No eches sobre tu existencia la mancha de una bajeza o de una ruindad; preserva tus ideales y tus valores; no seas víctima de las debilidades mundanas.
– Trabaja con honestidad siempre, ten el orgullo de ser útil. No te vanaglories de lo que otros hayan hecho para ti o quieras sacar utilidad de los esfuerzos ajenos, apropiándotelos como tuyos. Laborando honradamente, sin invadir terrenos que no te pertenecen, saldrás siempre airoso y satisfecho.
– No odies; el odio ahoga la inspiración, embota al entendimiento y adormece los sentidos. El ser sano de sentimientos construye; el resentido o vengativo destruye. Luchando contra los escollos que te presente la vida, te haces vigoroso, te salvas y puedes salvar a los demás.
– No olvides que es joven siempre el que sueña en un mundo mejor, el que no abdica de sus ideales, el que siente las penurias ajenas circundantes, el que piensa en proyectos viables y el que anhela mejores amaneceres.
– Hay que actuar arropado en buenos propósitos, con altura de miras y pugnando por beneficiar a los demás, especialmente a los más necesitados y a los que dependen de uno. Se debe hacer el bien por la simple alegría de hacerlo, sin esperar recompensa alguna al respecto.
– Aprovecha las oportunidades que las circunstancias te proporcionan; recuerda que todos tenemos opción para salir triunfantes y que muchos no nos atrevemos a
proceder en el momento oportuno y nos cerramos las puertas o ventanas de la superación. En buena medida, el ser humano es el constructor de su propio destino y en tales términos no se vale echarle la culpa a las circunstancias o a la mala suerte.
– Lee e infórmate mejor de las cosas que acontecen a tu alrededor; no te conformes con lo que veas o escuches en la televisión o en la prensa. Es saludable acudir a varias fuentes para obtener tus propias conclusiones. Procura, por otra parte, mejorar en tu expresión oral y escrita y ello sólo lo puedes alcanzar a través del ejercicio mismo y con textos apropiados que enriquezcan tu vocabulario y que te permitan vislumbrar promisorios horizontes culturales.
– Evita solazarte con las deficiencias de los demás; los sarcasmos y las burlas lesionan profundamente y propician resentimientos. Asimila en todo momento que la cortesía y la tolerancia aportan mejores dividendos. Es pertinente estar consciente de tus fortalezas y debilidades, para reconocer con sinceridad, objetividad y entereza el mérito de tus semejantes.
– Sé perseverante en la actividad que escojas, compórtate de manera responsable y procede con honorabilidad. Puedes llegar a desempeñarte en una carrera profesional o en un oficio; en cualquier caso el individuo diligente, cumplido en sus tareas y probo, tendrá las puertas abiertas de las labores vivificantes. Bien poco es apreciada una “persona brillante”, cuanto arrastra o trae a cuestas la molicie, la autosuficiencia y las “malas artes”.
No quisiera terminar sin antes incorporar un mensaje que una buena madre expresa a su vástago, con motivo de las fechas patrióticas que celebramos cada año: “Hijo mío, reconoce del pasado los ejemplos gloriosos; el pasado sólo sirve en lo que tiene de ejemplar. No veneres el pasado únicamente porque no lo conociste, trata de comprenderlo y analiza los sucesos trascendentes y también estudia a los personajes que hicieron posible un mejor país. En el momento actual sé un protagonista con ideales y no un mero testigo pasivo de los acontecimientos”.
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Atentamente
Profr. Jorge E. Lara de la Fraga |
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