El pasado 23 de marzo del presente año se conmemoró el XXV aniversario luctuoso de Luis Donaldo Colosio Murrieta, candidato oficial del PRI para contender por la presidencia de la República en 1994, a fin de desempeñarse –en caso de haber triunfado- como el Titular del Poder Ejecutivo para el sexenio 1994-2000. Ello no aconteció porque dos balas asesinas de diferente calibre segaron su existencia en la Colonia Lomas Taurinas, de Tijuana, Baja California, atribuyéndosele el atentado a un “asesino solitario”, a un individuo originario de Zamora, Michoacán que respondía al nombre de Mario Aburto Martínez, de 23 años. Desde sus inicios el proceso de investigación estuvo plagado de contradicciones, omisiones, falsedades, de rumores y de notas amarillistas, pretendiéndose echarle toda la culpabilidad al indiciado y principal sospechoso.
La organización televisa Netflix, con motivo de cumplirse ya un cuarto de siglo de esa felonía, realizó una serie de drama-ficción basada en tal acontecimiento verídico y desde la última semana del mes de marzo la puso a la disposición del público y de los interesados en la caótica realidad política de nuestros tiempos. Tuve la oportunidad de ver los 8 capítulos que integran la serie y manifiesto que está bien estructurada, con la participación de actores profesionales y una excelente dirección de Hiromi Kamata y Natalia Beristáin. En tales tramos escénicos se abordan aspectos claves de las circunstancias sociopolíticas que incidieron en el atentado, donde el mismo Salinas de Gortari sale “un tanto raspado”. En el sentir colectivo hubo la percepción de que Colosio, en sus inicios de campaña, quiso independizarse de la figura presidencial en turno y expuso en un vibrante discurso los problemas graves del país, así como su disposición a luchar contra la desigualdad social, la violencia y la corrupción.
El candidato se volvió “incómodo” para sus supremos padrinos y ello no puede soslayarse a lo largo de la trama. La historia se desenvuelve en 8 capítulos (El candidato, ¿Quién fue?, El fiscal, Bala perdida, El reloj, Yo lo maté, Bienvenida a Lomas Taurinas y Perdón y olvido); se destaca la actriz Ilse Salas, quien interpreta a Diana Laura Riojas y, asimismo, es encomiable el trabajo puntual y emotivo del actor Alberto Guerra, quien representa al investigador Federico Benítez de Tijuana. En esos capítulos desfilan políticos encumbrados y personajes que a la luz de los hechos arrojan suspicacias y presuntas complicidades. La esposa del candidato muere unos meses después que su esposo, víctima de un mal maligno en el páncreas. Trató de saber más sobre lo acontecido y únicamente almacenó dudas, tuvo desconfianza de los partidarios y hasta se desilusionó de la labor del fiscal especial; cuando encaró al Primer mandatario, de inmediato le lanzó la acusadora interrogante: ¿Quién fue Carlos?
En mi particular interpretación entiendo que Luis Donaldo estaba en total desacuerdo con el comportamiento de sus correligionarios supremos; en su interior anheló ser un agente de cambio y luchar para cambiar las directrices en pro de un nacionalismo incluyente; “Veo un México…”, deseaba realizar al parecer, algo bastante diferente para superar las graves desigualdades y atender a los más carentes de recursos
y oportunidades. Con su muerte, con ese homicidio ignominioso, se colocan los primeros clavos al féretro del instituto aplanadora que gozó durante más de 70 años las mieles del éxito.
No dejen de ver esta serie conmovedora e interesante que detalla cuestiones específicas sobre el asunto, que hace referencia a otros ilícitos sangrientos como el de Ruiz Massieu, que plasma las tropelías del “hermano incómodo” del Presidente (Raúl Salinas de Gortari), reporta el comportamiento servil e indignante de varios hampones de cuello blanco y señala la forma inhumana y ultrajante con la que fue tratada la familia de Mario Aburto Martínez. Tal propuesta fílmica nos retrata fidedignamente un episodio amargo de nuestra historia contemporánea.
Atentamente
Profr. Jorge E. Lara de la Fraga |
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