Por lo que se ve, el imperio decadente de las barras y de las estrellas no aprende de sus errores, caídas y torpezas; apenas hace unos meses salió “con la cola entre las piernas”, derrotado moral, económica y bélicamente del territorio afgano y ya se dispone a emprender otra loca aventura en Ucrania oponiéndose a Rusia, con los consecuentes riesgos que ello puede causar a la estabilidad mundial, sobre el entendido de que los países fuertes beligerantes comandados por Biden y Putin poseen armas de alto nivel mortífero y recursos de destrucción masiva que pueden acabar con la especie humana. Estados Unidos se escuda en su hipócrita mascara de defensor de la democracia mundial, aun cuando a lo largo de la historia contemporánea se ha caracterizado por su comportamiento intervencionista y su labor depredadora, donde lo primordial han sido los intereses de los jerarcas norteamericanos y las jugosas ganancias de las industrias armamentistas.
Es necesario consignar que Vladimir Putin no es una blanca paloma y que está en pleno desacuerdo con la posibilidad de que Ucrania se asocie a la OTAN, porque tal suceso implicaría una amenaza a la integridad y seguridad de la Federación Rusa, sin dejar de lado asimismo que Ucrania posee riquezas naturales importantes, está ubicada en una posición geográfica estratégica, que casi una quinta parte de su población es de origen ruso y que en el pasado reciente, durante gran parte del siglo XX, perteneció a la poderosa URSS. Con sustento en lo anterior, el mandatario moscovita “ha levantado la voz” y declarado con vigor que su administración está dispuesta a proceder de manera violenta ante una intervención occidental en el área geopolítica de su influencia. Sobre el caso, parte de la comunidad europea (Alemania, Francia y otras naciones a aledañas) no concuerdan con el tono bélico, agresivo e insolente de Norteamérica y apuestan a una solución negociada y diplomática en el capítulo ucraniano.
China, el gigante oriental en poderío nuclear, económico y demográfico, permanece a la expectativa y ante circunstancias que agraven el diferendo está en disponibilidad de no dejar en desventaja a Rusia y eso debe ser valorado seriamente por los EE.UU. y sus aliados incondicionales porque, en su conflicto de superiores dimensiones y con los instrumentos destructivos de ambos lados, no habría un ganador absoluto y se pondría en la balanza de las decisiones hegemónicas la existencia de toda la humanidad. Es de esperarse que a final de cuentas impere la razón y la prudencia, frenando con ello los ímpetus bravucones supremacistas y los intereses mezquinos de las industrias militares gringas. En su columna American Curios, del 31 de enero de 2022, el comentarista norteamericano David Brooks precisa lo siguiente: “En Washington, legisladores progresistas y diversas organizaciones antiguerra advirtieron a su gobierno que el envío de cientos de millones más en armas a Ucrania, nuevos despliegues de tropas y amenazas de sanciones severas sólo incrementarán
las tensiones y que no hay una solución militar de esta crisis; el enfoque tiene que ser la diplomacia…” y adiciona el analista internacional: Donde hay una grave crisis para unos, hay negocio para otros, citando el comentario del ejecutivo en jefe de Raytheon (uno de los principales contratistas militares de Estados Unidos), en un comunicado con accionistas: “Estamos viendo oportunidades para ventas internacionales… tensiones en Europa Oriental, tensión en el mar de China… estoy plenamente esperando que veamos un beneficio de eso” y no es el único ejecutivo de la industria militar que ve con optimismo las tensiones en el mundo, toda vez que “sus empresas absorben casi la mitad del astronómico presupuesto militar estadounidense de 740 mil millones de dólares este año…”
Sin ser alarmista, es necesario consignar el “nerviosismo paranoico” de Joe Biden – quien se desplomó en las encuestas de su país – y el comportamiento cómplice y bufón del premier Boris Johnson de Inglaterra, quienes a través de los medios han difundido reiteradamente la inminente invasión rusa a Ucrania sin tener elementos o pruebas contundentes al respecto, con la desaprobación del mismo presidente ucraniano Volodymyr Zelensky, quien exhortó a sus “aliados occidentales” que supuestamente lo defienden a que cesen de crear pánico y angustia, pues tantas adversidades han puesto a la economía de su nación en grave riesgo. Asimismo Zelensky fustigó a la prensa de propiciar un escenario terrible y sombrío, haciendo eco de la retórica piromaníaca de las embajadas de EE.UU. y Gran Bretaña, las que se atrevieron a proferir falsedades como la “precipitada evacuación de los funcionarios de Kiev”, lo cual motivó a que el presidente ucraniano haya declarado: “Los diplomáticos son como los capitanes, deben ser los últimos en abandonar cuando se hunde un barco. Y Ucrania no es el Titánic”. Hace tres días aterrizo en Polonia el primer contingente militar de Estados Unidos para el refuerzo de las posiciones de la OTAN en Europa, dentro de un despliegue concebido como una fuerza en principio desvinculada de la actual tensión en Ucrania. Por su parte Rusia distribuyó decenas de miles de soldados en la frontera con su país vecino y le demanda a la OTAN que no amplíe su radio de acción y se retire del este de Europa, toda vez que se siente amenazada.
Atentamente
Profr. Jorge E. Lara de la Fraga. |
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