Se quiera o no, Morena está en el centro del debate, se ubica en el epicentro del análisis. Ahora es cuando cada funcionario de confianza y todo representante popular del movimiento de Regeneración Nacional tiene y tiene que aportar el extra, lo mejor en su desempeño institucional. Para nada se puede decir que no están preparados, pues se supone que cada uno de ellos responde a un plan de trabajo orquestado, con sus objetivos y metas, además de las prioridades en cada área de su jurisdicción. Si no fuese así, por lo menos poseen directrices básicas de operación, encuadradas en el proyecto alternativo de nación impulsado a nivel nacional por Andrés Manuel López Obrador. Ya el pueblo no aguantaría más a entes impreparados, a seres improvisados, que en anteriores etapas de la administración colectiva procedieron a tontas y a locas.
En tal entendido, desde el máximo guía de la República, como los gobernadores, senadores y diputados, hasta los colaboradores inmediatos de los alcaldes, ameritan asimilar que son tiempos de transformación, de servicio real a la colectividad, de laborar con eficacia y transparencia y que ya quedó atrás esa era sombría de las trapacerías, de la holganza, así como de las complicidades e influencias al amparo del poder. Sería bastante lamentable que mientras AMLO lucha a diario contra las barreras establecidas por esos opositores a ultranza que se aferran a sus privilegios insultantes y que también emprende con entusiasmo proyectos productivos y de beneficio comunal, los correligionarios morenistas deambulen por rumbos diferentes y contradigan el ideario humanista del tabasqueño. No hay vuelta atrás en esta denominada Cuarta Transformación: o jalamos todos juntos por un México mejor o nos preparamos pasivamente para que la sociedad nos reclame airadamente en términos de ausencia de congruencia, integridad, perseverancia y temple para superar las adversidades.
El primero de julio del presente año el voto mayoritario se volcó hacia el instituto morenista y ello significa un gran compromiso y un enorme reto para todos esos elementos que resultaron triunfadores. Tal caudal de nuevos cuadros no debe “dormirse en sus laureles”, para nada debe olvidar que la colectividad está harta con la clase política voraz; que en una encuesta realizada múltiples ciudadanos vertieron sus opiniones en el sentido de la desaprobación a los funcionarios parásitos y corruptos, hacia aquellos que en sus campañas ofrecieron mentiras y proyectos demagógicos, para después apoltronados en su sitial de mando se dedicaron a multiplicar su patrimonio y a traficar con sus influencias. Eso debe quedarse en el pretérito, el pueblo sufragó, entre otras cosas, para que se encaminen mecanismos para superar los lamentables niveles de inseguridad, para promover una economía vigorosa, para proceder con austeridad y contra la corrupción, para defender la soberanía nacional, así como para ofrecer educación de calidad, estado de Derecho, para implementar empleos con salarios justos, proyectar políticas ecológicas y fortalecer la investigación científica.
Más nueces y menos ruido, hechos y no palabras, transitar del discurso a la acción; hay que recordar que el tesón, la labor enjundiosa y el trabajo honesto derrotan a los falsarios e insidiosos que usan los recursos digitales para lanzar sus dardos envenenados de fantasías, chismes y rumores tendenciosos. Por ello les reitero a los nuevos dirigentes que se dediquen a superar dificultades, a designar idóneos
colaboradores, a poner en práctica programas realizables y fundamentados, además de que tengan un acercamiento con la realidad para no enajenarse con el poder.
No hay que desaprovechar la oportunidad histórica de llevar al cabo un verdadero cambio en nuestro país; si la sociedad observa nuevos y prometedores escenarios de beneficio colectivo respaldará a plenitud con solidaridad y entrega personal. Soy optimista y observo el vaso medio lleno, espero no equivocarme; por lo pronto hago la recomendación para que los colegas, compatriotas y lectores estén muy atentos y no sean víctimas de los embustes ni de los chismes de lavadero. Con la seriedad debida debemos entender y reflexionar lo que acontece en los momentos actuales y luchar desde nuestra particular trinchera para que nuestra Patria se transforme y salga de sus rezagos y problemas ancestrales.
Atentamente
Profr. Jorge E. Lara de la Fraga |
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