El deporte y la actividad aeróbico-atlética siempre me han interesado. Me deleito con los buenos cotejos en cualquiera de los entretenimientos físico-atléticos que se desarrollan con acatamiento de las normas establecidas y en términos del proceder civilizado y del “juego limpio”. Así como me entusiasma el béisbol, el basquetbol y el futbol soccer, para nada me desagradan las jugadas heroicas, los saques con efecto y “las clavadas” en el voleibol ni tampoco dejo de lado ese espectáculo singular del futbol americano, donde se efectúan acciones inteligentes y sorpresivas, tanto a la defensiva como a la ofensiva.
Por ese sendero del esfuerzo físico individual y colectivo, la vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida… Tal expresión popular se ajusta a lo que acontece en los ámbitos del entretenimiento colectivo, pues en días pasados y en la NBA, donde contienden los mejores equipos profesionales de EEUU y Canadá, cayó sorpresivamente derrotada la escuadra basquetbolera que en los años 2017 y 2018 ha sido campeona y que actualmente terminó como líder de las dos Conferencias. Pero no sólo eso, sino que ese equipo de “Los Guerreros”, de Golden State, donde brillan los talentosos Curry, Durant y demás luminarias, fueron humillados por un equipo modesto en un cotejo donde llevaban una ventaja de más de 30 puntos, “remontada extraordinaria” que pone de manifiesto el refrán: “no hay enemigo pequeño” o la expresión ecuestre: “caballo que alcanza gana”. Situaciones de tal índole han sucedido en diferentes lugares del mundo y en deportes diversos. Viene siempre a mi memoria esa Serie Mundial de Beisbol de 1960, cuando me iba incorporando a la BENV, había llegado a estudiar a Xalapa y en el diamante de las Grandes Ligas se enfrentaron los poderosos Yankees de Nueva York contra los Piratas de Pittsburgh; después de 7 fragorosos duelos ese duelo histórico se decidió por un batazo de 4 esquinas, con un jonrón impulsado por Bill Mazeroski en la novena entrada, causando la dolorosa derrota de los supremos peloteros de la “Gran Manzana”, como Mickey Mantle, Roger Maris y Yogi Berra. También ese Super Bowl donde se enfrentaron los Patriotas de Nueva Inglaterra y los Gigantes de Nueva York, cuando las apuestas o “los momios” favorecían ampliamente a la escuadra de Boston, pero a la hora buena, en el momento clave, el mariscal de campo neoyorkino Ian Manning procedió con audacia y dio un pase que su receptor sostuvo estoicamente con sus manos, casco y uñas, dejando estupefactos a los adversarios, a los espectadores, a los apostadores y a los especialistas deportivos.
En estos meses de marzo, abril y mayo se llevarán a cabo los cotejos de la Copa Europea de Clubes, la UEFA Champions League, donde el equipo triunfador se hace merecedor al trofeo denominado “La Orejona” y estoy plenamente seguro que nadie se hubiera atrevido a pronosticar a las 4 oncenas que disputarían las semifinales de ese importante evento del balompié. A lo largo de la férrea competencia se han quedado a la vera del camino escuadras famosas como el Benfica de Portugal, el PSG de Francia, el Dínamo de Kiev, el Inter de Milán, el Bayern Múnich, la Juventus, el Real Madrid, el
Manchester City y otros equipos representativos de varias naciones del Viejo Mundo. En el momento presente es difícil predecir quien será el ganador entre los cuatro que quedan: Tottenham, Ajax, Liverpool o Barcelona; todos ellos tienen oportunidades y las fuerzas son parecidas, habrá que ver cuál de ellos utiliza las mejores estrategias y aprovecha adecuadamente los yerros del adversario.
En el transcurrir de mi existencia me agradó participar como jugador de basquetbol, de futbol-soccer, de frontenis y de squash; puedo decirles que de tales contiendas obtuve vivencias que después apliqué en situaciones de carácter personal. Rememoro que en ocasiones mi equipo iba ganado tranquilamente y al final teníamos dificultades, llegando a suceder la derrota o el empate. En otros momentos, en condiciones de desventaja nos levantábamos con el triunfo; recuerdo con emoción dos momentos, el primero en basquetbol cuando con un equipo de 4 elementos le ganamos al quinteto que iba en primer lugar en el campeonato de baloncesto huatusqueño y el segundo caso, cuando en un certamen de frontenis en Veracruz Puerto nos impusimos como xalapeños a una pareja de excelentes doblistas locales, siendo un servidor un jugador bastante veterano (55 años) y llevando de compañero a un joven de 18, al que seguimos llamando “El Diablito”. A la fecha estoy retirado de las contiendas formales para evitar los fracasos constantes y problemas somato-funcionales.
Atentamente
Profr. Jorge E. Lara de la Fraga |
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