“A la vejez, viruelas”, como reza la expresión popular toda vez que un servidor en este 2022 pretende retornar a la actividad ciclista después de casi 6 décadas y media de ayuno físico atlético en ese artefacto de dos ruedas y de ser aficionado al deporte que hizo famosos a luminarias nacionales como Zapopan Romero, Radamés Treviño, Porfirio Remigio, Raúl Alcalá, Miguel Arroyo y a Felipe Liñán en esas competencias aguerridas de la célebre e histórica Vuelta a México. De antemano asimilo y entiendo que practicaré tal labor con responsabilidad y enjundia para evitar un percance de pronósticos reservados en esta etapa madura de mi existencia, con casi 80 años de logros, vivencias, tropiezos, donde todavía reconozco algunas de mis fortalezas pero también estoy consciente de mis desventajas y de mis limitaciones somáticas.
Antes que nada amerito decirles que en el mes de diciembre de 2021 tomé la decisión de adquirir una bicicleta, a pesar de cierta oposición familiar antes los peligros y problemas que podría causarme dicho capricho en el período “de mi chochez” o de mi tercera edad concentrada. Al final me impuse a mis entrañables y fraternos detractores y les prometí cumplir con las medidas necesarias para eliminar o amenguar algún probable desaguisado. Les manifesté que la labor aeróbica respectiva será un reto personal no para intervenir en ninguna competencia, que para nada pretendía emular a los fenómenos de la velocidad y de la resistencia, a esos atletas de la Vuelta de España, del Giro de Italia, del Campeonato Nacional de Colombia ni mucho menos inscribirme en el renombrado Tour de Francia. Al respecto indico que almaceno en mi retentiva datos y hazañas de los portentosos protagonistas internacionales que brillaron a plenitud en los velódromos y en los circuitos de ruta; así cuando realice mis prácticas cotidianas en el emblemático biciclo me inspiraré en las proezas de Jacques Anquetil, Fausto Coppi, Eddy Merckx, Bernard Hinault, Gino Bartoli y Miguel Induráin.
En estos primeros días de enero he tenido caídas leves sin límite de tiempo… pero para levantarme; no me amilano. En dos ocasiones unas buenas personas me auxiliaron, en otras he superado sin problemas tales descuidos y ya hasta el huesero del mercado Jauregüi me auxilió con una ajustada ósea y de tendones. Un colega me dijo ante “un costalazo”, que perdí el equilibrio en razón de que “el peso me venció”, estuve de acuerdo con su opinión pero le adicioné que no sólo era el peso corporal sino además “el tonelaje” de mis calendarios a cuestas, toda vez que el dios Cronos cobra las respectivas facturas. Entendí que para lograr el dominio de la bicicleta tengo que considerar como elementos importantes el equilibrio, la confianza y la constancia; proseguiré mi rutina en un recinto seguro, con poca circulación vehicular y en horarios convenientes. Después les contaré si alcancé mi pretendida meta, mi anhelo del nuevo año 2022.
Las correspondientes prácticas las efectúo por el momento en las rúas y retornos de la Unidad Magisterial – cerca de mi domicilio – en tanto adquiero seguridad y “habilidades olvidadas”, pero después abrigo el propósito de hallar espacios públicos que me permitan ampliar el tiempo de mis ejercicios y dominar aceptablemente esa “jaca” de aluminio y acero. Por el momento me hago a la idea de que es preferible un “trancazo” más que quedarme plácidamente en la casa descansando en mi mecedora predilecta para contar el paso inexorable de las horas. Aprovecho las circunstancias para subrayar que es prudente y necesario que como comunidad adulta olvidemos un tanto los achaques superables, la pandemia, las penurias y encendamos nuestro optimismo y fortaleza anímica para derribar los obstáculos contemporáneos.
De manera personal me propongo, además de retornar al “dominio bicicletero”, bajar de peso corporal mediante una dieta factible que posea los elementos proteicos, vitamínicos, vegetales y minerales básicos, para no ser presa fácil de los triglicéridos, de los residuos grasos, del colesterol y de la diabetes, sin omitir mejorar mi comportamiento con mis seres cercanos y continuar con mis actividades de la lectura y de la expresión escrita. Nunca olvidar que es menester seguir empujando hacia adelante, nunca abandonarnos a nuestra suerte ni a zozobrar en nuestras angustias y depresiones.
Atentamente
Profr. Jorge E. Lara de la Fraga. |
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