¡Quién iba a creerlo!, por estas tierras veracruzanas donde se pregonaba a plenitud el predominio del tricolor y que era un baluarte sólido del orden establecido por casi 9 décadas, de la noche a la mañana y después del derroche y desorden fidelista y duartista, tal castillo de naipes se derrumbó, se hizo añicos; pero no sólo eso, también después del tsunami del pasado primero de julio, los gloriosos y sacrosantos blasones del auriazul palidecieron o se desvanecieron en parte y ahora sobrevienen los lógicos temblores internos de ambos institutos políticos. Por lo pronto varios especímenes reptiles y “entes alambristas” se tratan de acomodar a los nuevos tiempos. Luchan denodadamente por hacerse notar y manejan estrategias para ser detectados por los personajes triunfadores de la contienda. Es tan cínica y oportunista su conducta que niegan su origen partidario e incorporan ya en su discurso ideas, conceptos y arengas que antes detestaban.
Me topé con algunos de ellos y gozosos me felicitaban y manifestaban, sin sonrojarse: ¡ganamos, ganamos, por fin enterramos al dinosaurio!; torvos conocidos me hablaron por teléfono para saber cómo podían contactarse con el gobernador electo o con diputados y senadores de Morena que asumirán el cargo o el compromiso próximamente. De mi parte les indiqué que se acerquen a otras personas, que no podía auxiliarlos al respecto. He sabido después que han realizado viajes a la ciudad de México y que están a la caza de cualquier prospecto que los ponga en sintonía con la próxima administración. Sobre el particular, me provocan náuseas esos individuos rapaces que son bastante conocidos por sus marrullerías y ahora se enarbolan como defensores de la sociedad, como gladiadores bravíos contra las injusticias. Observo el desfile vergonzoso de falsos científicos, de empresarios truculentos, de intelectualoides trasnochados, de aves de rapiña con membrete de comunicadores y uno que otro farsante con documentos apócrifos de utilería; verdaderamente me provoca incertidumbre y cierta preocupación que algunos de ellos se puedan filtrar y trastocar en en buena parte el anhelado proyecto humanista y reivindicador.
Un colega del centro de la República me dijo lo que acontece, por esos ámbitos, en el escenario político. Precisó que los oportunistas siempre surgen cuando hay cuotas de poder político o partidas de dinero en contratos; no importa el tamaño de la cuota o del contrato, todo es bienvenido para esos tunantes. Lo más interesante, es que muchos de los que ahora solicitan un espacio o una oportunidad en la nueva estructura gubernamental fueron hace poco los que acremente criticaron a los triunfadores de la justa electoral. El oportunismo no sólo se observa en la esfera política, también existe entre los empresarios. Abundan elementos de la iniciativa privada que aprovechan cualquier resquicio para llevar agua a sus molinos o recursos a sus beneficios. Algunos luchan para pertenecer a las cúpulas empresariales, a efecto de estar más cerca de las áreas de mando o del poder; es más, algunos promocionan asociaciones benéficas o clubes deportivo-culturales, asimismo operaron como representantes de casilla u observadores electorales en el proceso cívico de julio, para como consecuencia
de ello buscar el ansiado cobro de facturas, ante su “espontáneo y extraordinario” esfuerzo democrático.
En medio de reuniones de trabajo en nuestra entidad, de foros, simposios, de declaraciones sensacionalistas y de manifiestos públicos, deambulan esos pérfidos sujetos, desgranando soluciones mágicas a problemas sociales complejos y variados. Ante todo ese vendaval carnavalesco una expresión sabia y popular surge esplendente: “No tiene la culpa el indio (el bribón, el farsante), sino el que lo hace compadre”; varios nefastos tocarán las puertas de los ungidos, portando diplomas de excelencia, constancias de honorabilidad e historias personales idílicas, así como cartas de recomendación “de notables”. Será la responsabilidad de los futuros funcionarios, de los asesores o de los supervisores correspondientes quienes evalúen con objetividad y acrisolada justicia esos “paquetes” de buenas intenciones. Por el bien de las mayorías esperamos que tal actividad analítica favorezca a los elementos ameritados y sea un obstáculo insalvable para los ambiciosos prevaricadores.
Atentamente
Profr. Jorge E. Lara de la Fraga |
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