Con solidaridad y respeto a Cuitláhuac García Jiménez, Eric Patrocinio Cisneros Burgos, Ricardo Ahued Bardahuil y Rafael Hernández Villalpando
Mientras ustedes leen este texto queridos lectores el tiempo sigue su curso y los términos comienzan a cumplirse. Los simbólicos en un principio, como los primeros siete meses de gobierno el aniversario de la elección, pero también aquellos cuya imposición hemos aceptado, como la evaluación de nuestras políticas migratorias por parte del presidente Trump las promesas se desdibujan, mientras que la verdad se revela. Quién pensaba que la economía funcionaba en automático, hoy se enfrenta a las calificadoras; quien pidió una oportunidad no sabe, ahora, qué hacer con ella. Quién se opuso a todo, todo el tiempo, hoy no sabe lograr consensos.
La verdad se revela, pero la realidad se impone.
La realidad se impone, y el tiempo sigue su curso, los términos comienzan a cumplirse, las promesas a dibujarse la verdad a revelarse: la realidad se impone. México sigue avanzando, y quienes hace casi un año obtuvieron una victoria inusitada tendrán que ser capaces de entenderlo: el momento de pasar a la historia no es otro sino este mismo.
La cuarta transformación no es lo que esperábamos, pero siendo sinceros, también es mucho más de lo que teníamos con el sistema de partidos anterior.
Hoy sabemos que la cuarta, como ha sido planteada no es suficiente, hoy sabemos también, que lo que teníamos antes no lo desearíamos de ninguna forma de regreso. El tiempo sigue su curso y le otorga a todas las cosas, la dimensión histórica que le corresponde: la realidad se impone, y nos confirma que México tiene que transformarse. Qué Andrés Manuel era necesario para terminar con lo de antes. Que aún nos queda mucho por hacer.
En México, para amar y querer u odiar no hace falta evidencia, hechos o números, sino únicamente percepción.
Muy difícil resulta comentar sobre una cierta dosis de miedo frente a los actos de los demás en un principio de supervivencia.
Pero hay otro miedo, el necesario miedo a los propios actos. Uno puede ser el arquitecto de su propio desastre. Señalar los errores de otros siempre será más fácil que reconocer los propios.
Pues bien las dinámicas que provocan cambios sociales son un misterio. Las revoluciones y movimientos de cambio se producen sin que aparentemente se hayan incubado las condiciones. En otros casos, aunque estemos convencidos de que la mesa está puesta y de que existen las circunstancias ideales para el cambio social, este no ocurre.
Ocurre que se presentan escenarios en los que podríamos pensar que hay condiciones adecuados para el cambio, y al final no sucede nada.
Cass Sunstein, profesor de la escuela de leyes de Harvard, identifica algunas razones sobre porque el cambio social es tan difícil de prever y eventualmente, de provocar. Una de ellas es que las personas no nos atrevemos a revelar nuestras preferencias políticas, sobre todo cuando revelan aspiraciones de cambio.
Sunstein dice que las preferencias políticas de las personas terminan adaptándose a la realidad, los mecanismos que promueven el cambio social siguen siendo un misterio y son imposibles de manipular, pero es importante que si esas condiciones de cambios se presentan tengamos alternativas de rumbo para darle sentido a ese cambio resulta que señalar el pasado
como el motivo para no resolver los retos del presente es una de las formas comunes de la racionalización.
En psicología se le llama racionalización, a un mecanismo de defensa qué consiste en justificar las acciones, generalmente las del propio sujeto, en un afán de neutralizar la crítica o la autocrítica.
Fue el neurólogo gales Ernest Jones quién llevó este concepto al psicoanálisis definió la racionalización como "la invención de una razón para una actitud o acción cuyo motivo no se reconoce".
En México, esto se ha colado a la cultura, pues se tiende a creer que la Conquista dejó al país sin aspiración a la gloria, incapaz de superar la colonización. Quizá eso ha conducido a los políticos mexicanos a buscar en la historia reciente la fuente de sus desventuras. Recuérdese la invención de es enemigo genérico conocido como los "emisarios del pasado".
José Elías Romero Apis hizo una aportación al tema. El presidente estadounidense Franklin Roosevelt recordó, nunca renegó de su antecesor, el odiado Herbert Hoover, en cuyo periódico se dió la Gran Depresión.
Roosevelt sólo cambio las cosas.
En otro contexto el senador de Zacatecas y coordinador de la bancada de Morena en el Senado Ricardo Monreal, no es ciego, miope, tapete o miedoso, y se atreve a admitir que hay cosas que no van bien en el gobierno de AMLO.
El senador zacatecano le dio una zarandeada a los miembros de un gabinete que advierte, “no está en el acompañamiento” del Presidente. “la curva de aprendizaje ha sido larga, pesada”. Está convencido de que se debe mejorar “algunas situaciones”, como las relaciones con los empresarios y con los medios de comunicación. Y más, “no deben presentarse ni sufrir recortes (presupuestales) en salud, política social y educación”.
Lo más valioso es que el político de zacatecas no se escondido detrás del anonimato.
Cierto que el coordinador de los senadores morenos escribió sus comentarios diciendo: “veo al Presidente muy activo, muy dinámico; no ha descansado ni un solo momento”.
La propuesta de Monreal es emprender la reconciliación con los medios de comunicación, empresarios e inversionistas. Con este postulado y con valentía inusual en estos tiempos se suma el legislador al reclamo de diversos sectores de la sociedad que exigen que se detenga la polarización entre mexicanos.
Vienen tiempos azarosos en los cuales se debe preservar la unidad nacional.
Aparentemente, el Presidente vive muy preocupado de lo que los medios digan de él.
Se queja de que de que 90 o 95 de cada 100 columnistas “están constantemente, un día sí y otro también, cuestionándonos”.
Yo me había quedado con que los medios tradicionales ya nadie los consultaba y que la opinión publica ahora se transformaba en las “benditas redes sociales”.
Por supuesto, no es el primer Presidente en quejarse de los medios, podemos encontrar, muchos episodios semejantes, como el “no pago para que me paguen” de José López Portillo.
Sin embargo, este es un Presidente al que lo paraliza la idea de que la gente pudiera verlo con malos ojos. El problema es que todo gobernante pierde la simpatía de los gobernados en algún momento.
El mandatario dijo que mandar no tenía mucha ciencia, que bastaba con aplicar el sentido común. Si como ha dicho, quiere pasar a la historia como uno de los mejores presidentes que haya tenido México, tendrá que comenzar a aplicar esas mismas palabras.
Sentido común es dejar en paz lo que no está descompuesto; desdecirse cuando se ha cometido un error y entender que gobernar implica tomar decisiones que son a menudo impopulares.
Cabe señalar que la democracia no es un sistema de gobierno, sino un método de designación gubernamental.
Por el contrario, la república, la federación o la división de poderes sí son verdaderos sistemas de gobierno. Sin embargo, en mucha ocasiones, los no familiarizados con estos términos suelen utilizarlos de manera equivoca y hasta equivocadas.
Una democracia puede adoptar muy diversos sistemas de gobierno y hasta de ideología.
La democracia puede ser republicana o monárquica. Puede ser central o federal. Puede ser parlamentaria o presidencial. Puede ser constitucional o arbitraria. Puede ser garantista o dominante. Puede ser progresista o reaccionaria. Puede ser liberal o represiva. Puede ser soberana o sometida. Puede ser justa o inicua. Puede ser pacifista o belicosa. Puede ser religiosa o iconoclasta. |
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