Francisco Cabral Bravo
Con solidaridad y respeto a Ricardo Ahued Bardahuil e Ing Eric Patrocinio Cisneros Burgos
En México es urgente reconocer la existencia de desigualdades estructurales, pero atizarlas no abona a combatirlas. Todos somos parte de este gran país y solo en unidad podremos salir adelante. Por ello es notorio el mensaje de la popular aspirante presidencial Xóchitl Gálvez. Ella sostiene que México no quiere hablar de izquierdas o derechas, que en este momento lo que México quiere es que se resuelvan los graves problemas, e insiste en que hay que detener el odio y la confrontación para atender los desafíos.
Pues, como señala la política Hidalguense, " México merece más ". Si no se atienden los problemas de raíz no podremos escapar de la trampa. Por ello es fundamental que entendamos que más de lo mismo ya no nos sirve. Hoy se requiere un proyecto político incluyente, que entienda y atienda las causas del descontento de los mexicanos.
Porque si bien el diagnóstico de los populistas suele ser el correcto, eso no implica que sus simplistas soluciones lo sean. Por el contrario, este tipo de respuestas sin fundamento ni apego a la ciencia, ni a la vida democrática de un país, irremediablemente traen consigo un deterioro aún más profundo de las condiciones de vida de la población.
Con el ejemplo más allá del discurso, Gálvez abandera las agendas más relevantes para México: justicia social, combate a la pobreza, equidad de género, medio ambiente, derechos de los pueblos indígenas, lucha contra la corrupción, impulso a la tecnología e Innovación, educación, desarrollo empresarial y visión global.
Y en otro contexto Porfirio Muñoz Ledo fue un protagonista destacado de la política mexicana en los últimos 50 años. Acompañó
los cambios políticos del país, desde el autoritarismo diazordacista y su justificación a la masacre estudiantil de 1968, pasando por su recalcitrante echeverrismo como secretario de Estado en ese gobierno. Estamos hablando de dos sexenios en la historia reciente del país que se caracterizaron por su feroz represión a los movimientos sociales disidentes.
En el gobierno de Echeverría empezó a acariciar su sueño de ser presidente de la República. Bastaba que la gracia le hubiera llegado con el dedazo; pero no fue así. Tampoco fue el ungido de José López Portillo, a pesar de haber sido presidente nacional del PRI y secretario de Educación. Así que en Muñoz Ledo había una profunda frustración política. A pesar de ser un excelente orador, un hombre culto e ilustrado, no llegó a ser el ungido. Su inconformidad personal coincidió con la de un amplio sector del PRI quienes a partir de 1982 se vieron desplazados por tecnocracia que llegó para imponer las políticas neoliberales; y esa agregación de inconformidades termina por fundar una corriente democrática dentro del PRI que finalmente rompe con ese partido en 1987.
Así que junto con Cuauhtémoc Cárdenas e Iligenia Martínez, protagoniza la histórica escisión del partido de Estado y ello da un vuelco a su historia política, pues de colaborador del presidencialismo represivo, pasa a ser un impulsor fundamental del proceso de democratización que en ese momento se inaugura.
Sin embargo, tampoco logra su acariciada candidatura presidencial en el recién formado PRD. Si antes se topó con el desprecio presidencial, ahora sufría su carencia de dinastía política. Pero esa cadena de frustraciones no lo paralizaba, por el contrario, una de sus características fue su hiperactivismo político hasta el fin de sus días.
En ese hiperactivismo, no le importó pasar de presidente Nacional del PRI, a serlo del PRD, o candidato del PARM frente a Vicente Fox, e integrante del gobierno foxista. Nada detenía a PML en su afán de ganar la primera nota periodística, en su afán de estar bajo
reflectores. El mejor promotor político de Porfirio Muñoz Ledo, fue siempre PML. Como promotor de los cambios democráticos su participación fue relevante. No sólo por su contribución a las reformas electorales que lograron la autonomía del ahora INE, sino también por las que desarrolló lograr una profunda Reforma del Estado que comprendía por supuesto un cambio de régimen político hacia el semipresidencialismo.
No fue presidente de la república, lo fue de Morena. Una derrota más en su larga carrera política por ejercer el poder, aunque fuera un pedazo de poder.
A partir de entonces y de la conclusión de su cargo como Diputado Federal y presidente de la Mesa Directiva esa Cámara, se convirtió en un feroz crítico al actual gobierno, y en ese trayecto recuperó la digna postura republicana que tan gallardamente lució cuando respondió al tercer Informe de Gobierno del presidente Ernesto Zedillo. "Lo que en última instancia significa el cambio democrático es la mutilación del súbdito en ciudadano. Ninguna ocasión mejor que ésta para evocar el llamado que, en los albores del parlamentarismo, la justicia mayor de Aragón hacia el entonces monarca para exigirle respeto a los derechos de sus compatriotas: Nosotros, que cada uno somos tanto como vos y todos juntos valemos más que vos". Remontemos las comarcas de la intolerancia: mostremos a todos que somos capaces de edificar en la fraternidad y con el arma suprema de la razón, una patria para todos.
Con este Muñoz Ledo, con el republicano, me quedo en la memoria.
Recordemos las crisis pueden volverse considerablemente peligrosas. La vida nos demanda no dejarnos arrastrar por lo externo. Nos apremia a refugiarnos en nuestra intimidad. La intimidad donde habita la serenidad, el vigor y la plenitud. Si no sabemos construir esa vida interior, las crisis nos emboscan y nos zambullen a las profundidades de los abismos propios. Solo interiorizando respuestas y soluciones a las preguntas que hoy nos apremian, podremos conjugar el peligro y salvarnos. El destino suele
brindarnos oportunidades, algunas veces de manera inesperada, otras de forma consecuente, para replantear de raíz nuestra vida individual y colectiva. Esto no quita que se haga sin esfuerzo o sin dolor, porque, como dice Hólderlin en Hiperión, "sólo en el dolor cobramos conciencia de nuestra libertad". Atisbar esas ocasiones requiere tener claridad de mente y de espíritu. Las arenas movedizas de la duda y la soberbia pueden presentarse. Satán suele embelesarse y engalanarse con los disfraces más disímiles y contradictorios. Todos queremos vivir una vida sin adversidad y sin problemas. Más no podemos impedir el constante vaivén del Universo. Todo fluye y refluye. La oscilación pendular se manifiesta en todas las cosas.
Cuando, con humildad, saquemos el coraje y la valentía para sobreponernos a los obstáculos, nuestro proceso nos llevará a convertirnos en la persona que fuimos designados a ser. Y nos arrodillaremos a decir "gracias" por la crisis vivida, ya que nos ha hecho ascender y crecer.
En otro orden de ideas tal vez fue Platón quién, en su discusión con los sofistas, definió lo que ha sido la verdad para Occidente: es el Ser, el Uno, que contiene a las esencias y reina sobre un mundo de ilusiones. La verdad, por lo tanto, no está en las cosas que miramos, sino en las ideas que las hacen posibles: este sillón en el que escribo es una ilusión; solo es verdad la idea de ella. Esta forma de definir la verdad produjo un arma de doble filo. Por un lado, abrió el camino a la experiencia mística. Por el otro, abrió el camino a las dictaduras, a los totalitarismos: quien demuestre que posee la verdad buscará imponerla y lo hará si tiene el poder y los medios para hacerlo. ¿No hay entonces verdad? La hay.
Pero no se puede poseerse por completo ni reducirse a una interpretación de ella. Así, de la historia el ser humano ha sometido, torturado, asesinado en nombre de ideas, de esencias, de abstracciones que crean relatos, instituciones, leyes, medidas administrativas, proposiciones filosóficas y morales.
Ese "dispositivo", como lo llamó Michel Foucault, ha adquirido una nueva forma de expresarse con la emergencia de la inteligencia artificial, los nuevos medios de comunicación y la diversidad de programas noticiosos. Lo que hoy llamamos "posverdad", la "distorsión deliberada de la realidad, dice el diccionario de la RAE, en la que priman las emociones y las creencias personales frente a los hechos, con el fin de modelar la opinión pública", no es más que una nueva fase del segundo filo de la verdad. No obstante que en apariencia parece haberse multiplicado en segmentos de redes y preferencias, en realidad está tan controlada como en el pasado. Solo que ahora utiliza el lenguaje de la inteligencia artificial que, mediante el llamado microtargeting, una técnica basada en algoritmos, orienta nuestras preferencias y gustos.
Perder la democracia es perder nuestra libertad para escoger, nuestra libertad para expresarnos, nuestro derecho a ser tratados con dignidad, nuestra pluralidad y nuestra aceptación de que es posible convivir con nuestras diferencias. Dejar atrás discriminación, odios y divisiones es lo único que puede ser lo que nos una de nuevo en un proyecto de nación, con un gobierno para todos y por todos.
Y que es nuestra responsabilidad enfrentar nuestros retos. Hay que actuar y ya muchos lo están haciendo. Construir una alternativa que privilegia lo que nos une y no lo que nos divide es engrandecer al país, es defender la democracia, es avanzar en la pluralidad y los derechos de las minorías. Pero construir implica acuerdos, un destino común, una acción inédita.
No ha sido fácil para ninguno de los actores, todos han cedido para llegar a la unidad real y no simulaciones. Cierto, han existido errores.
Hubo que llamar a la calma.
Y es comprensible, nada es para siempre, y cuando queremos acelerar el paso para lograr los cambios, nos desesperan los errores. Donde avance la pluralidad y la democracia; las decisiones
se tomen con criterio de Estado, para construir un mejor país, en cuyas decisiones participen todos, Congreso, Presidencia y Poder Judicial, con una ciudadanía más activa y corresponsable. Fácil no será. Se inicia una nueva época. Lo que parecía imposible, ya no lo es. |
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