Francisco Cabral Bravo
Con solidaridad y respecto a Ricardo Ahued Bardahuil y Rocío Nalhe García
El hombre inquisitivo es una fábula, de una página de extensión, escrita por el poeta, epigramista y autor de comedias ruso Iván Krylov en 1814.
Cuenta la historia de un hombre que visita un museo y luego narra su experiencia a un amigo, descubriendo las distintas colecciones naturalistas que encontró en el lugar y haciendo énfasis en la pequeñez de los insectos que pudo observar allí.
¡Algunos medían lo que una cabeza de alfiler!
¿Pero viste el elefante? ¿Qué te pareció? Me imagino que te sentiste como si estuvieras frente una montaña, replicó el amigo.
¿Estás seguro que está ahí? Preguntó el primero muy sorprendido. Muy seguro.
Pues, hermano, no me lo tomen a mal, pero para decirte la verdad, no vi el elefante.
Nadie negará que la mayoría de los nombramientos que ha hecho la futura gobernadora en funciones de Veracruz Rocío Nalhe tienen como común denominador la capacidad profesional, experiencia, propiedad y eficacia.
Necesitamos el golpe de timón expresión marinera que significa dar un cambio brusco de dirección, solamente se trata de fijar el rumbo hacia un Veracruz más incluyente, con justicia social y con nuevas expectativas de crecimiento, no solo en el tema económico, si no en aspectos que permitan abrir oportunidades mediante la educación y otras herramientas a las nuevas generaciones, además de garantizar el respeto a los derechos fundamentales de los veracruzanos.
En otro contexto estoy seguro de esto. Ninguna buena persona que se considere mexicano respondería negativamente a una pregunta tan sencilla como: ¿Desea usted el bienestar y la prosperidad para México?
Es posible generar unidad en todo no al sueño. Pero es estéril, esperar que todo mundo piense en la misma manera en como lograrlo. Por eso, primero tenemos que sentarnos a la mesa y ponernos de acuerdo en qué país queremos.
El cómo viene después. Y será primordial escuchar a todos los actores sociales.
Como consecuencia, generar la colaboración de personas e instituciones. No importa su origen, pero que carezcan de la miope visión del egoísmo estúpido en su alma.
Que aporten experiencia, sabiduría, que gocen de la sensibilidad social y conciencia de la trascendencia humana, con capacidades intelectuales y técnicas.
Y con la Magna y hermosa visión de concebir un proyecto de nación libre, equitativa, incluyente y civilizada, respetuosa de su diversidad y unida en su misión.
Proyecto para construirse en el largo plazo, Durante los próximos 30 a 40 años. Es un tema complejo por naturaleza.
A la complejidad del mundo actual habrá que abordarla, necesariamente, con una disciplina y visión, si no integradora porque la propia complejidad lleva en sí misma la paradoja de una imposibilidad de unificar, si con una estrategia multidisciplinaria e interinstitucional.
No podemos de resignarnos a un saber parcelarizado; no podemos aislar un objeto del estudio de su contexto, de sus antecedentes, su devenir, anota Edgar Morin.
Y la actitud de cómo afrontar el futuro conlleva a comprender que las verdades profundas, antagonistas, unas de las otras, deben ser complementarias, sin dejar de ser antagonistas, unas de las otras, deben de ser complementarias, sin dejar de ser antagonistas.
“No se puede reducir la fuerza de la incertidumbre y la ambigüedad”, complementa Morin.
Muchos consideran una quimera esto. No obstante, en el mundo abundan “lecciones del espíritu quimérico”.
Charles de Gaulle fue un gran estadista y logró crear la quinta República en Francia. Churchill se convirtió en Pilar en la Inglaterra de la Segunda Guerra mundial cuando casi todos los ingleses dudaron de él. Los Padres de la Nación estadounidense soñaron con la Independencia y un nuevo país. José María Morelos y Pavón vislumbró en sus Sentimientos de la Nación la esencia de México.
Steve Jobs tiene una estupenda frase dirigida a inventores, a empresarios, a líderes que piensan más allá de lo convencional.
“Las personas que están suficientemente locas para pensar que pueden cambiar el mundo, son las que lo hacen”.
Pareciera que es una sugerencia “utópica” impulsar a “soñar el país que se quiere” valga la redundancia.
Estoy seguro de que, para cualquier arquitecto, al menos terrícola, es prácticamente ineludible, y me atrevería a decir que es un proceso axiomático, el que se sigue para desarrollar un proyecto arquitectónico ejecutivo.
Se debe soñar para crear. Una vez que se plasma el esbozo del sueño se procede a elaborar y a tomar decisiones con respecto a todo aquello que será material y tangible.
Alguien en algún momento, se adentró en el etéreo y sublime mundo de los sueños con el fin de construir, idear, maquinar, esculpir y construir algo, que pertenece al concreto mundo de lo tangible y material.
En lo natural, lo vio en cualquier proceso creativo.
Así funcionamos humanamente.
En otro orden de ideas quizás las mejores lecturas son aquellas que, sin proponérselo, generando un vuelco en el corazón, las que comprimen el tiempo en cada una de sus palabras y hacen eco de nuestro silencio.
Hace algunos años resulta frecuentemente hallar las sugerencias de libros que bien podrían acompañar los días del verano. Páginas y letras que serían una suerte de contrapeso al posible letargo del descanso, paréntesis que se abre en la farragosa vida cotidiana justamente cuando la balanza del tiempo nos invita a observar una segunda mitad del año como algo pronto a culminar.
Ignoro qué tan oportuno sea colocar en nuestra mesita de trabajo esa paradisíaca imagen de quién Lee frente al mar o en medio de una cabaña pérdida en el bosque, tal vez sea suficiente con brindarnos esa oportunidad de concentrarnos durante unos minutos, quizá unas horas, frente a una lectura que nos atrape, que revolucione el latir de un corazón que necesita de otras emociones y de una mente que también clama por un fuego distinto que alumbre sus propias obscuridades.
Leer puede ser el revulsivo ante la mecanización de la vida, sí, un simple acto en el que se concentra la posibilidad de un día distinto; en el que se dialoga con ese personaje que se encuentra en medio de una tensión amorosa, qué reta a nuestra propia intuición y el condescendiente afán por adivinar el futuro, cuando entra la pluma de los automóviles surge en la memoria ese verso que es el recordatorio de que alguien ya le colocó una guinda a la furia del destino o cuando el desenlace del
cuento que leíste por la mañana se termina por explicar frente a la vorágine de una taza de café.
Cuando las ideas crean sus propios remolinos que van dejando sus rastros en el mapa de un vidrio en el que la lluvia dibuja la imponente de ese lenguaje que a uno desciframos.
Así caminar entre los anaqueles de las librerías se convierte en un paseo en el que fustigas el tiempo y la imaginación asalta al castillo de la razón cuando crees que en el futuro existirá la posibilidad de leer todo aquello que nos guiña desde la portada.
Sin embargo, se requiere tomar decisiones y, de inmediato, formular las promesas de que pronto volverás por los libros que colocas en la parte más visible de esa lista de pendientes. O con el dinero suficiente, por supuesto.
Anaqueles incómodos, pasillos estrechos o iluminación que reta a los más audaces investigadores policíacos. A veces poco importa la circunstancia, el objetivo es caminar entre las nuevas noticias o los viejos recuerdos que se presentan bajo el caprichoso designio de los libreros y sus galimatías. Leer algo que entusiasme mientras el verano, o cualquier época, transcurra. Y, lo mejor es reencontrarse con quienes logran atraparte a través de sus palabras, de sus páginas, cuando la brújula te lleva a orientar la navegación hacia un buen puerto.
Así estimada lectora, lector, quisiera invitarte a que te acerques a un texto que, de formas distintas, nos lleva a indagar y pensar acerca de la condición humana, nuestra contrastante definición como seres humanos, el destello de sus luces y las penumbras de la obscuridad de lo que somos capaces.
Así sin buscar algo en particular me encuentro con Cuchillo escrito por Salman Rushdie (Penguin Random House) en efecto, el autor del libro Los versos satánicos, que le valió ser perseguido gracias a la fatua emitida por el ayatola iraní, Ruhollah Jomeini, en el año 1989, es un libro que siembra toda sensibilidad. Desde la primera página, Rushdie nos conduce a través de sus reflexiones acerca del atentado que sufrió el 12 de agosto del 2022 y de cómo ha logrado responder a ese desosiego y su recuperación gracias a lo más vital que posee el arte, el amor sus vínculos afectivos. “Esperar es pensar, y pensar a fondo es en muchas ocasiones, cambiar de opinión. Mira menguó. Se me antojaba trivial, puesta al lado de la ira de este planeta”.
En días en los que se respira violencia, cuando la muerte es la sombra que camina en la acera contigua y es la moneda de cambio para aquellos que han decidido apostar por la barbarie, hay quienes optan por desarticular la balanza y convertir cada una de
sus partes en separadores de páginas que nos llevan a recordar que se puede resistir a semejante perversión de muy diversas maneras. |
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