Con solidaridad y respeto a Cuitláhuac García Jiménez, Eric Cisneros Burgos, Ricardo Ahued Bardahuil y Rafael Hernández Villalpando.
Ruego al lector me permita expresarle lo siguiente: cada día, y a cada instante, los mexicanos tenemos noticias sorprendentes, una sola de éstas pondría de cabeza a muchísimas sociedades.
Multihomicidios, incluidos feminicidios, balaceras urbanas, abuso sexual a menores, extorsiones, personas de todas edades desaparecidas, violencia esparcida como gotas de lluvia que caen a veces como chubascos, y, tormentas eléctricas.
Y como si no pasara nada.
Una noticia tapa la otra y la cadena se atrapa en carpetas de investigación y en el dolor de corazones destrozados de muchas familias mexicanas.
Prender la televisión, la radio, abrir el tuit, recibir múltiples chats, solo trae sorpresas y la mayoría no buenas o gratas.
Lejos de tener o no afectaciones personales por actos deliciosos, sobresaltan al momento de conocerlos, luego viene la impavidez (o será estoicismo), tal vez apatía o solo frialdad, pero finalmente aparece una sociedad inconmovible. Lo cierto es que en el fondo, la sociedad se desmoraliza, está angustiada y tal es impaciente, como lo demuestran los linchamientos a presuntos violadores, secuestradores, ladrones.
Temas recurrentes que rebasan ya nuestra sorpresa y pareciera que ya es parte de la cotidianidad.
Los jóvenes que pueden buscan salir del país, con la decepción marcada por la incertidumbre de su futuro. ¿Se desmorona el amor patrio? ¿Lo vamos a contemplar y tolerar?.
Hoy, las niñas y los niños juegan y transitan por la puerta de su casa, por el parque, en el patio de su escuela y otros lugares públicos; su ingenuidad les impide tomar conciencia de los riesgos actuales sobre su seguridad y del incierto futuro que los espera.
Está en riesgo constante su integridad bajo otras amenazas; mínimo o casi nulo crecimiento económico, fenómenos naturales que parecen acechar a los más vulnerables, hackeos a la industria nacional de alto impacto económico, piratas en mares mexicanos, alza de impuestos acompañado de bajas salariales, escasez de medicamentos o incertidumbre en su abasto y no sin razón, la desesperación de enfermos y familiares, como el caso de la atención para niños con cáncer.
¿Será el limbo con tantos inocentes cautivos?.
La transparencia es insustituible; pensemos que, guardada la proporción, la sociedad es una célula como una familia y que sus vulnerabilidades deben generar solidaridad entre ellos por razones naturales. La opacidad no los unirá y por el contrario, los confrontará pues para comprender, remediar y mejor prevenir cualquier dificultad, lo primero que se requiere es información completa, veraz, fidedigna y proporcional. La ignorancia impide atender bien los problemas, más aún la desinformación y todavía más la orientación equívoca.
México es país de primera; es país de leyes.
Nuestra inclinación históricamente es la legalidad y hoy, este día sabemos que el acceso a la información pública es básico para ubicarnos como sociedad, y en el INAI, los órganos garantes de los Estados y el Sistema Nacional de Transparencia, tienen buena salud por lo que al sustentar el ejercicio del derecho a la información, permitirá generar estrategias correctivas.
Hay una gran estructura legal que debe aprovecharse por México.
“Es muy fácil expresar tu odio ahora porque no es sólo que la gente esté odiando las cosas, todos hemos odiado siempre, tenemos opiniones, hay cosas que nos gustan, otras que no”. Así somos todos es normal. Aunque creo que el internet tiene esa cosa extraña que, porque todos quieren hablar de sus opiniones y sus sentimientos, pero en lo que no estoy de acuerdo.
Está bien, esto es lo que pienso al respecto.
A veces veo que hay odio hacia mí o hacia alguien más, y honestamente es lo que es, lo tienes que dejar ir, apesta, tienes que dejarlo a un lado. En ocasiones la gente reacciona y dice: “No digas eso” y responden sólo estoy dando mi opinión, y sí, es cierto, puedes tener tu opinión, pero no por ello puedes hacer a alguien menos. ¿Me explico?.
Todo mundo nos hemos sentido de esa forma. Tenemos opiniones y reflexiones, pero decir es mi opinión y está bien, pero no me hagas sentir mal conmigo, ¿me explico?. No llegas con alguien y le dices “Que boca tan grande tienes” y es mi opinión, está bien eso no ayuda a nadie.
Juventud y sensatez. Sin duda cualidades que tanta falta hacen en un orbe que aún, como adolescente, busca su brújula. A este tipo de referentes tendrán que apostarle los jóvenes: a figuras que no se deslumbran fácil.
Vivimos, queridos lectores, tiempos complicados. Esa frase, así de trillada, describe a la perfección no solamente las dificultades para tratar de interpretar los muchos cambios que se están dando a nuestro alrededor, sino principalmente creo yo, la virtual imposibilidad de tener conversaciones mínimamente civilizadas acerca de todo lo que está sucediendo.
Partimos de las más falsas de las premisas, en buena parte gracias a las redes sociales y al fenómeno de la instantaneidad y la vacuidad de la información que nos inunda, a cada momento. ¿Qué creemos que resulta tan falso?. De entrada, que tenemos la razón. Con mayúsculas La Razón.
Nada importa que las noticias sean falsas o las fuentes notoriamente fantaseosas; si la noticia se apega a lo que yo creo que es lo correcto, debe entonces ser cierta. Y si alguien tiene la osadía de cuestionarla, entonces ese alguien es un enemigo de la verdad. Y es así como comienza es soliloquio hoy en día: solo aceptamos aquello que nos acomoda, o que se acomoda a nuestra versión de las cosas. Y todo aquel que ose dudar es un apóstata un hereje.
¿Suena un poco a la Santa Inquisición?. Lo es, solo que las torturas y castigos no son el potro o la hoguera, sino el insulto o el ostracismo.
Y para finalizar pensando que La Revolución Mexicana fue un proceso sangriento, cruel, fratricida, que empobreció al país y tomó millones de vidas, dejando en la orfandad a miles de niños y viudas a las mujeres.
De las cenizas se tuvo que reconstruir el país, dejando atrás diferencias, para iniciar un cambio, cuyos principios e ideales se construyeron en la lucha de las diversas facciones, porque no había un plan. Habían demandas.
Cuando niño no lograba comprender cómo los héroes de la Revolución eran todos grandes hombres, que se habían matado unos a otros. Me interese y poco a poco fui comprendiendo el asesinato de Carranza, Villa, Zapata, en fin, hasta el atentado a Álvaro Obregón que llevó a Plutarco Elías Calles a la Presidencia. Pará pacificar al país convocó a crear instituciones y un partido hegemónico que permitió por una parte la participación política, y por la otra el control de la misma.
El sistema político mexicano funcionó por muchos años, logró avances y el desarrollo estabilizador coronó los esfuerzos.
Cabe destacar hoy AMLO logró despertar un mayor entusiasmo, con millones de votos. Su bono democrático perdura. Sin embargo, no asume el papel de líder nacional, confronta, divide y descalifica. Ni la autocrítica, ni la crítica se toleran. Aumentaron homicidios, se cayó la economía, el empleo y la inversión.
Se polarizó la sociedad.
Las principales economías del mundo están en desaceleración económica, desde hace décadas, lo que hace que el frente externo no sea un factor de mayor estímulo, razón de más para movilizar los recursos internos.
Más difícil de roer es el hueso de la violencia criminal, desatada por vacíos institucionales que el Estado aún no tiene capacidad para recuperar.
Nuestro enemigo principal no está en nuestra ideología o en nuestras preferencias políticas, sino en las amenazas que, viéndonos divididos, confrontados, sin identidad en lo que somos capaces de lograr, hoy están al acecho de nuestra soberanía. |
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