Francisco Cabral Bravo
Con solidaridad y respeto a Ricardo Ahued Bardahuil y Rocío Nahle García
Con un gabinete de transición, la virtual gobernadora electa se prepara para enfrentar el mayor reto de su vida, a partir del 1 de diciembre a partir de esa fecha se observará paulatinamente la forma personal de gobernar para cumplir con las promesas de campaña y, sobre todo, trazar la ruta para los próximos años con “la construcción del segundo piso de la transformación”.
Por lo menos se requieren seis condiciones básicas para vislumbrar un futuro prometedor en su administración para el Estado de Veracruz y si se cumplen, seguramente en el corto y mediano plazo se verán resultados positivos.
La primera condición Versa sobre el liderazgo y autonomía, en el entendido que este se gana. Los reflectores estarán sobre ella, por su investidura, por ser mujer, por el estado que guarde el gobierno que recibe, pero, más allá de esto, deberá ejercer total y plenamente el poder que le confiere la Constitución.
La segunda condicionante para el éxito es precisamente la voluntad política, que debe prevalecer para la solución de los problemas más acuciantes por los que transita el estado.
La tercera condición es implementar las estrategias y políticas públicas correctas para alcanzar los objetivos trazados.
La cuarta condición es precisamente la asignación presupuestal al gabinete, así como a todos los capítulos del presupuesto que tienen que ver con asignaturas como la seguridad pública, salud, educación, energía, sustentabilidad, combate a la pobreza, entre otros.
Recordemos que cualquier promesa de campaña que no tenga presupuesto etiquetado, pues es pura demagogia.
Como quinta condición, está el nivel de los integrantes que componen el gabinete, y en este aspecto, se ha logrado conjuntar un equipo bastante experimentado, con los conocimientos necesarios, lealtad Y capacidad para afrontar el compromiso adquirido y salvo dos o tres excepciones, en el papel, todos los nombrados hasta ahora cumplen con las expectativas, que se renovará conforme pase el tiempo, para incrustar a personajes afines totalmente a la gobernadora.
La sexta condición es precisamente la cohesión como equipo que deben tener los colaboradores de Norma Rocío Nahle García, ya que una cosa es la aparente camaradería qué prevalece entre ellos y otra la grilla palaciega que busca desplazar a los enemigos.
Estas seis condiciones mínimas para lograr el éxito son solo algunas de todo un entramado de acciones para brindarles una mejor calidad de vida a los veracruzanos, ya que no es posible que la mitad de ellos viva en la pobreza y la marginación.
La historia es un repelente que suele perderse entre los talones que enmarcan las expresiones teatrales del mundillo político. Sabemos que la memoria es un Pilar sobre el cual podría sostenerse el presente y a partir del cual se lograría vislumbrar el futuro de una sociedad que no olvidará todo aquello que ha implicado ser un país cuya libertad no estaría sujeta a caprichos políticos ni a la locura de ningún tipo de fanatismo. Aún está mucho por escribirse en la historia de Venezuela, y también en nuestro país, frente a un espejo que nos revela una imagen cada vez más borrosa. ¿Qué sigue? Continuar trabajando por la libertad, por la paz, es el camino de un solo sentido.
En otro orden de ideas la literatura es impredecible en cualquier momento, es una de las invenciones más oportunas en la humanidad, signos caracteres que lo describen todo, desde la épica y la lúdica, reflejan contenidos de acuerdo al ámbito temporal de las sociedades.
Es conveniente que se diseñen políticas públicas que realmente fomenten la lectura con un gran alcance y no solo de manera efímera, algo han hecho al respeto los diferentes niveles de gobierno, aunque es una tarea que no ha terminado, no es tiempo de quemar libros sino más bien de ponerlos al fácil alcance de la sociedad.
Ahora que decidimos que no deben incinerarse los libros recordé una novela que le llamo hace ya un buen número de años: Fahrenheit 451 de la autoría de Ray Bradbury. Se trata de una ficción en la que el celebrado autor también de Crónicas marcianas, narra como los bomberos queman libros porque de acuerdo al gobierno influyen para que la gente no sea feliz.
Leer es para muchos un placer, es aleccionador descubrir novedades literarias, hace algunas semanas volví a indagar algunos textos de Fernando Savater, el autor español ha contribuido con tesón y talento para divulgar las ideas políticas, así como su evolución, la trascendencia de la ética con la tabla axiológica que nos permite al pensamiento aristotélico que se resume en la búsqueda invariable del bien común como causa última de lo que llamamos política.
El filósofo y educador español informaba hace algunos años que se retiraba de su tarea de escribir libros, tras hacer el anuncio lamentablemente su decisión justo en esta hora en que más se ocupa retomar los clásicos como fuente no solo histórica sino inspiradora, en los complicados tiempos posmodernos en que las ideologías parece que llegaron al ocaso para dar vía libre al inmediatismo, al más desarticulado pragmatismo. Fernando Savater corresponde a la generación de posguerra, aquella que nació en la vieja Europa ajada por la Segunda Guerra Mundial, la misma que atestiguó los estragos producidos por la guerra del autoritarismo atroz.
Savater fue parte de aquella generación que hablaba de pacifismo en una España que, de súbito retomaba a la Edad Media de la mano y fusil de Francisco Franco para vivir en la penumbra, aunque fuese primavera.
Si es una grata tarea leer a Savater es aleccionador releerlo los invito a conocer su obra para comenzar con Política para Amador, en el citado libro nos refiere que aquel griego de la polis clásica que no se involucraba en el tratamiento de los problemas de la comunidad era calificado de idiote, de ahí proviene la palabra idiota. Sin duda, mucho que aprender de Savater.
Los únicos dos poderes políticos reales son El poder del Estado, no el poder de sus oficinistas, y el poder del Pueblo, no el poder de sus representantes. El gobernante, instalado en las normas competenciales, y el del gobernado, protegido por las garantías constitucionales.
Más allá de los actuales episodios litigiosos, discursivos y académicos, el verdadero fondo del asunto es la mala clasificación de dos integrantes básicos de la democracia, qué son la mayoría y la proporción. La democracia mayoritaria-proporcional es el cóctel político hoy más consumido en todo el mundo, pero las mezclas mexicanas han sido muy poco afortunadas durante 50 años, porque siempre algo les falta o algo les sobra.
Mucho de ello lo he compartido, escuchado o leído de expertos, entre ellos Pascal Beltrán del Río, Antonio Peniche García, Daniel Aceves Villagrán, José Buendía Hegewisch, Diego Valdés, Lorenzo Córdoba, Flavio Galván, José Ramón Cossío, José Elías Romero Apis, María Amparo Casar, Federico Reyes Heroles, Rafael Estrada, Fernando Belaunzarán, Ruth Zabaleta Salgado y otros que disculpan mi memoria. Y yo también “echo mi cuarto de bastos” “paso sin ver”.
Y se rompe el límite de mayoría congresional se quiebra la constitución. Si se rompe el control constitucional se quiebra el equilibrio de poderes.
Cualquier sistema de Estado y de política que se ocupa y se preocupa más por los poderes públicos que por los poderes ciudadanos, siempre ha sido barrido por la historia.
La política entra en decadencia cuando carece de ideas o cuando escasea en personas. El mundo de hoy se encuentra en ambas crisis.
Ni ideas de fondo ni políticos de altura. Primero veamos las ideas y de los políticos me ocuparé en un día venidero. La mayor obra de las grandes obras no es una guerra ni una ley ni un palacio. Su mayor realización es una idea.
El Renacimiento surgió se aceptó la idea de que el hombre era el centro universal y que era merecedor de todo. En lo político muchos pueblos han generado ideas esenciales para su mundo, para el nuestro y para el futuro. Los romanos fundaron la idea del imperio. Los franceses, la de la igualdad. Los ingleses, la del gobierno constitucional. Los estadounidenses, la de la soberanía popular.
Otras ideas, como la de la libertad, la de la democracia, la de la soberanía nacional, la de federalismo o la de derechos humanos no tienen un autor determinado. Todas ellas fueron ideas que murieron y siguen movieron el destino del hombre.
En ocasiones este vacío de ideas de genera como una metástasis en todo el cuerpo político y produce una ausencia de políticas.
Con esa carencia, nos enfrentamos a tres riesgos.
Uno, el de no innovar y entonces retroceder. Dos, el de no inventar y entonces copiar. Tres en descargar con la vergüenza de anunciar que en México “se solicitan ideas”.
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