Francisco Cabral Bravo
Con solidaridad y respeto a Ricardo Ahued Bardahuil e Ing Eric Patrocinio Cisneros Burgos
Dicen sabiamente que hay que elegir las batallas y pelear sólo aquellas que podemos ganar. Si el PRIMOR se consolida, pues de facto alcanzaría la mayoría calificada en ambas Cámaras para así aprobar cualquier reforma constitucional.
Está visto que la opinión personal de los diputados y varios senadores del tricolor no sirve de nada, Ya que votan en el sentido que les marquen Alito y Rubén Moreira. En los hechos acompañan, en una disciplina partidista mal entendida, a Morena y sus aliados, por ello, la militarización.
La otra piedra que sostiene el absolutismo es tomar el control del INE, mediante una reforma constitucional que le reste atribuciones y acote sus funciones en cuanto a su autonomía e independencia, al tiempo de tomar el control de las posiciones de los consejeros y de los magistrados del Tribunal Electoral, busca aniquilar a la oposición, desde la Constitución con reformas que impiden su acceso al poder.
Está demás decir que con esta sumisión total de los legisladores priistas, aceleran a que ahora es el partido que entre en franca extinción al convertirse en otra rémora del partido en el poder, tal como sucede ahora con el PT y PVEM.
Los legisladores priistas no ven más allá de sus narices, tan solo acatan como borregos las órdenes que les dan sus dirigentes y gobernadores en turno, sin ponderar los efectos nocivos que traen consigo esa " disciplina partidista".
No tengo duda que muchos senadores y diputados priistas son mujeres y hombres íntegros e inteligentes, pero que están poseídos por el síndrome del servilismo: la mal entendida lealtad a sus jefes. El PRI camina herido de muerte, luego de cargar con la pérdida de todas las gubernaturas que tenían su poder.
Es más, muchos de los diputados tricolores actuales llegaron a la Cámara Baja, precisamente gracias a esa alianza con el PAN y el PRD.
Se dice que la alianza opositora está fuerte en el Estado de México y Coahuila con los liderazgos locales de esos partidos, aunque a nivel nacional esté rota.
El diputado federal Luis Espinosa Cházaro, coordinador del Grupo Parlamentario del PRD, expresó su expectativa de que la bancada del
PRI defienda junto con las del PAN y PRD la autonomía del INE en la eventual disuasión y votación de la reforma constitucional en materia electoral.
" La gente en la calle quiere la coalición, y vamos a seguir trabajando en ella, cumplir los acuerdos".
También dijo que el PRD está abierto, si la bancada del MC quiere, a construir con ellos un bloque legislativo de contención como el que existe en el Senado; " podemos trabajar con ellos si están en la misma lógica de oponernos a la militarización del país".
Todavía es tiempo de que los priistas recompongan el rumbo, siguiendo sus propias convicciones y al respeto que merece el partido que los ha cobijado. Hoy el PRI los necesita más que nunca. Encontramos al último trimestre del año, y todo indica que será muy interesante. Es relevante porque octubre suele ser el mes en que se caen las hojitas de los árboles, pero también se caen las bolsas de valores, que ahora llevan ya buen rato de capa caída. Es casi seguro que estaremos en recesión durante el próximo año.
Lo dijimos en este espacio y volvemos a insistir en el tema la razón del Estado moderno es dar seguridad a sus habitantes: a cambio de protección, la población se somete al mando de la autoridad y paga tributos. Un Estado que no proporciona seguridad con eficacia no justifica su existencia.
Cuando un gobierno tira la toalla y le entrega las llaves de la seguridad pública a las fuerzas armadas, está abdicando de su razón de ser.
Porque los ejércitos son entrenados para proteger fronteras y territorios, no para cuidarnos del asalto, la extorsión o el homicidio.
Por supuesto, que hay razones tácticas o extraordinarias que justifican la presencia temporal de las fuerzas armadas en las calles. Sin embargo, ahora el gobierno quiere, en los hechos, que esa presencia sea permanente. Por un lado, promovió que la Guardia Nacional sea parte de la Sedena, por otro lado, la iniciativa de prolongar sin argumentos claros, la presencia de las fuerzas armadas en las calles hasta 2028, en el fondo, el preámbulo para que esa presencia sea permanente.
Muchos ven la transferencia de la Guardia Nacional a las entrañas de la Sedena como el preámbulo para desaparecer, en su momento, al Ejército y la Marina y convertirlas en una gran Guardia Nacional militarizada.
Una de las vías para que 2028 sea creíble como afecta fatal de retiro de las fuerzas armadas de las calles sería establecer acuerdos parciales que, de no concretarse, invaliden el acuerdo.
Sin embargo, como la apuesta real del Presidente no es construir una Guardia Nacional civil, sino militarizarla, jamás aceptaría una negociación de esta naturaleza
Por lo pronto, ya inició la guerra en contra de la oposición a través de la consulta para que el pueblo expresa su deseo de que la Guardia Nacional sea militar y controlar así la narrativa y acusar a sus adversarios del problema de la inseguridad que no ha resuelto ni resolverá en lo que resta del sexenio. Tampoco es que en el PAN se ofrezcan platillos diferentes en el menú de su propia desgracia. Así lo dejó entrever el senador Raúl Paz, quien luego de que en unos días antes mostrara su convicción acerca de no militarizar la Guardia Nacional, de manera repentina y prodigiosa, no sólo cambió de opinión ante dicho tema, sino que también se convirtió en un hilo del poder al constituirse como el comisionado nacional del partido oficial ante los empresarios. Sin embargo, en el río de noticias que implicó este movimiento, se observa cómo ese barco de papel que es el panismo también navega a la deriva, pues con ciertas personas se quiebran las convicciones que siempre han presumido.
Así, en la retórica del discurso que se ha desarrollado en últimas fechas para justificar dicha militarización, hay grietas que no se resolverán con facilidad y eso ha quedado evidenciado.
La casa no pierde, pues coloca la discusión en el tablero del populismo al proponer una nueva "consulta" en la que el pueblo bueno será una ficha con la que presionará al Congreso y, qué duda cabe, podrá culpar a la oposición de la creciente inseguridad en los siguientes años. Una carta en la que controla la percepción de simpatizantes.
La seguridad pública es uno de los temas que no puede someterse a un ejercicio de opinión. La estrategia de combate a la delincuencia, no puede depender hoy de una reforma que no ha logrado consenso o mediano diálogo en el Legislativo, pero que sí ha generado encontronazo entre Poderes de la Unión. "Quien no conoce la historia está condenado a repetirla" es una frase que se le atribuye a Napoleón, Churchill, Cicerón, entre otros, y es tan válida como la primera vez que se haya pronunciado. Y sí, el gobierno actual es una versión corregida, aumentada y con más cinismo que aquellas presidencias de Luis Echeverría y José López Portillo. La verdadera transformación política que está ocurriendo en el país es la del papel de los militares en el entramado de una república democrática y federal.
No hemos llegado ni estamos cerca de una realidad en la que se perciba un peso excesivo de los militares en la política interna. Pero la puerta de entrada y salida que fue cerrada a piedra y lodo cuando desapareció el sector militar en los años 40 está siendo destruida. El pacto en ese entonces consistió en que las Fuerzas Armadas gozarían de autonomía en los asuntos internos a sus corporaciones, estarían a disposición del presidente dentro de los parámetros de la Constitución y no participarían activa y visiblemente en la política.
A inicios del siglo los presidentes ocurrieron de manera creciente al Ejército. Fue la manera que encontraron Fox, Calderón, Peña Nieto y López Obrador de encarar a la ola expansiva de violencia por parte del crimen organizado. A ninguno le funcionó la estrategia. Todos insistieron en ella, a pesar de la evidencia. Ninguno apostó por fortalecer las instituciones policiacas y de procuración de justicia. Todos se resignaron frente a la debilidad institucional dando paso franco al poderío criminal.
Pero en la era civil del siglo XX y lo que va del XXI no ha habido presidente que se haya recargado tanto en las Fuerzas Armadas como el actual.
Estoy cierto de que los sucesivos secretarios de la Defensa y de la Marina y la cúpula militar no pidieron alterar las funciones y posiciones que tenían desde 1946. Lo único que exigían y con mucha razón era un marco jurídico que le diera sustento a las labores de seguridad pública que su jefe, el Presidente les ordenaba. Al final lo consiguieron en este sexenio. No de la manera más pulcra y mucho menos acertada, pero se creó la normatividad que en el futuro les permitiría no ser acusados de violar la Constitución.
De lo que no hay razón aparente es de la decisión presidencial de otorgarles tantas y tan altas responsabilidades a los militares. Responsabilidades, todas, que en cualquier democracia se ubican en el ámbito de lo civil. El Ejército está más presente que nunca en la vida cotidiana del mexicano, se han vuelto noticia. Esto no ocurrió en el pasado. Nos están acostumbrando a que sean parte del paisaje de la política. Hace exactamente medio siglo, la escritora británica Taylor Caldwell publicó su novela con el título "Reyes y capitanes o militares y políticos". Lo traigo en la memoria, porque siempre he creído que la política y la milicia son un buen ensamble. Es un juego, todos pierden. No, las Fuerzas Armadas en labores de seguridad no son la solución, sobre todo en la ausencia de una estrategia integral de seguridad. De hecho, su continuada presencia las calles, y ahora con su incursión en lo político, sólo presagia el debilitamiento de nuestra democracia. Hay
muchos ejemplos de lo terrible que puede ser la presencia militar en la vida social y política de un país.
En este último tramo de su mandato el presidente de la República está obligado a calcular muy bien sus partes, antes que la obsesión por el tiempo se convierta en una angustia.
En un artículo para el diario El País, José Ramón Cossío sostiene, la interpretación y palabras son mías, del mundo ideal es cuando la realidad (verdad histórica) y la jurídica coinciden. |
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