Francisco Cabral Bravo
Con solidaridad y respeto a Ricardo Ahued Bardahuil
Como apunté en la anterior columna el 2024 será absolutamente decisivo para definir el rumbo que tomará México en las próximas décadas. Cinco puntos centrales acaparan la atención nacional y marcarán la pauta de nuestro desarrollo político, económico y social.
1.- Quizá el más trascendental sea el fin de este sexenio, que concluirá así con su controvertida administración.
Será momento para balances reflexivos, más allá de filias y fobias, sobre los aciertos y errores de su gestión.
Habrá que evaluar objetivamente aspectos como el combate a la pobreza y la corrupción, el manejo de la pandemia, la política energética, la militarización, las tensas relaciones con el sector privado, así como el impacto de sus grandes obras insignia. El juicio sereno de la Historia comenzará a decantar cuál fue el legado real del sexenio lópezobradorista. El fin de su mandato marca el cierre de un capítulo excepcional (para bien o para mal) y profundamente controvertido en la historia política de México. Su legado, caracterizado por programas sociales ambiciosos y un enfoque disruptivo, ha dejado huellas profundas en la sociedad. Sin embargo, las críticas sobre la concentración de poder y polarización persisten, desafiando la narrativa oficialista. La transición hacia un nuevo liderazgo se presentará como una oportunidad para evaluar y redirigir el curso del país.
Otro punto medular en este año, es que la elección presidencial entre Claudia Sheinbaum y Xòchitl Galvez será un hito histórico con dos mujeres compitiendo por la máxima magistratura. Visiones divergentes para México, desde la consolidación del proyecto actual hasta propuestas de cambio significativo. Será delicioso escucharlas a ambas en cuanto la ley les permita comenzar a presentar propuestas concretas que den a conocer con mayor
nitidez cuáles son las propuestas de su visión para abordar los desafíos del país. Insisto, yo, desde hace meses, ya celebro que México parece finalmente listo para contar por primera vez en su historia a una presidenta.
El desenlace de las elecciones en Estados Unidos también será clave, ya que definirá el tono de la relación bilateral con nuestro principal socio comercial.
No es lo mismo lidiar con un Trump, que con un Biden más moderado y multilateralista. México tendrá que adaptarse a cualquiera que sea el resultado, preparándose para la compleja interacción entre nuestras dos naciones interconectadas, con áreas de oportunidad nunca antes vistas, pero también con desafíos inéditos.
En el ámbito económico, el mayor reto será blindarnos ante una probable recesión global por la crisis energética, la inflación y el alza de tasas de interés de los bancos centrales. Se requerirán sólidas reservas y políticas fiscales y monetarias contracíclicas, requerirá decisiones audaces y estrategias innovadoras. La capacidad de la nueva presidenta para fomentar la inversión, impulsar la creación de empleo bien renumerado y garantizar la estabilidad financiera será esencial para revitalizar el país.
Finalmente, en el tema migratorio habrá que lidiar con el aumento de flujos desde Centroamérica por violencia y pobreza. Se necesitan acuerdos regionales y sensibilidad ante esta crisis humanitaria. En síntesis, México transita hacia una nueva era política en un complejo, entorno mundial. Pero si actuamos con visión e instituciones sólidas, podemos salir muy fortalecidos y encaminarnos como un gran país hacia un mejor futuro.
En un año convulsivo en el que, con toda claridad, lo que se ha puesto en juego no solo es el futuro inmediato de nuestro país. Quizá desde la obcecación y el egoísmo que florece en las trincheras políticas y partidistas, tal vez desde el silencio que rodea a la barbarie y el salvajismo o simplemente desde la poca claridad del impacto que sufriremos a consecuencia de la crisis
climática y la carencia del agua, por mencionar algunos aspectos, el presente año del cual ya se escuchan los lejanos murmullos de sus campanadas, terminará por impactar a las futuras generaciones.
Sé que no es el mejor de los inicios cuando se trata de realizar una suerte de balance para determinar cómo nos fue durante el año que culminó.
Sin embargo, también es una manera de colocar en el pizarrón de los pendientes aquello que es inaplazable, lo que está más allá de una coyuntura política, como tantas otras que hemos experimentado: es necesario que no perdamos la brújula y el camino que nos permita generar un futuro en el que la vida y la dignidad, la justicia y la paz sean los cimientos de lo cotidiano. Más de una persona enarcará la ceja, mirada con recelo cada una de estas palabras que, a fin de cuentas, no dejan de ser el eco de los discursos llenos de politiquería y obscenidad con los que hemos convivido a lo largo de los últimos años.
Y quizá en este punto radique uno de los mayores retos: es imperante recuperar una vez más, el lenguaje, las palabras que han sido arrebatadas por esa suerte de clase política que, además, no deja de fundamentar el vacío de sus ideas con discursos redactados a la medida de la mediocridad y la verdad. ¿Cómo se escuchan, el día de hoy, términos como esperanza, futuro y solidaridad? Sí, estas palabras son el ejemplo de cómo la propaganda política no deja de incidir en la comunicación, en lo más cotidiano y habitual de nuestros días.
No hace falta realizar un análisis muy sesudo para percatarnos que, durante este sexenio, ésa fue la apuesta que han ganado con creces: dividir y enconar los sentimientos de frustración.
Época de propósitos y buenos deseos, inicia un año en el que dicha estrategia propagandística adquirirá una nueva fuerza, se impondrán agendas políticas y aquello que es inaplazable quedará en manos de quienes han demostrado que sus intereses personales y sectarios están por encima del bien común. En ese sentido: lo
inaplazable apenas era parte de discursos pedestres que dejan de lado la urgencia de aquello necesita afrontarse y ser resuelto si aún queremos tener una perspectiva de futuro. Queda claro que, si bien es apremiante generar un efectivo sistema de rendición de cuentas de las y los políticos que se jactan de representarnos y que, además cumplan con las exigencias de la sociedad por encima de sus filias partidistas; no podemos dejar únicamente en sus manos el futuro de nuestro país. Por ello, el papel de la sociedad, de las organizaciones no gubernamentales y de las instituciones que garantizan nuestros derechos será imprescindible en los próximos meses. Lo más sencillo es estacionarnos en visiones del desastre que serán el resultado de los amenazantes discursos que escuchamos todos los días. Quizá no se necesite de mucha imaginación para saber que la inseguridad, la violencia, el crimen organizado y la inoperante política de seguridad y la creciente presencia de las Fuerzas Armadas en todos los ámbitos son parte de esa receta que nos lleva a imaginar un escenario poco favorable para los buenos deseos. Y, sin embargo, es necesario que los expresemos y los hagamos valer sin miramientos que la sociedad se reivindique como la protagonista del futuro y no solo como una simple máquina expendedora de votos y botín político.
Lo valioso es actuar a sabiendas que no solo se trata de las elecciones políticas, nos encontramos ante las puertas de un camino que podemos seguir andando o de un callejón cuya salida se nos perdió a lo largo del trayecto.
Mantengamos la esperanza así sin sesgo. De verdad espero que disfrutes de un estupendo año y nos sigamos encontrando en estas líneas que, sin duda, existen gracias a tu lectura y gentileza. Abrazos.
Pasando el maratón vacacional, los mexicanos reiniciamos nuestra vida habitual, y con ella vivimos "la cuesta de enero”, donde se hace frente a todos los adeudos contraídos en el año.
A eso debemos agregar la escalada de precios que registran los artículos de consumo de primera necesidad. La cuesta de enero, tan acostumbrada, este año viene con recargas de aplicación cutánea. El precio de la gasolina es solo el primer saludo, vendrán más.
Y recuerde se sugiere amable lector incorporar como meta personal de este 2024 que inicia, leer, o si es el caso releer, el libro El ingenioso hidalgo Don Quijote de la mancha.es increíblemente alta la proporción de mexicanos, a un profesionista o con estudios de grado, que reconoce no haber leído jamás esta obra cumbre de la literatura española. En contraste, un más alto porcentaje está al tanto o dice haber leído las novedades de éxito muchas veces solo comercial, los llamados best seller, muchos de estos verdadera basura que al cabo de poco tiempo nadie recordará. |
|