Con solidaridad y respeto a Cuitláhuac García Jiménez, Eric Patrocinio Cisneros Burgos, Ricardo Ahued Bardahuil y Rafael Hernández Villalpando
El afán del ser humano por comunicar lo llevó a crear mecanismos de todo tipo para dar a conocer sus ideas a los demás, desde la escritura, que fué un parteaguas en la historia mensajería instantánea.
Cada día los gobiernos generan y emplean una gran cantidad de información digital, por lo que es obligatorio implementar soluciones con tecnología de punta que garanticen seguridad y eficiencia en el manejo de los datos.
La gran promesa del gobierno de AMLO fue el cambio de régimen, la 4T, conducido desde su liderazgo personalizado.
Pero, ¿sabemos realmente en qué consiste? ¿Cuál es su perfil ideológico y programático y cuál es la ruta estratégica para lograrlo?
Quizás el rasgo más claro del cambio de régimen sea su política de comunicación social que es un nuevo estilo personal de gobernar.
El Presidente de la cara todos los días; ocupa permanentemente el espacio público, colocándose cerca de la gente y ello le da un enorme margen para fijar la agenda pública y también para definir cómo deben interpretarse los acontecimientos.
Esta aprobación asimétrica del espacio público ha mostrado a un Presidente trabajador y comprometido con fijar sus posturas, pero intolerante frente a la crítica y algunos de sus legisladores de sus partidos satélites ya tomaron nota.
Un diputado propuso hace días que se regule la libertad de expresión para ponerle frenos a los medios que responden a intereses privados y de derecha.
¿Eso es separar lo público y lo privado?
¿Así se quiere definir al gobierno como de izquierda?
Proponer reglamentar la censura para domesticar a la prensa está frontalmente reñido con la libertad de expresión.
Puede ser que no se propere esta grotesca iniciativa, pero queda abierta la pregunta si la incomodidad del gobierno con el periodismo crítico está modulando "al nuevo régimen".
El 62% de aprobación con la que hoy cuenta AMLO muestra el gran respaldo que tiene la promesa del cambio de régimen.
Valdría la pena que se aprovechara para ofrecernos mayor claridad sobre el perfil del "nuevo régimen".
La cita de AMLO confirma que la agenda para avanzar en uno u otro sentido, para conservar "la virtud y fortuna" de la que hablaba Nicolás Maquiavelo es corta y precisa: garantizar la seguridad, la pública y la jurídica; impulsar las inversiones nacionales y extranjeras, y lograr que el crecimiento sea lo suficientemente fuerte como para garantizar sus programas sociales sin devorar con ellos el presupuesto nacional.
Con estas tres premisas más allá de diferencias políticas e ideológicas, se puede trabajar sobre una base común con la enorme mayoría de los mexicanos.
La nueva administración tendrá que tomar en serio lo que pasó de largo para muchos.
Pero se nos encendió una intensa luz roja algunos han señalado que se desmanteló una parte operativa muy importante del SAT.
Los indicadores son alarmantes: ojo, son datos que no corresponden al período de López Obrador pero que dan cuenta de la magnitud del problema, y por tanto, sugieren la simpleza de decir que esos problemas monumentales que apenas existían hace un año son ya cosa del pasado.
En corrupción no estamos mejor.
Decir que ya no hay corrupción en México es fruto de la concepción moral y voluntarista de la política que tiene AMLO.
Si se quería hacer un guiño retórico de esperanza y de avance, bastaba decirte la corrupción se está desterrando en el gobierno federal y que ahora van por el resto del país.
Es cierto que ésta administración ha dado señales positivas en la materia.
Nada de eso había ocurrido en décadas y debe celebrarse.
Pero también es cierto que la captura de algunos "peces gordos" o el inicio de carpetas de investigación es apenas el inicio de una larga travesía.
Y también es cierto que lo punitivo es solo uno de los instrumentos para combatir la corrupción y la impunidad.
Hacen falta muchas cosas más.
En materia de impunidad un sistema moderno de procuración de justicia y un nuevo modelo de cárceles y centros de readaptación social.
En materia de combate a la corrupción: política preventivas.
Crear realidades virtuales a partir de las palabras conduce a la frustración.
Todos queremos que México se transforme.
Los pueblos no eligen demiurgos. Los demiurgos no son terrenales, son entes mitológicos. Los demiurgos no se equivocan, los humanos sí, toda su vida.
Se dice que la única diferencia entre un hombre inteligente y otro común es la velocidad para reconocer errores.
Ah, las estadísticas, esa herramienta fantástica con la que puede uno demostrar prácticamente cualquier cosa, queridos lectores.
En sus dos exitosos libros al respecto Joel Best nos hace un repaso de todos los trucos utilizados lo mismo por políticos, burócratas, economistas, periodistas o sociólogos para llevar agua a sus respectivos molinos con el uso inexacto o engañoso de las cifras.
Yo no me voy a meter al tramposo juego de descalificar las cifras, primero porque no soy economista ni actuario, y segundo porque creo que llevamos demasiado tiempo obsesionados con números que no necesariamente siempre reflejan lo que sucede en el país de verdad.
Prefiero dejarles un par de reflexiones para masticar, ya ustedes sabrán si las digieren o las escupen.
En 2018 prácticamente la mitad de los mexicanos, el 48.8% (61.1 millones) tuvo ingresos inferiores a la línea de pobreza.
El 16.8% (21 millones) vive con ingresos por debajo de la línea de pobreza extrema. Esos son datos del Coneval.
¿Usted cree, apreciado lector, que esa mitad del país le preocupa o le ilusiona la idea de un cambio de modelo?
¿Les alarmara mucho la cifra de crecimiento de 0.0% del PIB cuando todos los crecimientos anteriores los dejaron igual de pobres? ¿Será que para esa mitad de los mexicanos que vieron el despilfarro del gasto público puedan existir otros datos?
Nuestro país tiene enormes problemas y desafíos.
La seguridad, el Estado de Derecho, el combate a la pobreza y la desigualdad son algunos de los más apremiantes.
Tal vez sería hora de que asumieramos que hay algunas cosas en las que en México exige, al gobierno y a la oposición, seriedad y espíritu de colaboración.
Y entonces, tal vez podríamos avanzar un poco, que vaya que sí nos urge.
El orgullo cuesta muy caro.
Pues bien la crítica no implica necesariamente confrontación, es una práctica democrática, no hay gobierno que no la enfrente, y muchas veces aporta a evaluar que las diferencias no son irreconciliables, que la democracia implica pluralidad.
Y la pluralidad valora la diversidad, porque a partir de distintos puntos de vista de practicar el debate, se logra el triunfo de los mejores argumentos y por tanto de una mejor conducción.
La descalificación grosera, sátira, de encono a los críticos genera violencia verbal, peligrosa porque los seguidores y fanáticos pueden pasar de los dichos a los hechos y atacar o agredir a críticos, con lamentables consecuencias.
Ya de por sí enfrentamos asesinatos a periodistas con gran impunidad, por difundir información incómoda a carteles o autoridades menores.
El gran tema es el de la seguridad pública AMLO admitió no hay buenos resultados.
No se han resuelto y crecen índices delictivos.
Lo positivo del 1er Informe de Gobierno rendido ante el Congreso, es que AMLO se muestra con gran honestidad personal.
No me queda duda de que el próximo 16 de septiembre, a pesar de la adversidad, será también la oportunidad para que los soldados reciban muestras de admiración y agradecimiento por el verdadero pueblo, el bueno, que año con año se congrega para sentirse orgulloso de sus soldados que también son pueblo.
Es mi deseo que esos aplausos y esos vivas retumben en todo México, para ser escuchados por quienes deben reflexionar y recapacitar en una nueva estrategia de seguridad.
Pues bien Buda dijo: "No hay camino a la felicidad, la felicidad es el camino" |
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