“La diferencia entre literatura y periodismo es que el periodismo es ilegible y la literatura no es leída”. Oscar Wilde.
Pues bien, hoy más que nunca, el trabajo periodístico es indispensable para acercar a la ciudadanía a los asuntos públicos, a involucrar a la sociedad en la toma de decisiones, sí, pero con información que permita hacer esta tarea de la mejor manera.
Una vez más me permito hacer la pregunta, ¿dónde está la autoridad?.
No importa el partido gobernante, el síndrome ha sido el mismo: los gobernantes no quieren asumir que son Estado.
El Estado, status, está allí para conservar la forma organizativa que una sociedad se ha dado a sí misma.
Ahora que tanto se habla de conservadores, los hombres de estad, por su función, son conservadores del Estado.
Nicolás Maquiavelo se aparece, el príncipe debe velar primero por el Estado, para así lograr la tranquilidad de sus súbditos.
Por ello, está autorizado a recurrir a la panoplia que la ley establece. Ser un estadista supone una lealtad al Estado.
Un Estado herido, vilipendiado, motivo de burla, lacera a todos los ciudadanos.
En esto debe haber claridad.
No es un asunto, de derecha o de izquierda es una mecánica del mejor gobierno posible que ha sido diseccionada desde hace siglos.
El Estado no puede se intermitente, en ocasiones guarda el orden y en otras no, existe y luego no existe. Cuando esto ocurre, las señales se vuelven confusas, ello genera un forcejeo entra la autoridad y quienes atentan contra el status, que siempre los hay los hay. Ese cale a la autoridad es muy riesgoso.
Los adversarios del Estado escalarán por sistema hasta conocer su límites. El Estado debe actuar en automático para, así, establecer con toda precisión los ámbitos de cero tolerancias.
Destruir bienes públicos y privados se a convertido en un deporte nacional.
Allí donde el Estado reacciona en automático no se repiten los cales, los forcejeos, las marchas triunfales de quienes buscan subvertir.
La ofensa al Estado, como las que vivimos con frecuencia, ofenden al ciudadano porque ofenden al pacto que nos gobierna.
Por eso la irritación.
Claro que son provocaciones, pero la inacción no es una respuesta de Estado, es un incentivo para nuevas provocaciones.
Maquiavelo nos lo recordaría, prudencia, perspicacia, estrategia, pero, al final del día, el Estado, esa entelequia que nunca hemos visto ni veremos, sólo muestra su existencia en actos sensorial ente perceptibles, comportamientos lo primero.
El custodio del orden encarna en cada policía que hace respetar las señales de tránsito, en una multa y, por supuesto, en la contención de una marcha destructiva.
El daño está hecho, pienso en el prestigio del Estado que supone cierta majestad.
Un Estado que puede ser ofendido, un día sí y otro también, es un Estado débil.
Los policías y, por supuesto los miembros de las Fuerzas Armadas deben ser intocables.
Un Estado fuerte es el que reacciona sin cuestionamientos de culpabilidad.
Ese, a la larga, tendrá menos confrontaciones, será respetado, será más eficiente, habrá menos riesgos, más certidumbre en la convivencia.
“Muerte al Estado”, se leyó, se escuchó con mucho estruendo como consigna.
Clarísimo.
La deslealtad para con el Estado debilita a México.
En otro contexto sigo pensando que el Congreso de Oaxaca sorprendió con la aprobación de una reforma para la despenalización del aborto en uno de los estados más pobres y marginados del país, pero el camino en otra entidades para replicar la iniciativa es muy complejo por la fragmentación política y el doble lenguaje moral que frena el avance de derechos a la salud y reproductivos de las mujeres.
A pesar de las contradicciones políticas, el tema vuelve a la agenda nacional como muestra de que algo está cambiando en una batalla contra las apariencias que será larga en el debate público.
Una mezcla de gobiernos débiles en los estados, Congresos que obedecen a las lógicas políticas locales y mayorías divididas a su interior, como las de Morena, convierten a cada entidad en un caleidoscopio distinto.
Sus diferencias de un estado a otro encarnan las contradicciones del gobierno de AMLO sobre el debate de derechos reproductivos de la mujeres, que ha tratado de evadir con su propuesta de someter las libertades a consulta y el rechazo a la despenalización de algunos de sus principales aliados entre las Iglesias como los evangélicos.
El aborto divide opiniones en el país y Morena prefiere esquivarlo como un asunto que no es prioritario pero que, sobre todo teme reste votos o pierda el apoyo de iglesias que defiende la prohibición en las constituciones locales de 20 Estados.
¿Qué ocurrió en Oaxaca para que el Congreso superara actos de repudio contra la despenalización entre gritos de “asesinos” y amenazas de excomunión?.
¿Por qué una de las entidades más marginadas, con 400 municipios indígenas y altos índices de abortos clandestinos, se convierte en hito del movimiento feminista y epicentro de la “marea verde” en el país?.
¿Por qué no Hidalgo u otro, a pesar de que, por ejemplo, México quintuplica la tasa de embarazos adolescentes de la OCDE?.
EL movimiento de mujeres de Oaxaca lo explica por la tradición de resistencia con ejemplos como la APPO en 2006 o la oposición de magisterio a las reformas educativas, en su caso por el riesgo que cada año corren 9000 mujeres en abortos clandestinos y que son la tercera causa de muerte de mujeres en el estado.
Hoy, las presidencias del Senado y Cámara de Diputados las ocupan mujeres como prueba del avance en espacios de poder.
En la conmemoración de la Acción Global por un Aborto Legal, Seguro y Accesible, México tiene poco que celebrar: el aborto inseguro es la cuarta causa de muerte materna.
Aunque otro punto de vista, lo importante es que cada vez hay más mujeres decididas a movilizarse para devolver el tema de la agenda pública para que su situación cambie.
La democracia es el mejor sistema para que la mujeres desarrollen sus capacidades.
Sostener la democracia no es “coser y cantar”.
Guillermo Cejudo afirma que: “El reto es que la burocracias estén bajo el control político de las instituciones democráticas, pero que mantengan autonomía, a través de leyes y contrapesos, para no ser capturadas por agendas partidistas o personales, y que cuenten con capacidades administrativas para cumplir con el mandato democrático expresado en las urnas”.
Hoy gracias al esfuerzo de muchísimas mujeres a su valor, a su incansable deseo de libertad, (casi) todas la adolescentes tienen todos los caminos abiertos, cualquier campo del saber es espacio para su desarrollo.
En estos tiempos de confrontación y muchas veces de intolerancia, cabe recordar a Montesquieu: “La libertad es el derecho de hacer todo lo que las leyes permiten, y si un ciudadano pudiera ser lo que ellas prohíben, ya no habría más libertad porque los demás también tendrían ese poder”. |
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