Francisco Cabral Bravo
Con solidaridad y respeto a Ricardo Ahued Bardahuil y Eric Patrocinio Cisneros Burgos
México es un país en el que se habla mucho de lo que hay muy poco: justicia. El Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE) ratificó que la justicia sigue siendo una añoranza, al decir que está fuera de alcance de la mayoría, rezagada, olvidada y en muchos casos retrasada; que suele ser excluyente, lenta, compleja y costosa.
En otro tema en 6 años (2016-2022) el número de personas en situación de pobreza se mantuvo casi igual, con alrededor de 98 millones de pobres, de acuerdo con estudio realizado por el economista por la UNAM, Julio Boltvinik, para analizar la evolución reciente de la pobreza en México.
Con el apoyo de Evalúa CDMX y el Método de Medición Integrada de la Pobreza a las bases de datos de la ENIGH, el investigador revela que si bien hubo una tendencia la baja de la pobreza, ésta fue mínima, al pasar de 78.8% al 75.8%, un ritmo de que mantenerse, la pobreza en nuestro país se eliminaría en 150 años.
La anterior evidencia las ineficientes políticas implementadas por el actual gobierno. Por otro lado, sobre la pobreza por ingresos, se encontró una baja de cinco puntos, algo que el Gobierno Federal atribuye a los programas sociales, pero que Boltvinik descarta, y da crédito, en cambio, a la política salarial y a la recuperación económica. Sobre las transferencias de los programas sociales, el economista sentenció que hubo un incremento importante en contraste con las renumeraciones. Mientras éstas crecieron solo 9.1%, las transferencias lo hicieron 118%, es decir, 13 veces más. Sin embargo, las que más valor tienen son las renumeraciones al
representar el 18% del PIB contra 1.4% de las transferencias, a la que calificó como regresivas en el actual gobierno.
Por último, para el especialista en pobreza, el Coneval no mide realmente la pobreza, lo hace desde un punto políticamente cómodo, ya que mide la pobreza de ingresos sin ajuste a cuentas nacionales.
"Un hogar sin ingresos no sería pobre para el Coneval si no presenta una carencia social en vivienda, educación, etc. Se moriría de hambre, para el Coneval no sería pobre", señaló el experto en su columna de La Jornada.
El Inegi publicó hace poco los resultados de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares 2022. Los datos más festejados por el gobierno fueron que el promedio del ingreso corriente trimestral por hogar aumentó en 11% respecto al 2020, llegando este año 63 mil 695 pesos, y que disminuyó la diferencia de ingresos entre los más y los más ricos, pues estos últimos ya "sólo" ganan en promedio 15 veces más que los más pobres.
Según la OXFAM, "Las fortunas de los 15 multimillonarios mexicanos aumentaron en 645 mil millones de pesos (unos 32 mil 250 millones de dólares), el equivalente a un tercio de lo que tenían antes, durante la pandemia de Covid-19". (Forbes, enero 23 de 2023). Pero no se trata de enfrentar al pregón triunfalista del Presidente una visión opuesta solo por contradecirlo. La discusión debe ubicarse en el terreno del análisis científico de la realidad. Pero, una vez más, la terca realidad, los datos y los análisis serios lo desmienten. Un millón de familias vive al borde de la hambruna, según la misma ENIGH 2022: "De las más de 15.4 de millones de familias en el país que tuvieron dificultades para satisfacer sus necesidades alimentarias el año pasado, 959 mil 608 pidieron limosna. El año pasado, 4.42 millones de mexicanos sintió hambre y no comió, mientras que 3.19 millones de adultos comió solo una vez al día o dejó de comer todo un día". (Expansión, 1 de agosto de este año). La inmensa mayoría de los mexicanos viven en pobreza y pobreza extrema.
"Con mil pesos ya no se puede comprar nada", con esa forma lapidaria y precisa con que la gente suele llevar la estadística me comentó una señora. Hablo, por supuesto, del pueblo mexicano. En un país que forma parte de los veinte más ricos del mundo, la inmensa mayoría de la población, la que produce la riqueza, vive en la pobreza. En efecto, el aumento constante de los precios rebasa con mucho a los ingresos de la población trabajadora, hace 30 años que el salario real se encoge y la gente tiene que estar haciendo la multiplicación de los peces y los panes para alimentarse. El pueblo mexicano está oprimido porque se alimenta muy mal y alimenta muy mal a sus hijos.
Pero no solo por eso. Lo está porque no puede curarse de enfermedades sencillas que se curan o controlan muy eficientemente con la ciencia moderna y menos todavía puede curarse de enfermedades complicadas, de ésas que requieren cirugías o tratamientos largos. ¿Y la educación, una de las necesidades vitales de la población, es decir, el acceso a los avances científicos y técnicos y a la cultura creada por la humanidad? Para el pueblo, en tanto que oprimido, están vedados. Se sabe que la proporción de la población que no entra a los servicios educativos es altísima, aceptable. Llegar a la cúspide de la educación es, pues, una hazaña y, no precisamente, de trabajo duro y tesonero, que no lo descarto, sino una proeza económica del alumno y su familia. ¿Y qué decir de la calidad? Hay muchos profesionistas inteligentes y avispados que, gracias a la poca importancia que el Estado mexicano le brinda a su educación, no saben leer y comprender textos elementales.
Hay otras formas de opresión en esta décima sexta economía del mundo, la vivienda, por ejemplo.
¿El otro México? No, no nos confundamos, y subrayo: es el mismo México. Este que digo, es sólo la parte que crea a la otra. Nadie debe sorprenderse si se sigue hundiendo el salario real.
Mientras tanto, se mantiene bien trabado el cerrojo para que el pueblo entre a la democracia.
Breve y muy torpemente descrito, ése es el México real. Eso es lo que tiene que cambiar. No obstante, el panorama es sombrío. Ya está preparada la continuidad. Ya se entregó el bastón de mando. ¿Es cuestión de género o de voluntad política? porque, no tengo duda, pueblo mexicano quiere vivir seguro, antes que nada, por eso lo consigno en primer lugar. La demanda más básica y elemental, la más actual y la que ha concitado el clamor, el grito unánime de todos los mexicanos, es la seguridad, la paz social. No importa que la pobreza como lo ha demostrado Julio Boltvinik de manera magistral, no solo no haya disminuido, sino que haya crecido. Las ayudas no han acabado con la pobreza, no la acabarán nunca.
En otro orden de ideas, la oración más poderosa es aquella que se hace con agradecimiento sincero. Hay que orar, agradeciendo. Como si los sueños que deseamos, ya hubiesen sido logrados. Como si nuestras peticiones ya hubiesen sido otorgadas.
"Por eso os digo que todas las cosas por las que oréis y pidáis, creed que ya las habéis recibido y os serán concedidas" Marcos 11.24
Y cuando estéis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que también vuestro Padre que está en los cielos os perdone a vosotros vuestras ofensas. Marcos 11.25
La importancia de ser agradecidos es mencionada por el maestro Jesús en el Evangelio, en diversas ocasiones. De diez hombres enfermos que sanó, solo uno regresó a darle las gracias. "¿Acaso no quedaron limpios los diez? ¿Dónde están los otros nueve? ¿No hubo ninguno que regresara a dar gloria a Dios? Lucas 17:12-19
Ser agradecido implica tener educación y buenos principios. Pero también confianza en sí mismo, humildad y un alma noble. "Nada es más honorable que un corazón agradecido" Séneca.
Saber dar las gracias es como la puntualidad. Se considera cortesía de reyes, hábito de príncipes, costumbre de caballeros y deber de la gente educada. Sin embargo, cuando vamos más allá de las formas
protocolarias y sabemos agradecer, profundamente desde el corazón y con el alma, hemos realizado un trabajo de conciencia y de ubicación existencial.
El sentimiento de gratitud, si bien es emocional, también puede ser intelectual y cognitivo. Para el budismo, el cristianismo, el judaísmo, taoísmo, y muchas otras corrientes religiosas y filosóficas, la gratitud significa conocimiento.
"Es a través de la gratitud por el presente que se abre la dimensión espiritual de la vida" Eckart Tolle.
El conocimiento intenso profundo, álmico de la gratitud abre puertas a la sabiduría, a la creatividad y al poder del Universo.
Es importantísimo aprender a ser agradecidos. Hay que cultivar esa hermosa virtud. Como dijo Marco Tulio Cicerón. "Tal vez la gratitud no sea la virtud más importante, pero sí es la madre de todas las demás".
La vida misma nos conduce a las puertas de nuestra experiencia existencial. Las que decidamos abrir, sin duda alguna, nos confrontarán. Algunas nos llevarán por caminos de felicidad, fortuna, y éxitos. La gratitud puede aflorar entonces con facilidad. Aunque no es una regla. Siempre hay gente que no sabe decir: ¡Gracias!
Otras nos conducirán al dolor, la frustración, la decepción o el desaliento. La ineluctable realidad de nuestra existencia aflora tarde o temprano. Si nos dejamos llevar por ese torrente de sensaciones negativas, el sufrimiento, el rencor y hasta el odio pueden apoderarse de nosotros. La meta, si escogemos esta negatividad es una espiral succionante de fuerzas oscuras.
Aquí es donde cabe el trabajo interior y espiritual.
Experimentar gratitud ante experiencias dolorosas, frustrantes o decepcionantes requiere de fortaleza, paciencia, tiempo y mucho trabajo.
Atormentados espacios y perturbados abismos se nos manifestarán al intentar interiorizar en nuestra afligida alma.
Ante el trabajo interno padeceremos enojo y tristeza. Sufriremos angustia y desconsuelo. Palparemos a la aflicción y a la soledad. El camino a la redención empieza por la aceptación de que no somos perfectos. El falso orgullo y la soberbia son pésimas consejeras. Aceptar el bálsamo reconfortante del perdón a nosotros mismos es el principio. Nos hemos fallado. El perdón hacia otros hay que entenderlo y hacerlo por nuestro propio bienestar. Perdonamos porque significa renacimiento y crecimiento de uno mismo. Una ventana a la sabiduría. Podremos pasar a agradecerle a aquél que en su momento nos ha hecho daño o nos hizo pasar por experiencias, non gratas, cuando reconozcamos en él, su esencia de "maestro". Esos maestros nos llevan a crecer. No es fácil admitirlo. Pero tampoco es fácil el crecimiento. |
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