Francisco Cabral Bravo
Con solidaridad y respeto a Ricardo Ahued Bardahuil e Ing Eric Patrocinio Cisneros Burgos
Los partidos políticos tienen una guía por el poder que jamás ocultan, se muestran mermados ideológicamente y entre todos le han propinado una verdadera paliza a la ética. Evidentemente la política es un asunto terrenal, de hombres y no dioses, sólo que los desfiguros se multiplican para que tengamos élites onerosas, opacas como decadentes. En la actualidad nuestros partidos navegan en la nada del pensamiento político, un día son aliados de ocasión al filo del más incomprensible pragmatismo, después se cuestionan y parece que su única misión es ganar poder al más típico estilo maquiavélico, como sea. En estos tiempos, los cuadros de los diferentes partidos políticos exhiben sin pudor alguno su grado superlativo de ignorancia, los debates se anulan, las ideas palidecen ante la lluvia de exabruptos lanzados por doquier como sistema.
La política como tal es ciencia, arte, teóricamente es algo muy distinto a lo que ocurre en la práctica en donde prevalece la condición humana que tiene mucho de miserable. No hay referentes intelectuales importantes, la formación de cuadros se posterga y por ello vemos las mismas caras, idénticos estilos, así hasta el hastío. Las ideologías están al borde de la extinción porque muchas las suplantan a través de su catarsis, por pragmatismo rampante.
En suma, las ideologías lucen inexistentes, la lógica del poder inmediato marca otros rumbos. Además vemos la depredación de la clase política decadente en términos de querer llevarse todo, de generar una cúpula oligárquica en la repartición de lo que se tenga que repartir cerrando filas a toda costa y esto se convierte en el gobierno del pueblo sin el pueblo. Y como dice el refrán: "en la victoria, humildad; en la derrota, dignidad y en lo esencial, unidad".
No olvidemos que el partido en el poder ya anunció que antes de septiembre tendrá a su candidato y la oposición sigue deshojando la margarita desde hace más de un año.
Si los partidos no quieren involucrar a los mexicanos es momento de que los ciudadanos alcen la voz y que exijan a los partidos seriedad y compromiso por México, ya basta de pactos en lo oscurito, repartición de cuotas y candidaturas entre amigos, así como hemos comentado en varias ocasiones en este espacio, reiteramos el llamado a los partidos políticos a que abran sus procesos internos a la ciudadanía, esa es la única opción en la que la oposición tendrá una oportunidad de ser competitivo en 2024.
Como lo ha señalado Luis Almagro, secretario general de la OEA, el más grande desafío que enfrenta el continente es conciliar un modelo de elecciones libres y justas con un modelo económico capaz de acabar con las injusticias y las desigualdades. Los nuevos retos de la democracia solo se solucionan con más y mejor democracia.
La idea del Estado entró en crisis a inicios del siglo XXI. Su incapacidad para responder a su función fundamental: mantener el orden, es cada vez más evidente. Pese a ello, el Estado quiere persistir. De allí los constantes intentos de volver a sus formas autoritarias que alcanzaron su cúspide en el siglo XX y que Octavio Paz, en El ogro filantrópico, ese ensayo que, publicado hace casi cincuenta años, no ha perdido vigencia, describió "como una fuerza más poderosa que la de los antiguos imperios y un amo más terrible que los viejos tiranos y déspotas", un ser "sin rostro, desalmado, que obra no como un demonio, sino como una máquina". Según Octavio Paz, esa máquina adquirió en México una forma particular, no borró los rasgos del monstruoso rey hierático que aparece en el frontispicio de la primera edición del Leviatán de Hobbes. Lo transformó en un gigantesco ser de cabeza desproporcionadamente grande, apetito voraz y enorme fuerza, que las mitologías llaman "ogro", y cuyo cuerpo, como el rey de Leviatán, está conformado de muchos seres, un monstruo que al mismo tiempo, o los Estados
liberales, intentó modernizar el país construyendo instituciones e industrializándolo, mantuvo semejante a los totalitarios, una estructura centralizada que, en nuestro caso, hunde sus raíces tanto en el mundo colonial como en el prehispánico.
Cuando Octavio Paz hizo esta descripción, pensaba, no sin cierto escepticismo, que las reformas políticas que entonces el PRI iniciaba para mantener su legitimidad y dar cabida al pluralismo, podrían a la larga convertir el cuerpo del ogro una democracia moderna. No fue así. La pregunta que se hizo en ese mismo ensayo: saber si el ogro podría gobernar sin el PRI, quedó resuelta.
El triunfo de Morena es, en este sentido, una respuesta a la pregunta de Octavio Paz: el ogro no puede gobernar sin lo que fue el PRI ni los mexicanos ser gobernado sin él. Pero al mismo tiempo es un intento ridículo por rehacerlo. La 4T, un eufemismo de la revolución institucionalizada, no es el viejo PRI ni López Obrador el wey tlahtuani de sus épocas gloriosas.
Mover aunque sea un milímetro la trayectoria de un barco grande no es fácil.
Vencer el peso monumental de la inercia cuesta mucho. Pesa el pasado con frecuencia en exceso. Si lo consigues, al cabo del tiempo, el punto del destino puede llegar a ser radicalmente distinto al que estaba inscrito en el origen. Intentar alterar trayectorias de vida es un poco como girar la dirección inercial de un trasatlántico. Lograrlo requiere una inversión de energía enorme, pero si lo logras, se abren posibilidades y horizontes insospechados.
Y cambiando de contexto y, como bien dice Dante Delgado "la política no es, va siendo". El significado de esta frase es que en política no hay nada escrito, las fichas se van moviendo por voluntad y pragmatismo o por las circunstancias, sin que podamos prever con alguna exactitud sus ires y venires. Quiere decir que las certezas de hoy pueden dejar de serlo mañana.
Él va siendo es parte de la política y de la democracia. Quienes hoy son enemigos o adversarios, mañana pueden ser aliados. Hoy Claudia
Sheinbaum es la favorita del presidente, mañana quién sabe. No es posible prever el rompimiento de alguna de las corcholatas con el Ejecutivo, de no ser él o la elegida. Hoy la coalición Va por México está prendida con alfileres, mañana puede afianzarse, pero, también, deshacerse. Hoy Movimiento Ciudadano no acaba por definirse, las combinaciones posibles para el 2024 son, por el momento, muchas y muy variadas. Ya sabes por quién vas a votar.
Del lado de la oposición, la política no está clara.
Peor todavía. En un contexto de sucesión adelantada parecen pasmados ante la cercanía de las elecciones, la interferencia de Morena.
Mientras Morena y sus corcholatas van en caballo de hacienda, partidos de la alianza Va por México siguen deshojando la margarita sobre si irán juntos a las elecciones de 2024, cuál será el método de selección del abanderado (a), cuáles los criterios para distribuir los literalmente, miles de puestos que se disputarán en 30 de las 32 entidades federativas y cómo quieren aterrizar el discurso de que "ellos" quieren la participación de la sociedad civil. ¿Será que no aquilatan que está en marcha una elección de Estado como las que hacía el PRI en el pasado?
Y si el amable lector tiene temple para ver hacia abajo, haga su propio ranking de lo que en los últimos sexenios hemos elegido como gobernadores, como senadores, como diputados y como alcaldes. Estoy seguro de que cuando los califiquen con su íntima y sincera reflexión, le va a dar miedo la ligereza con la que jugamos a la democracia, tanto nosotros como también otros pueblos.
Nunca me ha gustado mucho el refrán "las palomas tirándoles a las escopetas", porque presupone que el papel indefectible de las escopetas es matar palomas, y el de las palomas resignarse en silencio a su papel de víctimas. ¿Cómo una paloma se va a volver contra una escopeta? Se trata de una justificación de la ley del más fuerte, contra la que no hay nada que hacer. Las escopetas son
escopetas, para eso fueron fabricadas, para disparar y matar, y las palomas son palomas, para eso nacieron.
Los mexicanos debemos votar conscientemente en los procesos electorales, hay que dejar la apatía y el desinterés porque, de lo contrario, quienes sí voten podrían defender a los que lesionan los derechos de todos.
La ciudadanía en general debe participar en la política porque los ciudadanos debemos combatir enérgicamente el abstencionismo.
No deben votar de acuerdo con sus razones e intereses personales sino con base en los intereses populares.
El Pueblo de México debe participar y tomar partido en los procesos electorales. Consideramos que la apatía, el desinterés y la falta de decisión, la consecuencia de estas actitudes, lo afectan directamente porque si no se vota, los que sí sufragan pueden elegir a quienes defienden posiciones políticas que lesionan los derechos constitucionales de los mexicanos.
Y para finalizar sin advertirlo, en esa lucha dónde excesos y exageraciones han sido el sello de la actuación de los partidos y candidatos pisarán un campo sembrado de minas, cuyo cultivo se debe a ellos mismos. Quizá por ello y pese a la intrínseca importancia de esas elecciones, la atención está puesta, sobre todo, en los derivados y las consecuencias que ya han acarreado y habrán de acarrear a la configuración de las alianzas y los métodos de selección de quienes antes de finalizar este año, harán suya la candidatura presidencial en la respectiva formación donde militan o participan. Quien no entienda el ajuste de la correlación de fuerzas y replanteé la estrategia podrá ver caer las hojas del calendario como el otoño invierno de sus posibilidades. El concurso en que los actores políticos se han insertado es peligroso.
Al fin y al cabo, lo relevante es alcanzar los fines, sin importar los medios. |
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