Como lo he comentado en este espacio en varias ocasiones el 2020 fue un año muy sui generis, por decir lo menos. Desde pensar en la posibilidad de una tercera guerra mundial y observar la erupción al unísono de más de ocho volcanes del cinturón de fuego del pacífico, hasta la pandemia de Covid-19, el año 2020 no nos dejó de sorprender. Hay muchas lecciones que deja la pandemia, tal vez la mayoría de ellas no son evidentes aún, pero una es incuestionablemente clara es que debemos enfrentar el problema de las pandemias en el futuro con mayor humildad y seriedad, pues esta no será la última pandemia que veremos ni tiene porqué ser la más grave.
Lo único seguro en el futuro es que vendrán otras epidemias que podrán ser peores que la actual, si no cambiamos nuestra manera de interactuar con el medio ambiente de forma radical.
La globalización, la urbanización, la concentración de personas en un entorno insalubre como ocurre en los cinturones de miseria de las mega urbes de Asia, África y América Latina, son precisamente los ambientes propicios para que aparezcan nuevas pandemias. Lo que nos debe quedar claro, es que nuestro modelo de desarrollo necesariamente seguirá teniendo una relación disruptiva con el medio ambiente, y que lo que hemos vivido con todo su trágico corolario no es la conclusión, sino apenas un capítulo más de una historia que seguirá. México es más que un gobierno. Y nosotros somos México.
Nadie puede enseñarnos como vivir con falsos consejos de parte de nuestros gobernantes que ni ellos cumplen, somos libres de elegir el tipo de vida que nos haga felices, no importa lo que piensen los demás. Sólo necesitamos que las leyes se cumplan. ¿Sería mucho pedir? Pues pedir no empobrece, dar es lo que aniquila. AMLO dice haber ahorrado miles de millones, pero no dice en qué lo gastó. Creció la deuda, el sistema de salud registra graves carencias, la delincuencia sigue en aumento, las escuelas sin saber a ciencia cierta cómo emprender el aprendizaje a distancia. Y el Ejército sustituye instituciones y funciones públicas y privadas.
Pese a todo, no podemos renunciar a un poco de paz, de armonía y felicidad con los nuestros.
Compartir, comunicarse, esperanzas, dudas y miedos, todo es parte de la vida. Simular no ayuda. Dejemos atrás estereotipos que nos esclavizan, nos limitan y confrontan. Somos iguales, todas las personas tienen todos los derechos.
Concluyó el 2020. Muchos se fueron para no volver. Los demás pedimos se nos descuente un año en el cual no pudimos seguir con nuestras vidas. Todo cerró en 2020. Escuelas, cines, teatros, gimnasios, restaurantes, comercios, iglesias, centros laborales.
Algunos ya no volverán a abrir sus puertas. Cerró el empleo con caídas de millones. Cerró la economía con la mayor contracción en décadas.
Se cerró el diálogo político y la libertad de expresión a periodistas, feministas, partidos, instituciones, organizaciones de la sociedad civil.
Cerraron guarderías, refugios, seguro popular, fideicomisos, servicios públicos. Se cierran y acuerdan alianzas. Las “buenas” son de Morena-PVEM-PT y partidos que compiten por primera vez y no pueden coaligarse. También se cerró el trato PAN-PRI-PRD y algunos partidos locales, los “malos”. Las elecciones de 2021 en la mira del actuar gubernamental. Se cerró el círculo cercano a AMLO, cambios de gabinete y consolidación de aliados han jugado a favor de reformas legislativas que ponen en riesgo incluso el sistema financiero del país.
La generosidad a los amigos y parientes no ha cerrado.
Se cerraron las licitaciones públicas, se suspendieron obras de infraestructura y de mantenimiento básico. Los contratos se cierran por invitación o adjudicación directa. Los hospitales, clínicas y centros médicos siguen dando atención, con médicos y enfermeras en riesgo y sin medicinas. Se cerró la distribución nacional de medicamentos por “cara” y seguro corrupta. Sigue el cierre para adquirir medicamentos para tratamiento de cáncer, VIH y otros más que no se distribuyen a las localidades.
Se cerró el paso a energías limpias e incluso se les culpa de los fracasos de la CFE. Todo en el día de los Santos Inocentes, con más de 10 millones de afectados. Se cierran las coinversiones público-privadas. Las tres grandes obras de AMLO se cerrarán con recursos públicos que no se destinan a las prioridades de salud y de seguridad.
En educación se cierra otro ciclo, el de la calidad educativa, el de formación de profesionales y especialistas en otros países para mejorar aptitudes. Ya no sirven la investigación, la creatividad, ni el conocimiento. México cierra intercambios culturales, académicos y científicos. Gobernar es muy fácil y extraer petróleo es solo cuestión de perforar, ha dicho AMLO. ¿Para qué estudios, ingenieros e inversionistas?
PEMEX puede cerrar si continúa perdiendo tantos miles de millones de pesos y arrastrar al país. No aumenta la extracción, no se respetan contratos, ni se promueven nuevas inversiones público-privadas. México cerrado a las nuevas tecnologías no solo en energía, también en otros campos y la cobertura no será suficiente.
Se cerró el NAIM de Texcoco y se malbarató materiales; se inundó y se está construyendo por el ejército nuevo aeropuerto en Santa Lucía que no sabemos si funcionará y cómo se conectará con el AICM y el de Toluca. Ahora los militares serán también operadores de servicios de transporte aéreo, en varios aeropuertos, situación que a nivel comercial mundial no se registra como algo necesario o seguro. El turismo no cerró en todos los frentes porque nuestro país sigue con una política abierta a la movilidad, pese al Covid. Más de 123 mil muertos.
En fin cerramos muchas ilusiones y esperanzas. AMLO despertó en el pueblo mexicano muchas expectativas. Ciertamente el combate a la corrupción, contrastes sociales de pobreza y riqueza, atrasos en distintos campos, por una sociedad más igualitaria y solidaria, mejores niveles de crecimiento económico fueron banderas de campaña a las que muchos respondieron con su voto. AMLO confía en mantener ese apoyo. Pero los márgenes se cierran.
Aunque la culpa sea del neoliberalismo, de ex Presidentes, de empresarios sin iniciativa propia, de inversionistas aprovechados, de medios y periodistas vendidos, en fin, hay tantos culpables que la lista se me escapa.
Aún así no debemos perder la esperanza. Porque un hombre no la puede representar. Es un sentimiento colectivo fruto de nuestra historia. México es más grande que sus gobiernos. Porque como lo he dicho, México somos nosotros, los que a diario luchamos por mejorar nuestro trabajo y nuestra vida familiar. Este 2021 no perdamos la esperanza. Cierto vendrán tiempos aún más duros, pero nada es para siempre. Recuperemos la alegría y renovemos el ánimo para 2021.
Si bien la vacuna Covid no arreglará todo, por algo empezará. Vamos juntos a elecciones limpias, a diálogo político y acuerdos, así se construye la Patria. La realidad se impone.
Sin embargo, los escenarios no arrojarán grandes sorpresas las primeras semanas del año.
Así que transformarse o morir, ese es el nombre del juego. |
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