Con solidaridad y respeto a Cuitláhuac García Jiménez, Eric Cisneros Burgos, Ricardo Ahued Bardahuil y Rafael Hernández Villalpando.
Después del primer año de esta administración de López Obrador, marcharon miles de personas con el objetivo de expresar el desacuerdo con las políticas y decisiones de su gobierno.
Se trata de la mayor manifestación pública que se organiza hasta ahora, para expresar desacuerdo con el gobierno federal. También se trata de un sonoro y rotundo fracaso. Una oportunidad perdida.
Ciertamente lo que pudimos ver en los reportes periodísticos sobre la manifestación, es que convocó a un grupo heterogéneo de personas que tenían distintas motivaciones para marchar, pero que estaban desarticuladas entre sí; que no compartían un objetivo en común y que no tenían claro qué querían lograr como movimiento.
La manifestación pudo haber convocado a mucha gente en muchas partes del país, y lo hizo, de eso no hay duda, pero esa desarticulación de propósito la convierte en flor de un día, en un desahogo efímero, en un petardo sin mayor transcendencia.
El tema central de la marcha, el mensaje final que quedó en la mente de los ciudadanos, no fue expresar desacuerdo con el rumbo del país ni al de darle forma a un movimiento opositor. El tema de la marcha que se recordará en última estancia, será la justa exigencia de la familia Ale Barón por justicia y seguridad.
Los principales, no los únicos convocantes de esta marcha son una organización llamada Nosotros Somos Chaleco México.
El video difundido en redes por Chalecos México para invitar a la marcha es ambiguo. No expresa motivos concretos ni razones específicas. Más que un proyecto congruente parece que lo único que los convoca es el rechazo al proyecto de AMLO. Y esa ambigüedad de propósito permite que se les niegue agencia en el diálogo nacional, que no se les admita como interlocutores del poder, y que se les menos precie llamándoles conservadores y derrotados morales.
Y es que no faltan motivos para estar inconforme, esos sobran. Lo que hace falta es una narrativa congruente y convincente. Los convocantes no han logrado crear una historia que los una.
Y aquí no estoy hablando de la ausencia de liderazgos, sino de lo que Yuval Noah Harari autor del bestseller Sapiens, habla cuando dice que en los mitos y las historias son formadores de civilizaciones, y que la imaginación colectiva es el cemento que hace posible la cooperación social de grandes grupos humanos.
Marshal Ganz profesor de Harvard y antiguo activista social, dice que las historias nos ayudan a tomar decisiones; nos ayudan a conectarnos con los recursos morales y emocionales que requerimos para enfrentar conscientemente lo desconocido, la incertidumbre que aparece cuando estamos por tomar la decisión de participar o no en un movimiento.
Lo que le hace falta contestar con claridad a este movimiento son las siguientes preguntas. ¿Por qué estoy participando? ¿Qué quiero lograr? ¿Cómo lo vamos a lograr juntos?.
Ante la crisis de los partidos políticos y la desconfianza de los ciudadanos en la democracia, tal vez la única esperanza de que se conforme desde el sociedad un contrapeso real al gobierno sea la organización ciudadana. Pero eso requiere un propósito claro, con objetivos concretos, que puedan comunicarse dentro de una historia, una narrativa que persuada, que motive y que inspire.
¿También tiene las manos en la cabeza al terminar de leer esta columna o ya se acostumbro?.
Pues bien la legitimidad que se construye día a día es tan importante como la legitimidad de origen.
El apoyo popular que una persona tiene para acceder a los cargos de elección popular es una de las piedras angulares de la democracia moderna, pero no la única.
En estos momentos es necesario hacer un alto en el camino porque padecemos un contexto político y social sumamente polarizado.
En las conversaciones en el trabajo, con las amistades e incluso en las familias, fácilmente emergen las divergencias y la confrontación entre posiciones respecto al gobierno y el Presidente, lamentablemente, en ciertas ocasiones esas divergencias discursivas se vuelven irreconciliables y han llegado a ciertos niveles de violencia en los actos públicos.
Se está perdiendo el rumbo de los valores que se debieran privilegiar en la construcción de la sociedad en la que aspiramos que vivan nuestros hijos.
Quienes ejercen funciones públicas deben comprender que ejercen una investidura que rebasa sus propias características personales. Los servidores públicos están comprometidos con una nación, más allá incluso de su propio partido y seguidores, puesto que ahora debe gobernar para todos; por tanto, deben gobernar pensando en lo que s espera de ellos. La evaluación de las principales acciones de gobierno se debe realizar en el contexto de respeto a los derechos y principios de una democracia constitucional.
Porque ahora se gobierna para todos; pero también se debe respetar la división de poderes, porque en ella radica la protección de los derechos referidos.
La sensatez no campea. En un año se han desatado muchos demonios que enferman a la sociedad.
Pienso, si lo despojamos de sus tintes ideológicos, el revisionismo no es malo. Es la reconsideración de las premisas y/o el estudio crítico de los hechos para rectificar.
Siempre hay tiempo de rectificar. No puede hacerse con discursos triunfalistas y oídos sordos. Hace muchos años que un Presidente en México no tenía el poder suficiente para impulsar un nuevo modelo.
Supongo que lo que AMLO quiere es una economía competitiva con un Estado de Bienestar y, espero, la preservación de la democracia. El Estado de Bienestar requiere de tasas de crecimiento elevadas de la suma de la inversión pública y privada, un buen sistema impositivo que compense la desigualdad y un gasto público capaz de brindar los bienes y servicios mínimos para los ciudadanos. Todo esto necesita, a su vez, de niveles de seguridad razonables.
El otro frente está aún más complicado. La inseguridad no cesa y no hay punto de inflexión que indique el inicio de su disminución.
Estos dos frentes abiertos y en franca crisis pueden frustrar las buenas intenciones de un poderoso y bien intencionado Presidente. ¿Por qué la negativa hacerlo?.
El futuro no puede darse lujo de caminar en dirección contraria.
Cambiando de tema, nos han dado tantas explicaciones de por qué no existe la justicia en este país, que cuando alguien se atreve a definírnosla de manera tan clara nos sentimos aliviados.
La doctora Ana Laura Magaloni, habló de su actual tarea, el proceso de transformación de la Procuraduría General de la Justicia dela CDMX; fue contundente, es un proceso que durará casi todo el sexenio y es el cambio de un sistema en su estructura y operación, incluso en una cultura distinta de entender la impartición de justicia. Se encargará de cambiar todo el trato a las víctimas desde su primer contacto con la autoridad; insisto, una tarea compleja y titánica.
¿De qué habla cuando se refiere a la justicia?. Es muy fácil, así lo describe: “He sido una defensora de que mientras que la seguridad sea coacción y no le demos un espacio a la justicia, el país no va a lograr pacificarse, y me pregunto ¿qué es la justicia. Pues la justicia sobre todo es una explicación, una explicación a la víctima, una explicación a la sociedad, una explicación al juez de qué pasó, quién es el responsable y cuál debe ser la sanción, en pocas palabras la justicia es una buena explicación”. En años no habíamos escuchado una definición tan contundente de lo que necesitamos para alcanzar la paz.
Compareció ante el Senado, y repitió lo que desde hace años nos ha dicho: “Si de lo que se trata es de separar el poder económico del poder político, lo que se necesita es colocar entre ambos el poder económico del poder de las intenciones de justicia y de persecución criminal”.
Magaloni significa una voz y una mirada equilibrada, académica y de vanguardia, su claridad nos acerca a algo que pensábamos lejano, es posible transformar este país desde instituciones honestas, aunque ni siquiera sepamos si alguna vez existieron.
Ana Laura Magaloni versus Margarita Ríos-Farjat-Magaloni salió con el brazo levantado ante el reconocimiento de varios legisladores. Nos cuentan -Ríos-Farjat tiene el apoyo más importante, y no está precisamente en el recinto senatorial.
Seguramente Ana Laura Magaloni, podría convertirse en “la campeona sin corona”.
Ríos-Farjat fue la elegida una profesional reconocida de tiempo atrás, que ha demostrado independencia y capacidad. Sus críticos lo peor que pueden decir de ella, que es demasiado independiente, pero eso no está mal para trabajar en la Suprema Corte de Justicia de la Nación. |
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