Nuestro país ha cambiado tan rápido que no hay que esperar el próximo año para empezar a vivir los tiempos electorales. En el margen de nuestra existencia a veces nos acompañan aliados que nos permiten musicalizar las tormentas y convertir el arribo al anhelado buen puerto en el inicio de otra página que está por escribirse con la tinta de la expectativa que convierte, a las palabras y silencios, en la rosa de los vientos que nos indica el rumbo que seguirán los pensamientos y los suspiros, las lágrimas y lunas en sonrisa, los garabatos de la vida.
Sí, el libro ha sido ese mapa que nos ha permitido navegar a través de las turbias y, por supuesto, las luminosas aguas de la historia, con el que se descifran las más profundas entretelas del corazón. Esa rosa de los vientos que en las viejas cartas de navegación y en las sofisticadas brújulas de siglos pasados señalaban los puntos cardinales y sus treinta y dos rumbos, servía los antiguos viajeros para orientar su camino verse en la vorágine del mundo. Dicen, quienes han combatido al olvido, que esta rosa fue diseñada por el incansable escritor Plinio el Viejo o por aquel sabio del siglo XIII que hallaba en cada objeto una clave para descifrar la vida, Ramón Llull. Más allá de decantarnos por uno u otro, lo más valioso es observar que cada página de sus libros se convertiría en los pétalos de esa rosa que brindaría a los viajeros un rumbo y llenaría sus miradas con asombro que enciende la maravilla de un mundo que está por ser descubierto.
El 23 de abril, se celebró al libro a nivel mundial. Festejamos que esa rosa de los vientos nos ha acompañado en el momento en el que sólo las palabras han resistido a la barbarie y a la muerte. La fecha es una simple coincidencia que nos regala la fortuna: la intención es conmemorar la muerte de Miguel de Cervantes Saavedra, William Shakespeare y El Inca Garcilaso de la Vega, tres escritores que sembraron rosales en las diferentes latitudes del universo que estaban por crear en cada una de sus páginas. Nadie podría discutir la importancia de su obra, aunque sabemos que existen dudas, muchas preguntas y misterios acerca de su propia vida.
Quizá más de un lector y lectora saben que la coincidencia en esta fecha no es tan exacta gracias a la diferencia de calendarios que se seguían en el año 1616 el Juliano, en caso del dramaturgo inglés, y, el Gregoriano para Cervantes y Garcilaso de la Vega, sin embargo, el gusto por lo simbólico nos ha llevado a conservar el sentido poético que existe en la posibilidad de que dos de los autores más relevantes hayan dejado al mundo en el mismo día, algo que sólo en algunas de sus historias podría ocurrir. Sin embargo, aún falta agregar otro elemento en esta suerte de sortilegio que da resplandor a la fecha también es la fiesta de San Jorge, un personaje cuya a hagiografía, incluida en la Leyenda Dorada de Santiago de la Vorágine, nos habla de cómo logró salvar a una princesa venciendo a un terrible dragón. Así, más allá de su trasfondo religioso, la magia de su historia nos lleva a disfrutar de la literatura y sus infinitos rostros. Celebramos que el libro es la rosa de los vientos que se cifra en el intenso rojo de cada pétalo de las flores que también hoy se obsequian. Edmon Jabés, en su libro de las preguntas (Siruela 2006), escribe que "un libro donde el universo no tuviera su sitio no sería un libro, porque sería un libro al que le faltarían las páginas más bellas, las de la izquierda, es que guijarro más oscuro se refleja". Allí está el mundo a la espera de ser navegado a través de esas páginas que son el rumbo de nuestras cartas náuticas, hilos que sostienen el viaje en el que se hallan los dragones, sirenas y los restos de aquellos navíos que nos cantan su propia historia.
Mejor que canten los poetas, que lean en voz alta los narradores, que se nos cuente una historia, así, nuestra rosa de los vientos, aprender a resistir los vendavales.
Cambiando de contexto, México está dividido como no lo estaba desde la Revolución, Guerra Civil y Guerra Cristera.
Veintitrés años han transcurrido desde el inicio de nuestra real democracia y nos encontramos más cerca de aquella dictadura perfecta tricolor. La tradición nacional dicta que el culpable de todos nuestros males es el presidente en turno, junto con su gabinete y burocracia en turno. ¿Cómo llegamos a este punto de división y zozobra? Durante la "dictadura perfecta" del PRI México vivía bajo el régimen omnipotente del presidente en turno. Sabedores de que había que mantener al pueblo con lo necesario para sobrevivir, pero sin lo suficiente para levantarse en su contra mantuvieron la hegemonía, política, economía y social reservadas para sus familias, amigos y allegados. Cuando surgían voces divergentes y de protesta los políticos aplicaban soluciones, no muy alejadas de las aplicadas por los cárteles actuales, dinero y prebendas. Pero la culpa es nuestra, de la ciudadanía. Por permitirles hacer sus fechorías y no proteger nuestros derechos. Los partidos políticos nos han quedado pequeños, ya no nos representan. No esperemos otro terremoto para mostrar la voluntad de la ciudadanía para enderezar el camino. ¿Qué vamos a hacer nosotros? Si algo han demostrado las democracias es que la alternancia es la mejor práctica para el progreso. Nótese que el progreso implica no retroceder cuando ya se ha avanzado. Para eso se crean las instituciones, para evitar que, por revanchismo ideológico, se pierda el progreso, trascendiendo así las alternancias. León Trotsky pensaba que la ventaja de los países atrasados era que podían emular lo que sirve de los países adelantados y evitar sus errores. Siguiendo su lógica, socavar las instituciones es un error que no estamos evitando.
Las instituciones también medían entre poderosos y débiles, previniendo que cuando el débil llegue al poder, cometa actos de intransigencia. Pero para conseguirlo, las instituciones siempre deben ser más fuertes que el poderoso en turno, sin embargo, el gobierno y el partido oficialista han obrado en favor de la concentración del poder, sin prisa, pero sin pausa, debilitando a las instituciones, lo cual podrían lamentar en caso de perder las siguientes selecciones.
En anterior columna le comentaba, apreciado lector, que "El universo de palabras que despliega Cervantes en la novela se ha ido perdiendo en España, mientras ha sobrevivido en el español americano, porque responde a las diferencias sociales de sus personajes". En un escrito publicado por el periódico El País, Jordi Soler hace un relato interesante: "Carlos Fuentes decía que Cervantes y Colón eran gemelos espirituales. Ambos murieron sin darse cuenta cabal de su descubrimiento. Colón creyó que había llegado al lejano Oriente navegando hacia el Occidente. Cervantes pensó que había escrito una sátira de la novela de caballería. Ninguno de los dos imaginó que habían desembarcado en los nuevos continentes del espacio, América y de la ficción, la novela moderna".
Vaya que tienes razón Jordi Soler: Emanuel Levinas, el discípulo de Heidegger, compañero de andanzas de Jacques Derrida, en un trabajo que denominó Don Quijote, el embrujo y el hombre dice: "La técnica como destructora de los dioses del mundo, de los dioses-cosas, tienen un efecto de embrujo. Pues la técnica no nos pone a salvo de toda mistificación.
Queda la obsesión de la ideología, por la que los hombres se engañan y son engañados. Ni siquiera el conocimiento sobrio, apartado por las ciencias humanas, está excepto de ideología". De ahí el persistente tema del hombre moderno a dejarse embrujar. Ciertamente, si hay un país de los hechizos, embrujos y del hambre es México. Máxime en el momento actual. Esto lo expresa admirablemente Cervantes, cuyo Don Quijote tiene en su primera parte, como tema central el embrujo, el embrujo de la apariencia que está latente en toda aparición.
Cuando el caballero de la triste figura se deja embrujar, pierde el entendimiento y asegura a todos que el mundo y ellos mismos sufren un encantamiento.
En la aventura Sancho es el único que conserva cierta lucidez y parece más fuerte que su señor.
¿Cómo salir del error donde está encerrado Don Quijote, en la certidumbre del encantamiento? ¿Cómo hallar una excentricidad no especial?
Sólo en el movimiento que va hacia el otro hombre y es responsabilidad sólo en nivel humilde, en la humildad del hambre es donde se puede ver esta trascendencia no ontológica que comienza en la corporeidad de los hombres. Desde el punto de vista del que escribe, vaya que hay hambre en México.
Máxime en la clase marginal, la que está enterrada qué diría Octavio Paz, la que no se ve, la que está pero no alcanzamos a distinguir.
Quizá no exista una ceguera, una sordera que permita escaparse a la voz de los afligidos y los necesitados. Voz que sería la verdadera ruptura del hechizo. Voz que provocaría otra secularización, la humildad del hambre. Una secularización del mundo mediante la privación del hambre, cuyo significado sería una trascendencia expresada no como primera causa, sino en la corporeidad del hambre.
Todo asombro es poco ante el sordo lenguaje del hambre. Estómago hambriento no tiene oídos, ni ojos, a todo equilibrio no sería más que el de la totalidad. El hambre es en sí, la necesidad, la privación por excelencia que construye la materialidad.
Y recuerde Midas fue rey de Frigia, una región ubicada en la antigua Anatolia. La capital de Frigia llevaba el nombre de Gordia en honor a su padre. A su paso por este lugar, cuenta la leyenda Alejandro Magno deshizo con su espada el nudo gordiano, imposible de desatar hasta entonces con las destrezas e inteligencias convencionales.
El mito del Rey Midas ha llegado hasta nosotros por el fantástico don que le fue concedido por el dios Baco, consistente en que todo lo que se tocaba se convertiría en oro. La expresión: "es un rey Midas", se usa ahora para resaltar las habilidades de ciertas personas para hacer buenos negocios y ganar mucho dinero. Este atributo se usa actualmente en sentido positivo, sin embargo, en el mito tiene una connotación negativa y refleja la insensatez y ambición desmedida del personaje.
Según el relato de Ovidio, Baco había emprendido un paseo por las viñas que se encontraban en Lidia, entre los ríos Timolo y Pactolo, acompañado de su corte de sátiros y hermosas menades. Sileno, mentor del Dios del vino y el más sabio y ameno de los sátiros se había extraviado ebrio en los vecinos campos frigios.
Unos campesinos de lugar lo encontraron tambaleándose, lo ataron y lo llevaron ante el rey Midas. El monarca lo reconoció al instante. Sabedor de la amistad entre Silenio y Baco, pero, sobre todo conocedor del gusto que Silenio tenía por las fiestas y las orgías, organizó unas que duraron diez días.
|
|