Francisco Cabral Bravo
Con solidaridad y respeto a Ricardo Ahued Bardahuil y José Yunes Zorrilla.
Qué les cuento en El aprendiz, de brujo J. W. Goethe relata la historia de un hechicero que se dedicaba al estudio de las fórmulas mágicas. Un día el hechicero le encomendó a su ayudante limpiar algunas habitaciones, pero le prohíbe entrar a su estudio.
Éste lo desobedece, entra al estudio e intenta hacer magia para que la escoba y el balde de agua limpien solos el lugar, pero su incapacidad y las fuerzas que liberó provocan un desastre.
En la vida y, sobre todo, en la política, sobran los aprendices de brujo que detonan con sus acciones fuerzas que finalmente no pueden controlar y terminan de una u otra forma devorándonos. Es una forma de recordarnos que la vanidad, la falta de moderación, la ignorancia y la ambición suelen generar calamidades.
Hace algunos años, Ricardo Bada, escritor que ha sido una puerta a la literatura alemana, compartió la traducción de algunos aforismos creados por Karl Kraus, el tremendo orítico que nació bajo los tendones del imperio austrohúngaro y que fue testigo de su destrucción durante las dos primeras décadas del siglo XX, palabras que se condensaron en las altas temperaturas de una Europa que comenzaba a arder bajo el fuego del espíritu bélico que tardaría mucho en desaparecer.
Una de estas joyas esboza la radiografía y descripción de cierto tipo de personalidad que es recurrente a lo largo de las páginas de nuestra historia, con rostros y nombres diferentes, aunque con la proyección de la misma sombra. "El secreto de los agitadores es hacerse tan tontos como sus oyentes para que estos crean que son tan listos como él". Sí, una breve sentencia que nos recuerda otras narraciones en las que, en efecto, aparecen personajes como el seductor músico de Hamelín o el emperador que presumía su
colorida vestimenta de "tela invisible" que solo pocos distinguirían. Si recordamos ambas anécdotas de la literatura popular, entendemos que Kraus no deja nada en el terreno de la insinuación y termina por definir a quienes permiten la existencia de quien les envuelve en su propio "canto de las sirenas".
Poco se puede agregar en la historia recopilada por los hermanos Grimm, vaya que nuestra deuda con ellos es proporcional a la cantidad de páginas que se han escrito a partir de los cuentos, de carácter popular, que reunieron hace un par de siglos, en las que aquel flautista, gracias al sonido de su instrumento fue capaz de terminar con la infestación de ratas en la ciudad de Hamelín al conducirlas al río Weser para que murieran ahogadas. Sin embargo, como la buena narración tradicional, La venganza de este misterioso músico al no recibir el pago prometido por sus servicios terminó por encantar a los niños del pueblo bajo el mismo sortilegio y consumar su terrible desenlace. Las preguntas no se hacen esperar luego de leer cada página de los hermanos Grimm, por ejemplo, ¿Cuál era el poder que ejercía el flautista con un simple sonido? vaya que en el folklor siempre podremos hallar los cuestionamientos indicados para desentrañar las épocas de los flautistas consumados y de quienes apenas aprenden las notas musicales de la demagogia: los escaparates están llenos de carrizos y flautas transversas. Y, claro, algo terminaba por agitarse entre la gente.
Pero Hans Christian Andersen entrañable escritor danés del siglo XIX no se queda atrás si se trata de narraciones que se hayan popularizado a través de los años. Ya en muchas páginas se nos ha explicado los simbolismos acerca de la Sirenita. El Soldadito de Plomo o El Patito Feo, Pero últimamente se ha vuelto un lugar común traer a la discusión política por razones que se antojan misteriosas e inexplicables, uno de sus cuentos más famosos, El traje nuevo del emperador. Todas y todos conocemos esta narración en la que el juego de engaños convierte al todopoderoso en el protagonista de una tragicomedia que no había dimensionado correctamente.
Sin embargo, sabemos que el límite de la ficción se encuentra muy cerca cuando la realidad nos muestra que, en estos días y en épocas electorales, hay conservatorios de música que harían empalidecer al flautista de Hamelín y que podemos hallar sastrerías especializadas en la confección del engaño.
Sí, entendemos que se musicaliza y se diseña la imagen de quienes Karl Kraus, dibujó con la agudeza de su ingenio. Porque en efecto, No todo es asunto de cuentos cuando está de por medio el futuro de la sociedad, la libertad y la justicia.
Quizá ya sea oportuno crear otro tipo de historias y sus protagonistas dentro de la misma ciudadanía.
En otro contexto veamos de entrada, hay que apuntar que el ejercicio del derecho de acceso a la información pública carece de un arraigo social significativo, a pesar de que esta prerrogativa es fundamental e instrumental para el ejercicio de otros derechos humanos. Lo he señalado en estas páginas desde hace varios años: la debilidad de los organismos garantes del acceso a la información reside, en gran medida, en que no hay una apropiación social del derecho a saber. Desde el 2003 hasta el día de hoy no existen materias en las escuelas normales, universidad pedagógica nacional, primaria, secundaria, preparatoria y universidades sobre el valor de este importante en una sociedad democrática como elemento indispensable de la rendición de cuentas, del escrutinio público de los gobernantes y, por supuesto, en un aliado para mejorar la calidad de vida de las personas. No es de extrañar que en los resultados de las encuestas del gobierno federal el practicante de este derecho es simbólico, la inmensa mayoría de las personas prefieren ser beneficiarios de un programa social a que exista el Inai. Sin duda los dos asuntos no son excluyentes, al contrario. El desconocimiento de cómo se vincula el derecho a saber en la vida diaria de la población es una premisa de la cual se parte para acotar o reducir en la práctica el ejercicio de esta prerrogativa constitucional.
El Inai y los organismos garantes estatales tienen grandes oportunidades de mejorar. Hay que reformarlos, mejorarlos, pero no desaparecerlos. La Universidad Nacional Autónoma de México, carece de autonomía constitucional. Su autonomía proviene de base legal, pero en la vida práctica es más autónoma que gran parte de las universidades autónomas de los estados, los cuales sí tienen autonomía consagrada en sus constituciones locales.
En otro contexto la personalidad política se define de muchas maneras, pero nada describe o desentraña la verdadera personalidad de un político (con sus virtudes o su patología), como las palabras con las cuales respalda esos actos.
Para comprender a Julio César no se necesita leer sus comentarios a la Guerra de las Galias. Basta con recordar aquello de vine, vi y vencí_o ¿tú también Bruto? En esas frases se contiene una biografía. Si queremos entender el fracaso de nuestra economía, recordemos a José López Portillo cuando creía en la canina defensa de la moneda y se auto exculpaba diciendo, soy responsable del timón, no de la tormenta. Se hundió con todo y chalupa.
Vicente Fox evadía el cumplimiento de su autoridad con el ridículo: ¿y yo por qué?
La democracia no puede tener un significado universal en un país tan desigual como México. Cada sector de la sociedad relaciona el concepto a sus posibilidades de bienestar, ya sea con expectativas de mejorarlo o temor a perderlo.
En otro orden de ideas ningún político deja pasar la oportunidad de inflamar su oratoria con la condena al abuso infantil y la exaltación de los derechos de los menores. Todos se llenan la boca con frases como crimen horrendo, nefanda conducta, imperdonable acción. Hay quienes hasta repiten la voz la Biblia, del Evangelio y recuerdan aquello del escándalo y el castigo del pozo y la piedra del molino en el cuello dictada por Jesús de Nazaret.
Las burocracias han creado hasta un Sistema Nacional de Protección de Niñas, Niños y Adolescentes lo cual es tan inútil como
un cubo de hielo en el glaciar de Perito Moreno. Obviamente se han llenado los anaqueles de los libreros oficinescos con cientos y cientos de copias de la Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes publicada en el Diario Oficial de la Federación el 4 de diciembre de 2014, cuya verdadera utilidad se le unta al queso, como se puede hacer con la inútil y raquítica Comisión para la Protección Integral de Niñas, Niños y Adolescentes Migrantes y Solicitantes de la Condición de Refugio.
Roma arde en llamas, aunque Nerón toque el arpa todas las mañanas.
En la mitología griega, Procusto ofrecía posada a los viajeros. El invitado se acostaba en una cama de hierro, al dormir era atado y las extremidades que sobresalían Procusto las cortaba, incluso la cabeza.
Si el peregrino era menor en tamaño a la cama Procusto lo descoyuntaba para estirarlo. Las víctimas siempre perecían porque, se decía, existían tres herramientas: la cama larga, la corta y la ajustable.
Teseo invirtió el proceso: retó a Procusto a medirse en la cama y una vez recostado lo ató y cortó pies y cabeza, aplicó la misma medida. Fue la última acción pública de Teseo.
Lo anterior se presenta como un paralelo simbólico en el México de los últimos 24 años en donde los políticos se han encargado de "ajustar" la sociedad a su visión, pensamiento y creencias con los mismos resultados de Procusto el pueblo siempre es víctima.
Y el periodismo ha ejercido el papel de "cama" o de Teseo, "medirlos en su propia cama", aunque sea lo último que se pueda hacer. Pero entre la mitología griega y la actualidad mexicana obvio hay diferencias, contexto por redimensionar. En la psicología, el Síndrome de Procusto es el miedo a sentirse superado que se convierte en intentos por dañar a los más hábiles, humillándolos y acosándolos.
Recuerde, los próximos 90 días serán, diría Carlos Monsiváis, de guardar. |
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