Con solidaridad y respeto a Cuitláhuac García Jiménez, Eric Cisneros Burgos, Ricardo Ahued Bardahuil y Rafael Hernández Villalpando.
Como lo he comentado en otras ocasiones, la consistencia mostrada por algunos gobernadores al encabezar el ranking de los mandatarios estatales es loable, debido a que el ejercicio de gobernar implica desgastes naturales, al no poder cumplir con las demandas de la ciudadanía y también, porque los problemas derivados de la inseguridad y el crecimiento económico que se dan en el país, contamina necesariamente a todas las entidades.
De acuerdo a la más reciente encuesta publicada por Massive Caller, cuyos resultados ya son públicos, coincide con otras casas encuestadoras en ubicar a Quirino Ordaz Coppel, gobernador de Sinaloa, como el mejor calificado en cuanto a tener la mejor aprobación por sus gobernados, amén, también gozar de su confianza.
En el top se mantienen los gobernadores de Yucatán, el pianista Mauricio Vila; de Sonora (PRI), Claudia Pavlovich; Miguel Ángel Riquelme (PRI), de Coahuila; Diego Sinhue (PAN), Guanajuato; Juan Manuel Carreras (PRI), San Luis Potosí; y el pianista Francisco Domínguez de Querétaro, después de ellos, entran y salen otros mandatarios de ese cuadro de lujo, conforme a los aciertos y desaciertos que hayan tenido en el período evaluado.
Está evaluación vista en el contexto de las elecciones intermedias del 2021, nos indica que difícilmente ocurra la alternancia en esas entidades, ya que los votantes están satisfechos con la actuación de su gobernante.
En el mapa electoral de la República, está perfectamente definido sobre por cuáles estados va Morena y por ello, para en su momento ser ellos quienes abanderen la causa de ese partido.
Así que, estimado lector, habría que considerar que cualquier decisión tomada en Palacio Nacional y en el búnker de Morena, que por ahora se encuentra dividido, tiene como objetivo principal hacerse del poder en la mayor parte de las gubernaturas que estarán en juego en la elección intermedia del 2021.
La aspiración de AMLO es cambiar totalmente el espectro político del país a raíz de los resultados de las elecciones intermedias.
Claro falta lo que digan los electores y ver que impacto tiene este escenario, los candidatos y los nuevos partidos políticos.
Hace algún tiempo escribí en este mismo espacio que la ciudadanía no confía en su sistema de justicia y tiene buenas razones para ello.
Desde inicios del siglo XXI, en México se ha desatado una ola de violencia e inseguridad que ha permiado en toda la geografía nacional.
Creo, es cierto que deben reformularce leyes, tipos penales y catálogos de delitos; pero, por otra, es necesario revisar la instrumentación y la operación del sistema en su conjunto. Por ejemplo: ¿cómo hacer que la actuación de las policías contribuya a la integración de las
pruebas? ¿Cómo hacer investigaciones científicas? ¿Cómo pueden las fiscalías armar mejores casos? ¿Cuál es la mejor manera de supervisar el desempeño de los jueces?.
Otro punto fundamental de esta reforma es la narrativa que la rodea. Es necesario evitar caer en el falso dilema entre “mayor eficacia institucional o mayores derechos”.
En mi opinión, la nueva discusión debe versar sobre cómo abatir la impunidad y reducir la inseguridad, al tiempo de que se garantizan derechos y un efectivo acceso a la justicia, y no sobre cuáles derechos debemos restringir o cancelar para “dotar de eficacia” a la instancia de procuración de justicia. Habrá que atender tres puntos clave: 1-) asegurar los derechos humanos y el principio de no regresión, 2-) garantizar los recursos necesarios para instrumentar tales cambios y 3-) tener muy claras las tareas de cada quién, las metas a alcanzar y la manera de evaluarlas.
La justicia es valor que supera las diferencias de pensamiento. Ahora definamos los cómo.
En otro tema encuentro una regularidad en el potente discurso de AMLO; es una regularidad moral que puede ser digna de aplauso en el comportamiento individual de una persona, pero que no es el mejor atributo en el ejercicio del poder, porque la moral pertenece a la esfera de lo individual.
He afirmado en otras ocasiones que la única moral pública es y debe ser la ley.
En la mañanera del 5 de FEBRERO, AMLO resaltó los avances en su constitución moral para reforzar valores. No está mal, pero cabe recordar que con la única constitución que se gobierna es con la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Ruego al lector me permita expresarle lo siguiente en este mismo espacio hemos abordado en detalle el portento de comunicación que representa el político AMLO. Estos 14 meses de gobierno, indican con toda claridad, que a pesar de los dislates, las ocurrencias, los comentarios chocarreros, la lecciones de historia y chascarrillos, con frecuencia imprecisas, y las homilías morales, la popularidad del presidente se ha mantenido, en términos generales, estable. La popularidad de AMLO a la baja, sólo unos puntos, pero es tendencia importante.
Donde se observa un tono distinto es en la redes sociales. Se suman varios eventos o afirmaciones, en los que el balance en redes le ha resultado adverso.
La Gobernabilidad o la gobernanza implica escuchar a la población, trabajar juntos en las metas que se acuerden, son descalificaciones, con proyectos social y económicamente adecuados, buscar los mejores instrumentos y la inversión para elaborar estudios, definir su viabilidad, hacer sus proyectos ejecutivos y empezar a construir patria. Más empleos dignos, inversión y bienestar.
Equivocarse es humano, perseverar en el error es suicida, eso explica la caída y la tendencia a la baja de la popularidad de AMLO.
Bienestar sin crecimiento es imposible.
El sistema de propaganda y operación digital al servicio de AMLO merece una mención especial.
Lo interesante es que, lentamente, se observa un cambio de tono.
¿No será posible que las ocurrencias se evalúen primero, se determine su viabilidad y se empiece a invertir en infraestructura otorgando los permisos adecuados?. Abandonar la
inversión extranjera y nacional en petróleo, suprimir las rondas, evitar energías limpias, usar carbón por votos, no abanan a la confianza.
Ocurrencias pueden poner en riesgo Gobernabilidad.
La política se está convirtiendo en un campo de guerra irracional, aún a sabiendas de que una extrema polarización ideológica impide la construcción de los acuerdos necesarios para resolver los graves problemas económicos y sociales que tenemos.
Y para finalizar recuerdo que hace décadas el gobierno controlaba las elecciones. Era juez y parte. Árbitro y jugador. Y su intromisión sesgada era patente en todas las etapas del proceso. Desde la conformación del padrón y la organización electoral y el conteo, hasta la resolución de impugnaciones. Todo construido para que el partido en el poder lo preservara llamando, con puntualidad religiosa a elecciones.
Romper con ese control parecía imposible. Hasta que la complejidad creciente y la pluralidad de la sociedad mexicana sobre paso los diques de aquel régimen monolítico, que década tras década parecía reinventar los medios para autopreservarse.
Esto luce como un relato viejo y superado, que quizás no vale la pena contar de nuevo. Pero en la antesala del relevo de 4 consejeros del INE, es necesario leer la historia para recordar la hazaña por la que este país y los mexicanos transitamos: ni más menos que la construcción de instituciones de Estado para hacer valer nuestros derechos políticos. El INE, en particular, es una institución madura, y, bajo su mandato hemos tenido la alternancia que sellan nuestra democracia electoral.
La hemos cargado de encomiendas tan variadas y extensas como nuestras desconfianzas. Y en todas es razonablemente competente y potente. El único ámbito problemático, a mí parecer, es el del financiamiento a campañas. Sabemos que corre dinero de origen dudoso en las campañas, y que supera los límites impuestos por la ley.
El dinero sesga resultados; daña el piso de equidad en que debe desarrollarse la contienda.
En lo referente al relevo de 4 consejeros del INE, esta es mi opinión; no hay evidencia de que los consejeros trabajen a favor de quienes supuestamente los colocaron en el puesto. Pero en las estelas de nuestras desconfianzas esta lectura encuentra terreno fértil. Remover a consejeros o cambiar a capricho la ley debe ser una práctica condenable, porque sujeta a los árbitros a presiones y decisiones que los vulneran.
Yo veo al relevo de los 4 consejeros como una gran oportunidad para afianzar procesos de designación que cumplan con altos estándares. |
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