Con solidaridad y respeto Ricardo Ahued Bardahuil e Ing. Eric Patrocinio Cisneros Burgos
En artículos anteriores comentamos que no hay palabras que carezcan de una intención. La forma en la que se pronuncia cada letra, el volumen y su cadencia configuran el mensaje que implica una lectura por parte de quienes lo escuchan. No hay una conversación, por mínima y simple, que carezca de sentido, que revele el estado de ánimo, los propósitos e ideas que se pueden acompañar por expresiones corporales. Las palabras se van engarzando y crean una red de significado que genera un
terreno común en el cual, el discurso
adquiere la dimensión propicia para la comunicación. Sin embargo, cuando uno de esos hilos se impone como un ejercicio de poder, todo adquiere un matiz muy diferente. Las intenciones y los significados se van cargando de una relevancia y simbolismo que dejan atrás esa levedad con la que se puede hablar del clima. Esa premisa que planteaba la capacidad de quienes formaban parte de la política mexicana para dominar un lenguaje propicio en la construcción de un discurso se ha diluido paulatinamente. No, de ninguna manera los viejos políticos son el paradigma de la verdad y de la elocuencia, no obstante, algo ha comenzado a permear en la comunicación que nos revela que, como sociedad, somos el resultado de una pésima educación que hemos padecido históricamente en este país.
Durante los últimos años se ha puesto de manifiesto que el discurso basado en el uso de palabras simples, frases coloquiales y ocurrencias ha adquirido un mayor impacto por la sencilla razón de que es el lenguaje que ha desencantado a lo largo de estos tres años el actual habitante de Palacio Nacional. El guión está escrito, sólo se debe actualizar con lo que se requiera.
El pensamiento socialista, de izquierda, de solidaridad obligada por el Estado, de abolición de la propiedad privada, de construcción de un hombre nuevo libre de egoísmo, es infantil. El idealismo sin anclas en la realidad es propio de las mentes inmaduras; si no nos gusta cómo funciona el mercado, pues hay que abolir el mercado. Si las leyes de Newton afectan nuestro constructo e ideales, hay que usar la política para abrogarlas.
Uno puede autogobernarse para no pecar. Uno, como cabeza familiar, puede lograr que los parientes acepten un marco moral y que lo acaten mientras vivimos juntos. Cuando la gente se enfrenta a los incentivos del mundo real, ese freno moral que nos inculcaron no necesariamente se mantiene. Habrá el adulto que diga "mi mamá no me enseñó eso", y se dé la media vuelta ante una situación moralmente cuestionable. Hay cosas moralmente reprobables, que no están castigadas por las leyes.
La corrupción tiene múltiples facetas. Todos sembramos lo que cosechamos. El que siembra vientos cosecha tempestades. Un jitomate podrido pudre a todos. Nadie ha sabido de una fruta sana que cure de la podredumbre a las que la rodean.
En artículos anteriores argumentamos que Nieto, Romo, Urzúa que eran legítimos interlocutores del Presidente con sectores que el primer mandatario no suele escuchar, pero la salida de Julio Scherer de la Consejería Jurídica dejó un hueco, un vacío en la interlocución, en la moderación, en la comprensión de la realidad e incluso en la relación personal con el mandatario, que apenas está aquilatando ahora, con la suma de despropósitos y errores que se están cometiendo desde Palacio Nacional, donde nadie ( quizá sólo Adán López y los secretarios de la Sedena y Marina) son capaces de decirle que está equivocado.
Decíamos que después de la renuncia de Julio, que "Scherer era, es una de las personas más cercanas y leales al presidente. Una frase de su carta de renuncia lo define, hay compromisos finitos, los de la lealtad y la amistad son irrenunciables". Eso es lo que hizo Scherer diferente a buena parte del resto del equipo presidencial.
No es sólo que tuviera acceso al poder, que varios lo tienen, sino que lo utilizara para allanar problemas, no para provocarlos, para establecer líneas de diálogo incluso con adversarios, para establecer líneas rojas que no se pudieran cruzar, ni por los de adentro, ni por los de afuera. Y, al mismo tiempo, para escuchar y ser escuchado, sin intermediarios, por el Presidente. Lo que logró el Presidente en su primera mitad de gobierno pasó por las manos de Scherer. Las normas legales y la operación política, para convertirlas en realidad, para hacer constitucional los apoyos sociales, la conculcación de las condonaciones fiscales que significó enorme recurso para el erario.
Hoy, Adán Augusto López intenta cumplir con parte de esa labor, pero ya el contexto cambió, es diferente.
Pero el hecho es que son muy pocos, realmente muy pocos, los funcionarios que en esta administración federal operan y, que además, lo hacen hacia afuera, no sólo hacia el coto cerrado de sus dependencias. Había un capítulo que muestra esa forma de operar de Scherer. Es sabido que él y su familia controlan el paquete accionario de la revista Proceso. Con Proceso se puede estar o no de acuerdo, pero lo cierto es que Scherer le dió, desde su poderosísima posición en el gobierno, absoluta libertad editorial a la revista que fundó su padre, Don Julio Scherer. Eso implica una forma de ser, de entender la política, la comunicación, los medios, las relaciones con los demás. Y esa lógica se aplicó en otros ámbitos, en otras relaciones, en otras negociaciones. Pero Julio, el hermano, que no ha perdido la relación con el Presidente, ya no está en Palacio, están quienes blindan cuchillos largos para los suyos, para los que lo fueron y para hipotéticos o reales enemigos. Decía Víctor Hugo que en el infierno cabe todo en una palabra soledad.
En otro contexto dice Enrique Quintana en su columna coordenadas que muchas veces se ha dicho que la violencia verbal es el preludio de la violencia física y esa afirmación no está lejana a la realidad. A mi parecer, el país no merece llegar a esos extremos, no se merece ni esta polarización, ni esta crispación y necesita encontrar una salida al choque irreconciliable. En otra columna opina que una crisis de grandes proporciones no satisfecha Y qué podría llevar al mundo entero a sufrir una guerra en Europa. Se trataría de una conflagración de enormes proporciones y sus implicaciones no podrían evadirse por países con economistas tan frágiles y vulnerables como la nuestra. Tratar de describir qué podemos hacer para cubrirnos de una tormenta de tan vastas implicaciones no es fácil porque la fragilidad que nos hace tan vulnerables parece ser "estructural", en el sentido de profundidad y duración, términos empleados por el gran Braudel. En todo caso, de ocurrir tal desgracia, para nosotros sería un llover sobre mojado cuyas consecuencias sociales y políticas podrían ser de gran envegadura. Ninguna venturosa.
Otra vez los veneros del diablo y el poeta. Mucho se ha usado la frase de que todos vamos en el mismo barco y así es, pero no todos con chalecos salvavidas. Y, en el lado endeble de la ecuación planetaria estamos nosotros, navegando al pairo, a la vera del viento, apenas a flote.
No hay democracia sin periodismo libre. No hay democracia sin líderes que respeten el ejercicio de esta profesión: una que nace a partir de las preguntas y que se responden a partir de los hechos. Criticar a los medios de comunicación, sus dueños, redes de poder, intereses corporativos y nexos políticos debe ser entendido como tal, y no tergiversado por ataques a la libertad de expresión, lo cual resulta una falacia que no resiste un análisis serio, pues, la libertad de expresión es un derecho humano básico, plasmado en los artículos 6to. y 7mo. de nuestra Constitución y en el artículo 19 de la Declaración Universal los Derechos Humanos.
Los medios masivos en México no brindan ni garantizan este derecho fundamental e inherente, en principio porque no es su deber ni potestad y en consecuencia porque obedecen a intereses propios bajo la lógica del mercado como cualquier empresa privada. Las más de las veces, los medios de comunicación tampoco garantizan el derecho de réplica contenido en el artículo 6to de nuestra Carta Magna. Entonces, al manipular, esconder y hacer eufemismos de la realidad, los medios de comunicación obstaculizan el derecho a la información, tratándola como una mercancía más. No quiero dejar cabo suelto a la mala interpretación de mis palabras, pues derechos como la salud o la educación bien pueden ser provistos por empresas privadas y de esta misma manera deben estar regulados por el Estado con el fin de establecer límites. Existe un marco jurídico nacional en materia de libertad de expresión y derecho a la información que establece el Estado como garante de éstos, asimismo, declara al Poder Legislativo como el único facultado para la regulación e imposición de restricciones en la materia. Es decir, si bien están reconocidos en nuestro marco jurídico tanto el derecho a la libre expresión como al acceso a la información, del gobierno y en posesión de las y los servidores públicos, esto no quiere decir que exista una carta abierta para expresar cualquier cosa, siendo contempladas restricciones en los casos que: la manifestación de las ideas ataque a la moral, la vida privada o los derechos a terceros, provoque algún delito o perturbe el orden público.
Sólo queda reír ante la estupidez de los hombres que creen que el despotismo del presente puede borrar la memoria de las futuras generaciones, escribió el historiador romano Cornelio Tácito en sus Anales, al comentar el proceso penal contra su colega Cremuncio Cordo, quien se había dejado morir de hambre para evitar su inminente ejecución.
¿Qué había hecho Cordo? Ensalzar en un texto a Marco Bruto y Gallo Casio, dos de los conspiradores que acabaron con la vida de Julio César y llamar al segundo de ellos " el último de los romanos". El proceso contra Cordo fue parte de los llamados "juicios de alta traición" instaurados por el emperador Tiberio, entre los años 15 y 37 de nuestra era, para perseguir a quienes consideraba incómodos o indeseables.
"La persecución de los genios, sólo fomenta su influencia", concluye Tácito al final de su recuento del juicio." Los tiranos y todos aquellos que han imitado tubo presión sólo han obtenido infamia para sí mismos y gloria para sus víctimas". |
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