Francisco Cabral Bravo
Con solidaridad y respeto Ricardo Ahued Bardahuil e Ing. Eric Patrocinio Cisneros Burgos
Al dar el banderazo de salida en la sucesión presidencial, el Ejecutivo federal no solo provocó que sus "corcholatas" se alboroten, se den golpes debajo de la mesa y empiezan a tejer alianzas.
No me gusta el rumbo que toma nuestra vida política. Su choque con la realidad, desafortunadamente, lo pagaremos todos.
También empujó a los grupos empresariales del país a reactivar con mayor énfasis una movilización nacional para buscar ganar posiciones estratégicas en "la madre de todas las batallas" la elección de 2024.
La batallas para devolverle al país las vías de acceso a los mercados internacionales de capital, de comercio y de cooperación el materia de energías limpias; infraestructura de salud; normalidad institucional en elecciones; competencia económica; regulación energética; telecomunicaciones; infraestructura carretera, ferroviaria, aérea y portuaria; aduanas, y sectores industriales y de servicios.
En resumen: rescatar la competitividad económica, la seguridad jurídica y el combate a la desigualdad social.
Los grupos empresariales han sido en buena medida quienes presionaron al PRI, PAN, PRD y MC para las alianzas en candidaturas comunes al Congreso y fueron los opositores a la reforma energética y ahora a la reforma electoral, sobre todo a la desaparición del INE.
La debilidad de las finanzas públicas no la resuelve el alto precio del petróleo. Por el contrario, al combinarse con la necedad de fijar el precio de gasolinas y diésel, el riesgo crece.
El alambreo (inventar ingresos ficticios de Pemex, por ejemplo) ha convencido a algunas calificadoras de mejorar un poco la perspectiva de crédito del país. Pero, como se dice, es imposible engañar a todos todo el tiempo.
Sí, como todo apunta, el resto del año será de estanflación, es decir, muy poco crecimiento pero con precios y tasas de interés creciente, habrá reacciones sociales. Puesto que el tramado institucional ha sido destruido para fortalecer al Perpetuo. Mención especial merece el tema de seguridad.
La oposición, que ha aprovechado muy bien sus circunstancias, en este proceso desafortunadamente irrelevante. El vacío de poder ocurre en el poder, no en la oposición.
Por eso no me gusta el rumbo, porque lleva al precipicio. Al final, tal vez logremos evadirlo, pero la dirección es ésa. Bastaría un poco de inteligencia, de sentido común, para modificarla, pero no aparecen por ningún lado. Tal vez, como decían los antiguos, de la nada sólo puede surgir la nada. Del vacío, el vacío.
La idea de abrir la competencia prematuramente, se había señalado ya, dió rienda a las aspiraciones y despertó, tempranamente, expectativas en los principales actores que afilan, aún discretamente, sus respectivas cuchillas y nutren sus arsenales con dardos envenenados, de que se hará uso en el momento oportuno.
Por el momento, la dinámica política hacia la sucesión se expresa como en el pasado, al interior del movimiento en el poder, al estilo del viejo régimen, de donde, en teoría, debería de surgir el ungido para el relevo, sin embargo, los acontecimientos recientes, muestran una oposición más activa y articulada, si bien con liderazgos tibios, pero que pudiera despertar sensiblemente en los meses por venir y aprovechar los espacios y desencuentros que, podemos pronosticar, se darán, explícitamente, de manera doméstica en la cúpula!
Todos conocemos el refrán: lo barato sale caro.
En palabras diferentes, existe en muchas partes del mundo: guardar centavos para perder pesos. Todavía más interesante, uno de los teoremas de economía de la información demuestra su validez. Sin embargo, parece que muchas personas no pueden comprender su significado. Sueldos bajos y prestaciones miserables impiden tener personal calificado. No se trata de pagarle millones a todos, pero sí de pagar lo que vale lo que cada quien produce. Hay sueldos razonables para todo tipo de trabajos. En cada una de las
actividades, pagar menos de lo que es razonable implica tener personas incapaces o tramposas. Un funcionario suele ganar menos que un banquero, en todas partes del mundo.
La presente administración prácticamente destruyó la capacidad de gestión del Gobierno Federal por completo. Ahuyentó a miles de profesionistas capaces, ya con experiencia, por bajar sueldos y eliminar prestaciones. La incapacidad es cada día más evidente y peligrosa. Lo barato sale caro.
La idea de utilizar los recursos públicos para repartir dinero, muy atractiva para políticos, tiene un costo. Aunque muchas personas no lo crean, el dinero del gobierno es finito. Y bastante escaso, además. Entre los barriles sin fondo que son Pemex y CFE, queda muy poco disponible. Lo barato sale caro. Para la próxima elección, no olvide esta lección.
En otro orden de ideas, recordemos que los colegios de estudios superiores fueron promovidos por las denominaciones religiosas para dar formación teológica a sus ministros. Los puritanos crear un Harvard y Yale; los presbiterianos, el College of New Jersey (Princeton); los anglicanos, el King's College (Columbia), los holandeses reformados, el Queen'n College (Rutgers), los bautistas, Brown; los católicos, Georgetown.
Conforme la frontera se fue moviendo hacia el Oeste, esos grupos fueron abriendo nuevos planteles, hasta completar 900 en la época de la Guerra Civil.
Estos colegios eran pequeños y vivían en la penuria. No tenían más de 100 alumnos, a cargo de media docena de profesores, que más que sueldo recibían "ayudas". Muchas eran personas acomodadas, que ponían de su dinero para comprar materiales didácticos y hasta para alimentar a los alumnos.
En los primeros grados, un solo profesor impartía todas las materias (griego, latín, lógica y retórica). Eran cursos básicos, con una visión rígida y estrecha. Se aprendía memorizando las lecciones y se calificaba positivamente a los que eran capaces de recitarlas sin errores. Gradualmente se introdujeron asignaturas novedosas, como filosofía moral (lo que hoy sería ciencia política), matemáticas y filosofía natural (ciencias con un enfoque deductivo, no experimental).
Lo que cambió el panorama fue la Revolución Industrial, que demandó técnicos en minería, químicos e ingenieros mecánicos. También administradores, abogados y economistas. Surgieron institutos tecnológicos, que daban cursos de 6 meses.
Gracias a la ley Morrill (1862), que transfirió grandes extensiones de tierra a los estados, estos pudieron entregar terrenos como patrimonio a nuevas universidades. Así surgieron las de California, Illinois, Michigan, Minnesota, Wisconsin, así como Michigan State y Purdue.
Grandes filántropos, como el fundador de la empresa de telégrafos Western Union, Ezra Cornell; el banquero John Hopkins; o el magnate de los ferrocarriles Leland Stanford, hicieron grandes donativos que dieron origen a las universidades que llevan su nombre. Por último, después de la Segunda Guerra Mundial el gobierno el sector privado invirtieron fuerte en investigación. Nada es gratis.
En otro tema recuerdo que los dotes oratorias de José López Portillo fueron siempre muy superiores a las que tuvo como gobernante. Una de sus muchas frases memorables, en medio de una economía que se colapsaba, fue "soy responsable del timón, pero no de la tormenta". Los retrató de cuerpo entero. Un timonel con la vista fija en el puerto del elevado crecimiento económico. Era en realidad el capitán que debió reducir la velocidad del barco, recortar velas y tener listo el lastre para movimientos bruscos de la nave. En lugar de eso mantuvo calderas y velas al máximo posible, alimentadas con deuda, déficit e inflación.
Así a toda velocidad, estrelló la economía nacional contra las rocas.
No es necesario visitar de nuevo al manantial maldito de nuestras angustias, que es la economía, para advertir que nos movemos entorno al caos. Un desorden que podría devenir demoledor fenómeno histórico.
La economía no nos deja, tampoco se advierten condiciones que permitan superar la situación de manera pronta. La noción de "ciencia lúgubre" se actualiza diariamente y abruma al inventario de nuestras calamidades colectivas.
No es cuestión, tampoco, de hacerse eco de los mensajes, sin duda catastrofistas, que acompañan los verbos de una cierta oposición
que, como su némesis, tampoco encuentra derrotero cierto. Bastaría tan solo con revisar los datos emanados de la banca, del propio Banxico o el puntual reporte del INEGI, cuya cobertura resuelve con las horas reporte global del declive de la que hasta hace muy poco era vista como "potencia emergente". Pero no ocurre así.
El gobierno y sus adversarios están enfrascados en otra cosa; vaya usted a saber.
México dejó hace algunos años de ser convergente, ahora es el relato maestro de una divergencia que en economía política o del desarrollo quiere decir caída, estancamiento, secular. Decadencia precoz que no alcanzó a ver el auge.
Sin pretender amargar la hora de los postres y el café, pienso que llegamos a una especie de hora cero qué no admite posposiciones. |
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