Con solidaridad y respeto a Cuitláhuac García Jiménez, Eric Cisneros Burgos, Ricardo Ahued Bardahuil y Rafael Hernández Villalpando.
La vida democrática mexicana aún es frágil. La honda desigualdad y la pobreza, el mediocre crecimiento económico de las últimas décadas, la persistencia de la corrupción, así como la cruenta inseguridad hacen que los avances democráticos se opaquen y minusvaloren.
El origen de todos los males está en el dinero, sentencia San Juan.
Amables lectores ahí voy otra vez, USNews pone a México en el segundo lugar entre los países más corruptos, sólo detrás de Colombia, con Ghana y Myanmar en tercero y cuarto lugar respectivamente.
Como otros índices que tratan de medir la corrupción, este reporte se sustenta en la opinión de expertos y líderes entrevistados, en percepciones. La razón de esto es que la corrupción, al igual que otros fenómenos políticos y sociales, es imposible de medir directamente.
Sería muy raro que un político corrupto confesara a uno de sus investigadores que elaboran estos índices los detalles de sus marrullerías las cuales generalmente mantienen en secreto.
Se puede decir también sin faltar a la verdad, que la corrupción es un estigma que es difícil de sacudir, y que una vez que la mácula de la corrupción se asienta en un país, se convierte en un estereotipo en el que los países de ven encajonado dentro de generalizaciones, muchas veces inmerecidas.
Las manzanas de la percepción no caen lejos del árbol de la realidad.
No hay duda de que uno de los más grandes fracasos de la democracia mexicana está en su incapacidad para contener la corrupción en el sector público.
Parecería que los esfuerzos realizados en este siglo para construir instituciones que regulan mercados, para controlar la evolución patrimonial de los servidores públicos, para darle autonomía a las autoridades fiscalizadoras y para promover el derecho de acceso a la información fueron simples paliativos o distractores que sirvieron para que los corruptos pudieran desarrollar su creatividad y encontrar nuevas oportunidades de hacer negocios a propósito del tesoro público. La democracia trajo libertades y contrapesos, pero no trajo integridad pública.
En otro tema me parece que este año, en el Foro Económico Mundial de Davos se debaten dos temas centrales para México.
El primero tiene que ver con el papel del sector privado para rediseñar el sistema económico, entorno a lo cuál quisiera destacar la opinión Jamie Dimon afirma que “el capitalismo debe modificarse para ser un mejor trabajo creando sociedades más sanas, más incluyente y que genere más oportunidades para un mayor número de personas”. Eso significa hacer cambios profundos en nuestro sistema de educación, proveer capacitación continua, salud pública asequible, incrementar la inversión en infraestructura, una reforma migratoria sensible y políticas que atiendan al cambio climático. Y eso sólo para empezar.
El segundo tema fue tratado en la intervención de Han Zheng, viceprimer ministro de China, en su mensaje hizo un llamado a la colaboración entre países. “Ningún país podrá conseguir un crecimiento económico notable fuera de la división global del trabajo. Los países necesitan trabajar juntos, desarrollar nuevos mecanismos de colaboración global y contribuir para asegurar que todo el mundo pueda beneficiarse”.
En otras palabras, el CEO de uno de los bancos más emblemáticos de Wall Street y un alto político de la nomenclatura de la China comunista, argumentando que el mundo requiere de un sistema capitalista distinto, pero al mismo tiempo, abierto e interconectado. Los dos rechazando la salidas fáciles e irresponsables, de producción, así como de proteccionismo y nacionalismos.
Ambos temas son centrales en el espíritu de la política de desarrollo económico que promueve la 4T y que debe aterrizar.
Estamos en un tiempo en el que es muy complicado mantener el equilibrio.
Hay que estar atentos, la definición de seguridad abarca diversos campos. Es la ausencia de peligro o riesgo. Es la sensación de total confianza que se tiene en algo o en alguien. Implica certeza y certidumbre, cumplimientos de acuerdos.
Existen además diversos tipos de seguridad, la pública, la nacional, la jurídica, la laboral, la informática, entre otras muchas.
En cualquier ámbito cuando se habla de seguridad de hace referencia a las condiciones en las que se desarrolla una actividad, las prevenciones que se han tomado en caso de complicaciones, las acciones en caso de crisis o desastres, y fundamentalmente como se trabajará para equilibrio y tranquilidad en un entorno, sin seguridad se deteriora la convivencia, se pierde la confianza y se confrontan intereses.
Impera la ley de la selva, que beneficia a pocos y afecta a la mayoría. Cuando se demanda seguridad se exige que el Estado cumpla una de sus funciones primordiales, sin la cual no se justifica su existencia. La seguridad requiere de varios factores, sobre todo de conocer las metas y el rumbo que seguiremos para afianzarla, cómo, cuándo, y a través de que políticas públicas se consolidará.
La seguridad evita confrontaciones, busca unidad de acción, es viable con mayor participación social, requiere de certeza pera generar confianza y es indispensable para la buena marcha de un país. Es un asunto de congruencia, donde lo que se dice y se hace tengan la misma ruta. Que las desviaciones pueden darse, pero comunicar y rectificar, permiten reconstruir la confianza y la certeza, características de la seguridad.
Por primera vez enfrentamos en México dos crisis profundas, la de seguridad que abarca varios ámbitos: delincuencia, falta de cumplimiento de acuerdos, falta de rumbo, de certeza jurídica, de confianza en las reglas, de malos resultados y de inseguridad laboral, de libertad de expresión, de confrontación entre mexicanos, de descalificaciones.
Y una segunda que ya se perfila ante la angustia de muchos mexicanos, la económica. Falta de inversión privada que representa más del 70% del PIB, baja del empleo, baja inflación por caída del mercado interno, cero crecimiento, y el riesgo de que las calificadoras bajen grado de inversión a PEMEX por proyectos no rentables, que arrastraría al país.
Y, yo no sé qué me asusta más, juntar estas dos crisis nos acerca a un panorama desolador, con mayores índices de delincuencia, con una población empobrecida, sin sistemas de salud, sin mejor educación, o mejor alimentación.
Golpeados por el desempleo e incapaces del prepararse para el nuevo tipo de empleos que exigen los mercados. Cierto la globalización generó mayor riqueza, pero amplio las brechas sociales y entre regiones en todo el mundo. La reacción ha sido retroceso, de nostalgia por épocas pasadas que no volverán, por liderazgos mesiánicos que prometen regresar a momentos que tampoco fueron mejores, pero que en el colectivo se añoran.
Y lo que nos falta es seguridad, tenemos miedo a un futuro incierto.
En nuestro país aún estamos a tiempo de evitar que la realidad nos arrolle.
Ahora si AMLO rectifica, si ve al país en su conjunto y no por cuatro proyectos y programas sociales que no rompen círculos de pobreza. Es difícil un cambio de rumbo, pero es necesario y aún posible. Se trata de regresar a la seguridad, a la confianza, a la certeza jurídica, a la transparencia, al crecimiento, a una verdadera tutela de los sectores más desprotegidos, con salud, educación, vivienda, empleo digno.
Solo lo tendremos con inversión. Nacional y extranjera.
De lo contrario seguiremos en una espiral de silencio, donde todos se callan, aquí está pasando algo que no se está comentando en vos alta, en donde se toman las fotografías, se corren las cortesías y se aplaude al poder, persecución fiscal, extinción de dominio, reforma judicial que retoma arraigo y prácticas incriminatorias.
Un país de nuestro peso y presencia no puede, ni debe, debilitarse y anularse, o encaminarse a un régimen totalitario.
El problema es el hoy. Ya es hora de recapacitar y volver a retomar el rumbo de la seguridad y el crecimiento económico..
Compartimos un destino común, nadie escapa a lo que suceda en el país.
El liderazgo de AMLO, fuerte y popular debe abonar a la unidad, al esfuerzo conjunto, eso sí lo llevará a una buena etapa histórica, no sucederá con discursos y confrontaciones.
No deberá darse usando su liderazgo, ese es un reto que deberá enfrentar y resolver.
En suma espero no sea con la radicalización y la persecución, sino con acciones y convocatorias que logren seguridad. |
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