Jorge Francisco Cabral Bravo
Sobra decir que desde que Felipe Calderón movilizó al Ejército en Michoacán hasta el atentado a Omar García Harfuch, Secretario de Seguridad Pública en la CDMX, la crisis de violencia ha mantenido un incremento sostenido. Según el INEGI, entre 2007 y 2018 hubo poco más de 250 mil homicidios violentos durante las administraciones de FCH y EPN, a los que habría que sumar los 34 585 asesinatos ocurridos en 2019, ya con AMLO a la cabeza.
La delincuencia ha lanzado un desafío sin precedente al intentar el asesinato de OGH. Hoy la duda es qué hará AMLO ante la inseguridad, ese cuarto caballo del apocalipsis del momento actual de México, crítico que apenas si se puede exagerar.
No por fallido el atentado disminuye en gravedad. Frente a tan demencial afrenta, la mejor noticia es que su vida está fuera de peligro. Más que los criminales fallaran en su intento, debería abonar a la fortaleza de las instituciones.
Para esto último, se requieren pasos concretos y determinantes, signos claros, incluidos resultados, que dejen en la sociedad la certidumbre de que la República no está en riesgo de ser sometida por la criminalidad.
Frente a un cáncer que lastima a todos por igual, se mantienen dos posiciones plagadas de polarizante infantilismo. El “oficialismo digital” argumenta que ante el atentado contra el secretario capitalino es una muestra clara de que el gobierno federal está lastimando intereses de la delincuencia organizada; por su parte, la oposición señala que el país está fuera de control y que los hechos demuestran que AMLO y Alfonso Durazo, Secretario de Seguridad y Participación Ciudadana, no tienen capacidad de hacer algo al respecto.
Al decidir la caza de García Harfuch, los delincuentes apuntaron al policía de más prominencia en el país, luego del desmantelamiento por el actual gobierno de la Policía Federal.
De haber logrado su ruin objetivo, los criminales habrán asestado un golpe mayúsculo a las instituciones del país. Así de poderosos se sienten, que dejan claro su capacidad para moverse en CDMX e infiltrarse en la policía, pues sabían de antemano la ruta y la logística del secretario.
La respuesta ante la intentona debe ser una bocanada de oxígeno que infunda confianza en la sociedad, y un punto de inflexión para las instituciones encargadas de la seguridad y la justicia. La declaración de guerra no puede ser respondida a tontas y locas, pero tampoco debe tolerarse. Con total respeto al marco de la ley, el Estado no puede dejar espacio a ser desafiado impunemente.
Si García Harfuch no fuera dueño de una sólida carrera que incluye lo mejor del modelo policial, que hoy ha sido desterrado por un gobierno federal que ha preferido la opción militarizada; si no contara, por su trayectoria, con el reconocimiento de distintos actores atentos a los temas delincuenciales; si todo eso no fuera suficiente para hacer la defensa de este policía, hay que dejar apuntado que intentar su aniquilamiento implica un desplante mayúsculo: ir contra él, es ir contra Sheinbaum, que es ir contra AMLO. Así en ese tablero.
Ha pasado año y medio, y podemos anotar que “ese punto de inflexión en la tendencia de la criminalidad” no ha llegado.
La curva homicida sigue hacia arriba, de acuerdo con un reportaje publicado en Animal Político por el periodista Arturo Ángel, de junio de 2019 a mayo de 2020, durante los primeros 11 meses de funcionamiento de la Guardia Nacional, la principal apuesta de este gobierno, para ver la panorámica completa, dibujar el camino de una estrategia y empezar a mover el andamiaje de la IV T en materia de seguridad, la cifra de víctimas de homicidio doloso ascendió a 32 mil 78 personas, 450 asesinatos más que los 11 meses previos cuando, explica Arturo Ángel, no existía en el país la Guardia Nacional desplegada. El reportaje de Ángel también evidencia la nebulosa que rodea a este cuerpo de seguridad, sobre la capacitación de los elementos, su evaluación y el control de confianza.
En pocas palabras, opera mal, con pésimos resultados, y a estos se le agrega opacidad.
El reconocimiento de un fracaso que terminó desnudando la estrategia fallida y la improvisación como proyecto de gobierno.
La respuesta del Presidente de la República ha de ser pulcra en lo legal, y perfecta en lo político. Porque estamos frente a un punto de inflexión en el sexenio y AMLO no tiene margen para equivocarse.
La dinámica ha cambiado. Si originalmente la administración apostó por la negociación para apaciguar al país, hoy queda claro que ese equilibrio era y es totalmente inestable. Con un poder público fragmentado en municipios, estados y gobierno federal, no queda más que fortalecer las capacidades institucionales de inversión y coordinación, que cimienten el predominio permanente del Estado sobre los grupos delictivos.
La Sociedad Horizontal, que hoy crece en presencia, puede ser el verdadero aliado de un esfuerzo de largo aliento para combatir la inseguridad y acabar con la violencia imperante en el país. Trabajar con ella sería la única ruta que hoy le queda al Presidente, si realmente quiere construir algo diferente.
La polarización es casi irreversible de cara al 2021. Y ahora, la criminalidad que nunca dejó de crecer, ha salido del armario y quiere someter desde el mismísimo Paseo de la Reforma al poder federal. Repito, el momento no podría ser más delicado, AMLO tendrá que echar mano de toda su astucia política, de la completa lealtad de su equipo, y ojalá lo entienda.
Ojalá, reitero, lo entienda. Ojalá tenga sabiduría y corra con fortuna para responder al enorme desafío criminal.
Ese ha sido y, creo seguirá siendo el gran pendiente de este gobierno, el factor económico, solo un golpe de timón será suficiente para evitar el desastre que está por explotar en alguna oficina de Palacio Nacional.
Cambiando de tema: porque sí, porque no y por lo mismo, AMLO igual celebra. El lenguaje no cambia, la neurolingüística de AMLO ya ha conseguido repetirse y recordarse.
De la obra pública solo se apoyan sus proyectos, con lo cual el dinero se va a barriles sin fondo que no son viables.
De sus propuestas políticas, la que más preocupa es el intento de controlar el proceso electoral de 2021, ubicándose como garante en contra del fraude electoral. Es decir, piensa en la probabilidad de perder la mayoría de la Cámara de Diputados, y ya empieza a hablar de fraude electoral y busca la renuncia de Lorenzo Córdova. El INE le dio el triunfo en 2018, el mismo que hoy funciona pese a recortes y amagos. No está en sus funciones participar en el proceso electoral, no puede participar para vigilar el proceso con el pretexto del fraude electoral. Esta demanda de sacar al gobierno de las elecciones y crear un organismo autónomo fue un acuerdo político de todos los partidos para avanzar en la certeza, legalidad y legitimidad de las elecciones.
Otra institución amenazada es el INAI, para evitar consultas sobre adjudicaciones directas y otras medidas gubernamentales.
Sobre todo, después de la realidad de la SEFUPU que no combate la corrupción, la exonera.
Sólo importan los votos, y las ayudas permiten una organización electoral por grupos en todo el país. Y si falla esta estructura, buscarán el conflicto postelectoral. ¿Llegarán a cancelar elecciones? ¿A evitar qué funcione la Cámara de Diputados? ¿A sabotear al INE y al TEPJF?
El TEMEC es sin duda un instrumento para ayudar a la economía mexicana, pero no es una panacea.
De niños con cáncer, la respuesta es la burla de su mujer, Beatriz Gutiérrez, con poca empatía.
No hay visión de futuro ni de Estado. Ni PEMEX ni CFE pueden ser motor de una economía globalizada.
AMLO se quejó de los insultos y asegura que su respuesta ha sido la tolerancia. Sorprende esta afirmación cuando su discurso es polarizador y de ataque a comunicadores y medios.
Cierro el comentario con el reconocimiento a Omar García Harfuch, por su valor, su profesionalismo y su vocación de servicio. Las amenazas continúan. |
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