Con solidaridad y respeto a Ricardo Ahued Bardahuil e Ing Eric Patrocinio Cisneros Burgos
Francisco Cabral Bravo
Durante este 2022 se fueron sumando problemas en la economía global, como los relativos al bajo suministro de insumos que ralentizaron cadenas de producción, el encarecimiento de hidrocarburos y de alimentos, la explosiva deuda de los países pobres y las sequías que por efecto del cambio climático abarcaron mayores extensiones del planeta, entre ellas el norte de México.
La pregunta obligada es si en 2023 se agudizarán esos factores y provocarán una gran crisis productiva y/o financiera o se atenuarán y la economía global podrá recuperarse poco a poco.
No hay unanimidad entre los expertos acerca de cuál es el escenario 2023 más probable. Dependerá de la evolución que sigan situaciones como la guerra en Ucrania que afecta la disponibilidad de energéticos en Europa; dependerá también de la política de cero covid de China, a la que se atribuye la escasez de insumos para múltiples cadenas de actividad globales, y de las tensiones entre China y Estados Unidos debidas a que Washington trata de bloquear los avances de Beijing en semiconductores y otros campos tecnológicos.
En el ámbito financiero también hay grandes riesgos, asociados a deudas públicas y particulares en todo el mundo que limitan las acciones posibles de los gobiernos, sobre todo de los países pobres; es significativo el señalamiento del Banco Mundial en el sentido de que, desde el 2000 a la fecha, los países más pobres han estado destinando la mayor parte de sus ingresos por exportaciones al servicio de su deuda con los países ricos.
Como escribió el recientemente Anat Admati (Project Syndicate 15/12/2022) "El capitalismo financiarizado ha socavado, abrumado y corrompido a los gobiernos democráticos, y esas narrativas defectuosas han creado confusión y bloqueado reformas. A menos que diagnostiquemos los problemas correctamente y arreglemos las reglas del juego, nuestro mundo estará en peligro.
La corrupción neoliberal de los gobiernos al dejarnos con mínimo margen de acción social es el mayor de los problemas políticos, ya que los Estados han sido incapaces de responder inclusive en los países de ingresos altos y medios a las quejas sociales que provocan las desigualdades y la injusticia.
En conclusión, las reglas del juego tendrán que cambiar para ampliar los márgenes de acción de los Estados en favor de una mayor igualdad al interior de los países y de una mayor cooperación internacional ante los desafíos comunes.
Así, a la contundencia de la alegría y los buenos propósitos que se siembran en el porvenir, la melancolía y, tal vez, a la pesarosa conciencia de un año que concluye, también la incertidumbre se sienta en nuestra mesa: difícilmente podemos mantenernos ajenos a las circunstancias que, día con día, nos muestran una realidad compleja en la que apenas hay un pequeño resquicio en donde habita el optimismo. Aunque, por parte de los gobiernos federal y estatales, escuchemos discursos triunfalistas en todo momento, es innegable que la crisis económica, la violencia, los femicidios, las desapariciones, el imperante dominio del crimen organizado en nuestro país, el racismo y clasismo; así como la terrible escasez de medicamentos, las frecuentes noticias de injusticia, corrupción, ilegalidad e impunidad y la ignorancia como efectiva moneda de cambio, terminan por imponerse en cualquier ámbito. Preguntar si alguien no ha sido afectado por uno de estos indicadores es una simpleza, ya que, de una u otra forma, los hemos padecido directa o indirectamente: porque lo verdaderamente siniestro es ignorar el sufrimiento y el dolor de quienes nos rodean, de todas aquellas personas a quienes les han arrebatado la dignidad de lo humano.
¿Cómo detener el embate de estas lamentables problemáticas?
No busquemos las respuestas más allá de nuestras manos. Cada una de estas se construirán con los hilos de la justicia y la paz que tanto requiere nuestro país; exigiendo gobiernos y servidores públicos que respondan de manera inteligente a las circunstancias de un mundo en lo económico, diplomático, ecológico, etcétera, que está más allá de sus intereses personales, de partido o corporativos. Ser firmes en la exigencia.
Pero no perdamos esa luz que está más allá de las circunstancias y que nos ha permitido resignificar la esperanza. Quizá sea buen momento para recordar los versos del poeta Carlos Pellicer, quien durante varios años encontró que la epifanía de las respuestas encontraba en la poesía, escribió: Seamos como el árbol, como el agua que ve crecer su sombra líquida, esté el sol o no esté. Esta noche alojemos en nuestro corazón las palabras tan simples de esta clara canción. No digan de nosotros: "fue el genio de la guerra", que de nosotros digan: "Trajo paz a la Tierra" (Poesía completa, vol. II, UNAM, Conaculta, Ed. El equilibrista, 1996).
Hoy podría ser un día para decir verdades, algunas que, cubiertas por el permiso que da la fecha, parezcan inocentes pinceladas de un cuadro real y cada vez más macabro. El mundo está idiota, somos muy tolerantes con la estupidez y hasta la protegemos por la desidia de enfrentarla, por quedar bien o por no desenmascararla. Nadie es perfecto, cierto.
Con que pasmosa indiferencia caminamos en medio del hambre, de la necesidad y de la tragedia, porque somos duros, porque no nos afecta o porque tanta miseria cansa y preferimos ignorarla.
Mi reflexión es cómoda pero no tiene efecto si se queda en eso, hay que mover las manitas, hay que hacer algo, lo que sea, lo que cada uno quiera, pueda o le salga de adentro, pero lo más ignominioso es quedarse quieto, callar y aceptar.
Vivimos en un país maravilloso, tan rico y potente que ha soportado y soporta el atraco sistemático de sus gobiernos. Levantemos la voz contra todo lo chueco, evitemos caer en la tentación de la corrupción, hagamos conciencia y seamos exigentes empezando por nosotros mismos, no aceptemos el mal servicio, ni el mal gobierno, seamos intransigentes con la mentira. No seamos inocentes, son malos tiempos para los ingenuos.
Y también, de ser posible, echemos una mano al necesitado, al que lo pasa mal, al que sufre.
Dice Serrat en su poema: "Bienaventurados los que contrajeron deudas porque algún día alguien hizo algo por ellos. Bienaventurados los que están en el fondo del pozo porque de ahí en adelante sólo cabe ir mejorando", y dice también: " Bienaventurados los que lo tienen claro porque de ellos es el reino de los ciegos". Abramos los ojos. Queridas y queridos lectores, quienes me honran con la generosidad de su lectura, les deseo un feliz año 2023 en la que estas palabras del poeta desborden su ánimo, el corazón del porvenir y que se digan en voz alta para que sean el eco de quienes les necesitan. Así sea.
Este espacio hace votos porque el 2023 esté lleno de oportunidades. |
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