Francisco Cabral Bravo
Con solidaridad y respeto a Ricardo Ahued Bardahuil y Eric Patrocinio Cisneros Burgos
Como lo comenté aquí en este espacio en anterior ocasión hace más de 2 años Porfirio Muñoz Ledo concedió una entrevista a Proceso. El reportero Arturo Rodríguez lo cuestionó sobre temas de la coyuntura, para el político difícilmente se ceñía a un tema y dejaba que su memoria trajera recuerdos de su vasta trayectoria. Consciente de su edad, entonces 88 años, pidió reservar sus dichos de mayor alcance para publicarlos después de su muerte.
A la luz de su experiencia en diversos sexenios de cercanía con el poder, hizo una fuerte crítica a la conducción del Ejecutivo en la segunda parte de su sexenio y de cara a la sucesión de 2024. En marzo de 2021, relegado ya de la "Cuarta Transformación" que no lo quiso reelegir diputado, Muñoz Ledo y Lazo de la Vega trataba de construir un movimiento interno en Morena que confrontara y presionara a AMLO.
Su punto de partida era que las presiones que tenía el presidente de la República procedían de la derecha o de Estados Unidos, a las que reaccionaba polarizando más, rechazando el diálogo con sus opositores y las fuerzas del poder en el país.
Con eso, decía, la llamada "Cuarta Transformación" se mantenía oponiéndose a las premisas de una izquierda democrática.
La entrevista con Muñoz Ledo sucedió el 31 de marzo de 2021 y estuvo centrada en la idea de una nueva cruzada cuyo punto de partida era el arribo a la dirigencia de Morena de Mario Delgado, un proceso atropellado que lo dejó en el camino, pero derivó al presidencialismo, las sucesiones y las relaciones que tuvo con otros presidentes. De repente hizo un alto para pedir que las tres horas de conversación que no eran de coyuntura no se publicaron de
inmediato sino se quedaran, explícitamente consciente de sus entonces 88 años de edad, para "cuando ya no esté".
El pasado 9 de julio quien fuera actor protagónico de la política nacional durante 10 sexenios falleció.
Tras de sí, una historia que lo condujo de la élite intelectual del antiguo régimen a la diplomacia; de los juveniles certámenes de oratoria a los momentos clave del parlamentarismo mexicano; de las aulas en la UNAM y la Soborna, donde fue alumno de Maurice Duverger, a inaugurar una cátedra sobre regímenes políticos en El Colegio de México; de ahí a ser secretario de Trabajo y luego de Educación para convertirse pieza clave del encauzamiento de la izquierda partidista a finales de los ochenta. Muñoz Ledo fue una figura imprescindible de la transición democrática desde que en 1987, cuando junto a Ifigenia Martínez, Cuauhtémoc Cárdenas y otros priístas, provocaron la primera ruptura del sistema hegemónico al fundar la Corriente Democrática en 1986, postular a Cárdenas a la Presidencia y luego fundar el PRD. Apoyó la candidatura de Vicente Fox bajo la promesa de una Reforma de Estado que no se cumplió, fue embajador ante la Unión Europea y renunció para sumarse a López Obrador en su primera postulación y en 2017 se afilió a Morena, partido por el que fue diputado en 2018, presidente de la Mesa Directiva que tomó la protesta y colocó la banda presidencial a AMLO. Afirmando: "Lázaro Cárdenas hizo la transformación más importante del país".
Para él, López Obrador debía transitar en la recta final de su mandato de la polarización al consenso y advertía: "De no hacerlo obligaría al próximo gobierno una reforma radical en su contra". Cualquiera que llegue, no se diga Claudia Sheinbaum o incluso Marcelo Ebrard, lo hará. Andrés Manuel no está entendiendo que hay un sistema sucesorio en la historia contemporánea en el que el presidente llega a afirmar su autoridad los primeros tres años y los tres siguientes a buscar una solución de futuro. Un hombre que ha
cultivado tal cantidad de aduladores es el primero que puede equivocarse.
Según Muñoz Ledo, los presidentes todos tuvieron un freno a la adulación, excepto Gustavo Díaz Ordaz, quien, con su espíritu caudillista, presidencialista extremo, con algo de policía político y el leguyelismo que le era propio, se excedió. Desde entonces, el sistema político entendió el exceso. No hay que dar las peleas que no vayas a ganar. O sea, entra a los desafíos cuando tengas claro el terreno que pisas, cuando sepas lo que vas a enfrentar y cuáles serán los resultados.
En otro orden de ideas al leer el título, el recuerdo de alguien a quien nos hemos enfrentado seguramente aflora. Existe un hermoso poema del poeta escocés Charles Mackay: "¿No tienes enemigos, dices? Una pena, amigo mío: ese alarde es vano. Aquel que participa en la refriega del deber, que los valientes soportan, debería haber hecho enemigos, si no los tienes, pequeño es entonces el trabajo que has hecho, si a ningún traidor has escarmentado, sin ningún zafio patán te ha calumniado, sin ningún entuerto has enderezado, entonces, has sido un cobarde redomado".
La importancia de discernir sobre esto radica en comprender el trasfondo del asunto. En el recorrido de nuestra vida, no sólo nos enfrentaremos a lo que dice Mackay. Al enemigo que se opone.
Es indudable que, si no se mueven las causas justas, ecuánimes, sensatas, el camino de la vida nos llevará a desafíos y pugnas. No es posible evitarlo.
Si no somos mediocres e indiferentes, en la brega de la existencia se lucha, se batalla, se rivaliza.
Otros se pelean por causas injustas, abominables, perversas, imprudentes, divisorias. Causas, al fin. La dicotomía del ser en plena exposición.
Sin embargo, el título de este artículo hace referencia a una película de los 80s, cuyos protagonistas son Dennis Quaid y Louis Gossett Jr.
Quaid es un humano y Gossett Jr. un alienígena. Son enemigos a muerte. Pero ambos se dan cuenta rápidamente de que deben unirse para lograr sobrevivir en el duro e inhóspito medio ambiente que los rodea.
Como muchas veces, la realidad parece estar superando a la ficción. La diversidad entre los seres humanos pareciera ser el motivo principal para prejuzgar, maltratar, dividir, polarizar, enjuiciar y hacer la guerra.
No necesitamos de alienígenas que nos vengan a invadir para encontrar una causa aparentemente "justa" para sacar a la luz, razones y justificaciones en la defensa de lo que creemos. Los motivos los encontramos a la vuelta de la esquina, literalmente. Las fronteras limitantes de nuestra propia mente nos conducen a encontrar enemigos por doquier.
Si nos asomamos un poco más, encontraremos argumentos que nos van a segmentar, a dividir, aún más.
Cuando alguien pregunta qué somos, pocas personas contestarán: "Soy humano o terrícola".
Muchas respuestas serán en el sentido de la nacionalidad o la profesión. Hoy en México, adicionalmente, la respuesta pudiera ser: "Soy mexicano. Soy fifí o chairo", ¡ufff, pero por el amor de Dios, no nos limitemos a eso!
Abramos nuestro espíritu. Hagamos un zoom out.
Ampliemos nuestra perspectiva y tomemos conciencia que vivimos en una roca, que va viajando por el espacio, en un universo que continúa expandiéndose y que, en la eternidad, sólo somos un soplo de vida terrenal.
El primer enemigo por identificar es el yo interior. El ego, el satán que todos llevamos dentro, pero que, si no tomamos conciencia de él, se convertirá, sin duda alguna, en nuestro peor adversario.
Nadie posee la razón absoluta. Los radicalismos son peor que los enemigos alienígenas. Nos están llevando a una destrucción planetaria.
Todo en la vida, necesita de la mesura, la cordialidad y la comprensión. El pensamiento absolutista tiene su raíz en la irracionalidad y sólo provoca sentimientos negativos que se traducen en acciones dañinas y contradictorias. "Tu propio interés te sirve mejor si no te dejas llevar por él". Lao Tse ¿Qué podemos hacer? Pudiera parecer una respuesta simplista. Pero tenemos que empezar a conocernos mejor y a meditar sobre nuestra efímera existencia terrenal.
Meditar nos llevará a tranquilizar los turbulentos pensamientos del ser que se pueden convertir en ráfagas de enojo y odio. Es momento de tomar conciencia de nuestras responsabilidades individuales. Ya no podemos echarle la culpa a gente irresponsable, inconsciente, egoísta ególatra.
No debemos dejar que el interés personal sea el que siempre nos conduzca. Y hablo como humanidad.
Somos nuestros propios enemigos. "El egoísmo no es el amor propio, sino una pasión desordenada por uno mismo", escribió Aristóteles.
La humanidad está en el umbral de pasar a otra dimensión. La energía que sembremos, es la que cosecharemos. El origen del crucigrama, no es algo extraño. El enemigo, es el conocido egoísmo.
Y para finalizar a algunas personas les cuesta decir que no, y se trata de una habilidad sumamente importante tanto para la vida personal, como para la profesional. Así sucede porque mucha gente suele preocuparse de cómo será recibido el rechazo.
Gretchen Rubin, escritora estadounidense que trata temas vinculados a los hábitos, la felicidad y la naturaleza humana afirma que quienes dicen que no, a menudo "racionalizan" su aceptación diciéndose asi mismos frases como: "me cuesta poner límites", "siempre hago un esfuerzo adicional y la gente se aprovecha de mí por eso", "cumplo mis promesas a otras personas; pero tengo problemas para cumplir las promesas que me hago a mí mismo" o "no soy bueno cuidándome a mí mismo". No decir que no puede provocar agotamiento, sentimientos de resentimiento e incluso un fuerte
malestar interno. Por eso, decir "no" a las expectativas de otra persona es una habilidad importante que ayudará a alcanzar objetivos y enfocarse en lo que es importante. Claro que no es tan sencillo como "simplemente decir no".
A continuación, comparto una lista de factores a considerar para decir "no" de manera efectiva y respetuosa:
1.- Claridad y honestidad.
2.- Autoconocimiento.
3.- Contexto y relación.
4.- Empatía.
5.- Alternativas y soluciones.
6.- Tiempo y espacio.
7.- Lenguaje positivo.
8.- Confianza.
9.- Práctica.
10.- Consistencia.
11.- Cierre amigable.
12.- Autoestima y respeto propio.
13.- Di que "sí" (poniendo condiciones).
14.- Delegando.
15.-Trade-off.
Thema Davis: "Decir sí a la felicidad significa aprender a decir no cosas y personas que estresan". |
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