Francisco Cabral Bravo
Con solidaridad y respeto Ricardo Ahued Bardahuil e Ing. Eric Patrocinio Cisneros Burgos
El tiempo se va en un suspiro, en sentido contrario al dicho presidencial de hace casi un año, hoy la auto llamada cuarta transformación se desdibuja, anda en zigzag y titubea. Vive un extravío.
En dos años, los que faltan para el gran destape, van a suceder muchas cosas, demasiadas variables e imponderables que sin duda cambiarán el curso de los acontecimientos. Los eventuales candidatos tienen amenazas dentro y fuera de su ámbito de responsabilidad. El primero de diciembre de hace un año, el mandatario decía: "Si somos auténticos, si hablamos con la verdad y nos pronunciamos por los pobres y por la justicia, mantendremos identidad y ello puede significar simpatía, no solo de los de abajo, sino también de la gente lúcida y humana de clase media y alta, y con eso basta para enfrentar a las fuerzas conservadoras, a los reaccionarios".
Hoy, sin embargo, el desconcierto apresa al lopezobradorismo. Y, en la turbación, comete errores estratégicos elementales: pierde simpatía electoral de sectores de clase media y alta, se empeña en iniciativas extemporáneas sin destino, pone en peligro el cierre del sexenio y complica las posibilidades de quienes pretenden suceder al mandatario.
¿Qué quiere la cuarta transformación? ¿A dónde se dirige? No es hora de poner comas, signo de revisar acentos.
Escribíamos hace unas semanas que el gran elector pondera a diario las capacidades y lealtades de Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard y Ricardo Monreal, al tiempo de observar a su círculo cercano y al resto del gabinete para ver de qué lado masca la iguana en eso de filias y fobias. Por ello, en primera instancia, es vital que cumplan con las tareas asignadas, tanto en la jefatura de gobierno de la CDMX, como en la cancillería y por supuesto en el senado de la República. Sheinbaum no tiene la capacidad para gobernar a la CDMX, ya lo demostró en tres años que lleva el frente del gobierno capitalino.
Entonces de que sirve a la ex delegada de Tlalpan que sus jilguerillos que tiene en los medios de comunicación y en las redes sociales, la llenan de alabanzas y atributos, si en realidad no cumple con el
elemental principio de no llevarle broncas al presidente de México. De qué sirve tener a todo un ejército de operadores políticos y carretadas de billete, si no puedes cumplir con tu función primigenia.
La incapacidad también representa deslealtad y esto lo sabe muy bien Marcelo Ebrard y Ricardo Monreal, por ello, no se distraen con fuegos artificiales y el canto de las sirenas, sobretodo el canciller, quien no para en fortalecer la presencia de México ante Estados Unidos. En la arena legislativa la tarea que despliega el senador Ricardo Monreal es relevante más ahora con la cohesión que existe entre el bloque opositor, por ello, no se trata de sacar una agenda legislativa a contramarea, sino buscar los acuerdos y los puntos de coincidencia para aprobar las leyes que sirvan a la gente y al país. El secretario de Gobernación no toma el toro por los cuernos porque, como suspirante, no quiere sufrir una cornada. El coordinador de los diputados, Ignacio Mier, mira a Puebla y, entonces, su compromiso con la causa es emitir twits, ultimátums, o declaraciones que, al parecer a veces ni él entiende. El coordinador de los senadores, Ricardo Monreal, ha resuelto decidir en diciembre si se va o se queda. Si algo más se ofrece, por fortuna ahí están cuadros de la talla de Layda Sansores.
Con tales directrices, acciones y operadores, casi se oye el tronar de dedos de quienes buscan hacer suya la candidatura presidencial de Morena que perdió su envoltura de regalo. Sí, el lío mayor es para ellas y ellos. Si bien el costo político de la actitud, la indecisión y la acción presidencial puede repercutir en el cierre del sexenio, el costo electoral recae sobre quienes buscan la candidatura local o la presidencial. Aunque el mandatario esté detrás, él no aparecerá en la boleta. Y, en el colmo de esa situación, están encorsetados: si no repiten o respaldan el dicho y la decisión presidencial en turno, malo; si lo hacen, también. Claro, de momento, no buscan granjearse la simpatía del electorado, sino la del mandatario; pasar de la nominación a la designación, pero a saber qué será cuando volteen a ver al electorado. Pero, dice el filósofo inglés Thomas Hobbes, los pactos que no descansan en espadas no son más que palabras.
Si el extemporáneo lance reformista y la inmediata revancha política son una estratagema para tender una cortina de humo, en ella también se pueden perder o axfisiar los morenistas del dirigente Mario Delgado.
Qué bueno que el mandatario, como dijo, no se corrió al centro para quedar bien con todos. Qué malo que se corrió al extremo para quedar bien con los radicales. Puede creer que marcha en línea recta, pero
no. Tal es el aturrullamiento que, pese al dicho presidencial, "de nada se logra con las medias tintas", en ese líquido ahora se flota.
En mi columna pasada le comentaba, apreciado lector que el INE requiere mejoras, por ejemplo, para reducir sus costos operativos en la organización de elecciones, para desregular la ley electoral y acotar su carácter punitivo, para que el Instituto sea un árbitro más discreto como resultado de partidos que se autorregulan y cumplen las normas. Es un exceso de soberbia decir que "el INE no se toca", cuando hay muchos aspectos que mejorar, para fortalecerlo. Desafortunadamente el mandatario incendia la pradera cuando desacredita al INE por cometer fraudes imaginarios cuando Morena ha ganado la mayoría de las elecciones en los últimos cuatro años y cuando ya desliza un presunto fraude en 2024: si gana Morena será a pesar del INE, si pierde, será por culpa del fraude. Corear "no se toca al INE" es un eslogan excesivo pero simple y potente para enfrentar el radicalismo del gobierno.
La propuesta de reforma electoral del Ejecutivo contiene algunos elementos positivos, pero el núcleo es muy nocivo para la independencia del árbitro electoral. La reforma de López Obrador es mala no sólo por la captura del INE sino por sus graves omisiones en dos temas nodales que amenazan la salud y uno de ellos la misma sobrevivencia de la democracia mexicana. Uno es el financiamiento ilegal de las campañas políticas y el otro la penetración del crimen organizado durante procesos electorales. También es omisa en atacar las raíces del clientelismo electoral y la coacción del voto.
Una vez que la marcha fortaleció el rechazo de los partidos a la reforma constitucional, algunos legisladores de Morena Hamlet García Almaguer, han dicho, sin tapujos, pregonado, que "a su bancada le tocarían tres de los cuatro consejeros que se renovarán en 2023". En la historia del Instituto algunos consejeros, efectivamente, han respondido a los intereses de los partidos, pero el balance es que el INE mantiene una sana distancia frente a ellos. Una vez que se ha diluido el riesgo de una reforma constitucional, quedan dos riesgos latentes que se deben contener, por una parte, una reforma legal en materia electoral el plan B, que puede contener otros problemas. El segundo riesgo es el nombramiento de los cuatro consejeros del INE.
En otro orden de ideas en el bien acompasado deporte de la descalificación que se practica con puntualidad y disciplina en nuestra sociedad, se escuchan los trinos de la intolerancia que hacen eco más allá del ámbito político, germen y reflejo de la podredumbre sobre la
que se han levantado los discursos y han alimentado sus campañas desde hace décadas.
Estamos tan acostumbrados a aplaudir y llenar de aclamaciones apasionadas las palabras de quienes se muestran como los adalides de la justicia y de un futuro que, nadie lo cuestiona, será "diferente" gracias a que poseen las fórmulas con soluciones mágicas. A fin de cuentas, como dice la vieja frase, "prometer no empobrece"; en ese sentido, no hay día que no disfrutemos de una intensa lluvia de promesas que riegan el jardín de las mentiras, nada nuevo en este peligroso juego de la manipulación y de los "espejitos" de la honestidad a los que somos tan aficionados cuando se trata de ensalzar la personalidad de algún político. Sin embargo, desde el gobierno federal se ha observado que la estrategia de engarzar promesas a la cuerda de la horca es un recurso que empalidece frente a lo que en verdad ha sido el motor de su discurso: el enfrentamiento, la polarización y la violencia que se genera a partir de un lenguaje que alimenta a los populismos más rancios. La desinformación y el poco interés por generar un pensamiento crítico han permitido que los prejuicios la ideología trasnochada encuentren un fértil terreno para que el populismo siga afincando sus múltiples rostros. Basta realizar un pequeño ejercicio de memoria, sí, la gran materia prima que es muy escasa en nuestra sociedad, para recordar la confrontación que han implicado las últimas tres campañas electorales. Desde que comenzó la pluralidad, la tónica de los presidentes como jefes de gobierno ha sido negociar porque eso manda la democracia. Así ha sido porque en democracia se negocia casi todo. Todo, menos el entramado que la hace posible. México está tocando un límite peligroso por la polarización que ha creado, que sostiene y que cada día escala.
El futuro no va a ser dominado por aquellos que están atrapados en el pasado (Willy Brandt).
Para finalizar recuerde: "Una buena educación ya no asegura un empleo". Esta frase abre el primer capítulo del reporte Skillsfor Social Progress de la OCDE. Así de serio y claro. Nótese que no dice un "buen" empleo, sólo "un empleo". La frase es fuerte en sí misma. Resulta, sin embargo, especialmente inquietante viniendo de quién viene: los expertos en educación de la OCDE. Difícil dar con un grupo que haya influido más en la impresionante visibilidad alcanzada por la educación en el debate público a nivel mundial en los últimos años.
Perturbador que ese mismo grupo que tanto y con tantísima resonancia ha insistido que la educación es la clave del crecimiento y el desarrollo nos diga ahora que tener una buena educación no es ya garantía de un empleo o de un futuro seguro. Habla bien de estos expertos llamar a las cosas por su nombre.
Habla de su honestidad intelectual y su rigor técnico. Ello mismo, sin embargo, vuelve el tema especialmente preocupante.
Me centro en la idea de que una buena educación no asegura ya un empleo, pues no sólo aparece en el primer capítulo, sino que recorre el reporte entero.
De hecho y en muchos sentidos, este trabajo sobre la centralidad de las habilidades socioemocionales para el presente y el futuro pareciera un intento por ofrecer soluciones a un estado de cosas muy incierto y complicado. |
|