Francisco Cabral Bravo
Con solidaridad y respeto a Ricardo Ahued Bardahuil e Ing Eric Patrocinio Cisneros Burgos
Hombres y mujeres, con el único recurso de la tenacidad y el valor, han luchado y vencido a las sangrientas tiranías. El ser humano sabe hacer de los obstáculos nuevos caminos porque a la vida le basta el espacio de una grieta para renacer.
Nuestro presente suele ser muchas veces agobiante, desesperante. Hemos estado viviendo crisis de todo tipo. Económica, de salud, de las instituciones, del medio ambiente. Todos los días escuchamos que estamos ante algún tipo de desequilibrio. De hecho, creo que la crisis más profunda ante la que estamos como humanidad, es la falta de un desarrollo de conciencia de nuestras raíces terrenales y de comprender nuestro destino planetario.
Estamos ante una gran barbarie, producto de la alianza entre las fuerzas virulentas de dominación, violencia y odio que actúan desde el comienzo de la historia humana y las fuerzas modernas tecno burocráticas, anónimas y heladas de deshumanización y desnaturalización, como lo apunta el gran sociólogo francés Edgar Morín, en su libro Tierra Patria.
Tanto Morín como Ernesto Sábato coinciden en algo. Ante id.
Nos vemos enfrentados ante las tormentas de maldad, desprecio, indiferencia; azusadas por seres que buscan generar la división entre hermanos y cuyas mentes obscuras y perversas, sólo esconden en la miopía de su ego estúpido y en la pobreza de su alma, la pueril y vulgar comprensión de su breve existencia terrenal.
Ante esta barbarie, ante la enorme ola de inconsciencia y brutalidad, la necesidad imperativa consiste en resistir al conjunto de aberraciones que escuchamos y vemos casi todos los días.
Pero esto, argumenta Sábato, exige creación. Y está sólo surge en la libertad y está estrechamente ligada al sentido de la responsabilidad. Complemento ese postulado del gran ensayista argentino con un extracto del hermoso poema aparecido en la película Invictus, sobre la vida de Nelson Mandela:
Le doy gracias a los dioses
Por mi alma inconquistable.
En las garras de las circunstancias,
no me he estremecido, ni gritado.
Más allá este lugar de rabia y lágrimas,
Se cierne el horror de la sombra.
No obstante la amenaza de los años,
me encuentra y me encontrará sin miedo.
No importa qué tan estrecha sea la puerta,
Qué tan cargado de castigo el pergamino.
Yo soy el amo de mi destino.
Yo soy el capitán de mi alma.
Dueños de nuestras almas y capitanes de nuestros destinos, somos, sin lugar a dudas.
Sin embargo, el ser humano de esta posmodernidad se encuentra encadenado al miedo de confrontarse a sí mismo. Y su libertad más preciosa, la del alma, se encuentra coaccionada y ahogada por una indiferencia bárbara para lanzarse a crear una realidad diferente.
No hemos entendido que el ser humano, sólo se salvará si pone en riesgo su propia vida por el prójimo. Paradójicamente.
A pesar de escenarios terribles y desgarradores que puedan cernirse sobre nosotros, la luz de la esperanza se asoma siempre. Hemos aprendido a superar las crisis que nos azotan, propia fuerza. Como lo menciona Sábato.
"Nunca desistas de un sueño. Sólo trata de ver las señales que te llevan a él", frase memorable de Paulo Coelho.
En otro orden de ideas el hallazgo de una candidatura opositora competitiva para 2024 es el libreto de la oposición perdida. Los
grandes partidos están divididos y enquistados en cúpulas anacrónicas. A pesar de rearmar su maltrecha unión del Va por México contra Morena como su única causa común. Afectada por el síndrome de Cronos, la oposición política carece de horizonte claro por su temor insuperable al desplazamiento.
La soledad política es el purgatorio opositor, como del que vive bajo la amenaza de la hibris que lo persiguió por años y cumplió su castigo al expulsarlos del poder en 2018. Desde entonces, sus estrategias fallidas y falta de renovación no han hecho otra cosa que agudizar el padecimiento de Cronos, nombre dado a esa patología por el dios griego que devoraba a sus hijos por el temor a ser derrocado por ellos. Ese miedo induce el mayor de sus errores, que es vivir en función del comportamiento del Presidente y creer que sin él volverían a reinar.
Si se intentara dibujar una imagen que describiera los llamados partidos de oposición, se presentaría un galimatías que no tiene orden ni sentido, quizá apenas se asomarían unos pequeños garabatos que serían el único destello en medio de tanto enredo. Así, ante el partido oficial y la estructura gubernamental que tiene a su merced, la organización de quienes pretenden competir en las próximas elecciones estatales en el Estado de México y Coahuila y los federales del año 2024, luce cada vez más ecuálida y sin una estrategia que los consolide como una alternativa bien plantada con miras a dichos comicios. Cada día que transcurre se convierte en una oportunidad que dejan pasar, mientras observan su propio ombligo y cargan con el peso de su sombra.
Las historias que han definido el presente del Partido de la Revolución Institucional, del Partido de la Revolución Democrática, del Partido Acción Nacional y, vaya paradoja, de Movimiento Ciudadano, son muy diferentes, aunque tienen una base en común: el lastre de su propia fama. Resulta muy complicado que, de la noche a la mañana, desaparezcan los hitos que marcaron el ejercicio del poder y los nombres de quienes han quedado en la memoria de una
sociedad que no les volvería a abrir, con facilidad y confianza, las puertas de sus casas.
Su propia historia es el lastre que no les ha permitido afincarse como una nueva oposición real ante un gobierno que tiene el manejo de todos los recursos económicos y propagandísticos a su favor. Por ello, mientras el reloj electoral sigue en marcha, estos partidos tratan de buscar los repuestos a sus relojes de arena.
No es gratuito que la desconfianza y el enfado sean las primeras reacciones que se generan en quienes pronuncian los nombres de esos partidos. No se puede olvidar que el PRI ha gobernado, en suma, casi 90 años del México contemporáneo y que sentó las bases más nocivas, absurdas y mediocres de la organización política de nuestro país: presidencialismo contumaz, el "charrismo", sindical, el clientelismo más impune, los mecanismos para corromper las libres elecciones, la retórica que tiene al "pueblo" como el núcleo semántico que cambia según los colores, la conformación de una élite política y económica que sólo cambia de rostro. Sí, toda una estructura de poder e impunidad que al día de hoy es la mejor herramienta del gobierno encabezado por sus mejores alumnos y alumnas. El partido oficial y sus líderes son la versión más aceitada y refinada de quienes algún día pertenecieron al partido tricolor que tuvo la afortunada idea de institucionalizar una revolución. Si observamos el caso del panismo durante sus dos sexenios, se puede llegar a concluir que son el ejemplo de la "llamarada de petate", como decían los antiguos sabios. No lograron constituirse como esa promesa de cambio por la que había apostado la sociedad mexicana.
Y qué decir del PRD, morada del priismo rebelde y futura incubadora del actual partido oficial, que se han perdido en la triste memoria de quienes lo habían enarbolado como el contrapeso de una histórica oposición.
Su reloj marca un tiempo muy diferente al que necesita una ciudadanía que busca referentes que le planten cara al aparato del Estado. Se les olvida con singular facilidad que la sociedad es la que
mueve las manecillas. Por ejemplo, si en la Ciudad de México casi la mitad de las alcaldías son gobernadas por partidos de oposición es por el hartazgo de las administraciones anteriores y, en especial, la actual. El resultado de dichas elecciones no fue producto de sus impactantes campañas o el liderazgo de sus candidatas o candidatos.
Vaya trabajo el que tenemos por delante como ciudadanía: necesitamos crear y exigir nuevas alternativas que sean opciones para el futuro del país. Y nosotras, nosotros, no podemos dejar escapar el tiempo porque se trata de nuestro porvenir.
Y recuerde ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación tienen la responsabilidad histórica de preservar la democracia o permitir el autoritarismo, esa es su responsabilidad. Las controversias constitucionales y las acciones de inconstitucionalidad se presentarán ante la SCJN tras la aprobación y la promulgación de las leyes del plan.
Los ministros tienen en sus manos la paz social o los enfrentamientos entre mexicanos que no están dispuestos a perder derechos y libertades. Resolver el tema, no es cuestión de costos, es de contar bien los votos, reconocer resultados electorales que los ciudadanos elijan en libertad, sin presiones, sin censura, sin manipulación de casillas y votantes. Que sean resultado del debate de ideas, de la libertad de expresión, de la libre manifestación, de la libertad de prensa y de imprenta. México no está dispuesto a aceptar una regresión sin dar la lucha por las conquistas logradas en consenso frente a una "reforma" impuesta desde el poder.
Ministros, no se equivoquen, ejerzan su autonomía a plenitud, cumplan con el respeto a la Constitución, garanticen derechos y libertades. No abonen al México violento, a una autocracia que se empodere más y más, a costa del pueblo mexicano. La violación constitucional y de tratados internacionales no puede quedar impune. Y los tribunales internacionales pueden emitir juicios sobre lo que sucede en México. |
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