Francisco Cabral Bravo
Con solidaridad y respeto a Ricardo Ahued Bardahuil y José Francisco Yunes Zorrilla
En estos tiempos electorales no podemos dejar de reflexionar sobre lo que se propone y lo que se omite.
En el llamado "espectro político" que se presenta a los mexicanos para escoger a quienes se encargarán de la siguiente administración.
Menuda paradoja. No sin razón, adiestra y siniestra, incluidas las protagonistas, hay quejas por el formato del debate. Pero, pese a su rigidez y estrechez, el desangelado encuentro dejó ver la pasta y el perfil de los dos principales contendientes, enfadando por distintos motivos a sus respectivos impulsores que, en el fondo, se sienten dueños o patrocinadores de ellas.
La secuela del debate se está dando hacia adentro, no hacia afuera de las fuerzas y personalidades que amparan a las abanderadas. Ahora falta por ver de qué tan buen o mal modo llevan a cabo los deslindes y ajustes en las estrategias al interior de las coaliciones confrontadas.
Falta mucho por ver.
Desde el ángulo que se le quiera ver, la competencia por la presidencia de México tendrá un final de fotografía. Como en las mejores tradiciones de los grandes hipódromos, la carrera será cabeza a cabeza.
A menos de dos meses de las elecciones es necesario cambiar la estrategia, dar un golpe de timón, apretar las tuercas necesarias y realizar ajustes para que la candidata de Fuerza y Corazón por México no quede abandonada y a la deriva en medio de una carrera que parece llegar al sprint final.
Nos comentan que habrá cambios de fondo en el equipo de Xóchitl Gálvez. Ojalá los cambios impliquen, además de revisar la
estrategia, incorporar a alguien que sepa ganar contiendas. La política es el arte de entender los momentos y las circunstancias. Quién lee mejor los tiempos logra mejores resultados. El problema es que pocos han aprendido la virtud de la paciencia, muchas veces la mejor estrategia es esperar. En política no hay nada seguro.
Sí, apenas han transcurrido 14 días desde que se llevó a cabo el primer debate de quienes pretenden ser ungidos con la Banda presidencial. En efecto, un pestañeo desde que pudimos observar y quizá, analizar esa pequeña radiografía de la personalidad de Claudia Sheinbaum, Xóchitl Gálvez y Jorge Álvarez. Catorce días que, en términos políticos y desde la subjetividad propia de estas lides electorales, se han percibido como si fueran una vorágine que no tiene fin. Vamos del absurdo a la sonrisa que nos provoca el cinismo de la clase política.
Si bien las expectativas del debate podrían ser muy exageradas, incluso ingenuas, no dejaba de considerarse como una primera oportunidad para analizar, en un momento propicio para el desenfado o la iracundia, las reacciones, los movimientos y la capacidad comunicativa de cada uno de dichos personajes. Nos fue posible observar sus expresiones, el acento en cada una de sus palabras y principalmente, la capacidad argumentativa y la claridad de ideas que las que se debía hacer alarde a lo largo de los casi cien minutos de esta suerte de puesta en escena. Y, bajo la mirada y los intereses de cada espectador o espectadora, se comenzaba a fraguar la narrativa, el discurso y el guión que imperaría apenas se diera por concluido el famoso debate. Sin embargo, las notas y los subrayados no radicaron especialmente en las tres figuras que aspiran a la Presidencia eso es justamente lo que debería salir de los paréntesis.
Cada uno tendrá sus conclusiones acerca de ese movimiento. Hay quienes preguntan triunfos, proclamando loas hasta la náusea, o aquellos que señalan lo irritante que es el olor a la derrota. Otras y otros tantos, sólo corroboraron la frustración que implica observar
el nivel de quienes pretenden dirigir a nuestro país en los próximos seis años, con sus ecos en un futuro cada vez más incierto. No obstante, hay otro tipo de conclusiones que deberían estar fuera de la órbita de lo superficial y patético que es coronar, obligadamente, a una "ganadora", pues se trata de analizar y resaltar lo que implicaron las preguntas que se formularon a lo largo del debate.
¿Cuál es el merecimiento para señalar vencedoras y derrotados? Partamos de algo simple: cada una de las preguntas, se comentó a lo largo del formato, las redactaron personas que tienen una perspectiva muy alejada al mundo de fantasía que ha construido la propaganda oficial: se abrió el telón del engaño para mostrarnos una realidad que no necesita del corifeo y los apologistas del actual sexenio. Se cuestionaron aspectos que exigían respuestas contundentes y con miras a afrontar una realidad inmediata, ideas, posibles soluciones. Sin embargo, a pesar de que permeó la ausencia de una sólida argumentación y claridad expresiva, el gran problema se hace patente cuando la candidata del oficialismo se enfrentó a la necesidad de ofrecer una continuidad de algo que, al menos por las preguntas formuladas, se apreciaba como un fracaso gubernamental.
Y como ya lo señaló su propio dirigente moral y jefe de la campaña a perpetuidad, su papel no fue digno de un aplauso unánime.
Así, observamos que el reto era mayúsculo pues al mundo de los "otros datos" que apuntaban a ese mundo irreal en el que la gente es "feliz" y todos los fracasos son resultado de conspiraciones milenarias, se entiende pues, que para valorar positivamente el sexenio de la airosa mentira, se necesita de un engaño aún más sofisticado. Ahora bien, lo interesante es observar lo que sucede con la opinión y análisis de tantas personas: señalar la "victoria" de quién evade las preguntas, quien corresponde con las felices estadísticas que provienen del mundo de los "otros datos. Y, por cierto (la oposición).
Los seres humanos nos equivocamos, tenemos errores de percepción, nos cuesta procesar información, nos dejamos guiar por instituciones, nos afectan las emociones del momento, nos cuesta entender qué nos conviene, e incluso, cuando lo entendemos, nos cuesta actuar en consecuencia porque nuestra voluntad tiene límites. Predecir el comportamiento en diferentes situaciones es de suma de importancia.
No he escuchado argumento más desencaminado que este. La democracia que conoce en el mundo es una democracia que pasa ineludiblemente por los partidos. José Woldenberg lo ha repetido hasta el cansancio: "Los partidos son actores insustituibles de la vida política y sin ellos la democracia es imposible"
Otra cosa es el desencanto político con ellos y el hartazgo de la ciudadanía sobre las promesas incumplidas y la corrupción que ha tocado a todos cuando han sido gobierno (y también cuando no lo han sido). En efecto, ha habido alternancia a nivel federal y estatal y más a menudo que no sobreviene el desengaño producto de malos gobiernos y de corrupción entre los integrantes de sus filas.
Por eso es indispensable la participación ciudadana, pero, sobre todo, el equilibrio de poderes junto con los contrapesos que se han ido imponiendo y, desgraciadamente, ahora destruyendo. Para que no sea un solo partido el que controle el poder o, peor aún, un solo hombre.
Para ganar en 2024 asumiendo una participación de 63%, la ganadora debe obtener más de 31 millones de votos: ¿alguien cree que los podría juntar por sí sola? Otra vez: ¿Qué indican estas cifras? Que PAN, PRI- PRD son competitivos y que juntos recaban alrededor de 45% del voto.
La violencia criminal es quizá la mayor amenaza que se cierne sobre los procesos electorales en marcha.
Se dio a conocer al público el reporte Democracia vulnerada: el crimen organizado en las elecciones y la administración pública en México, como parte del proyecto Votar entre balas, y fruto de una
colaboración entre Data Cívica, México Evalúa y Animal Político que busca analizar los ataques criminales contra políticos y candidatos (as) en el país desde 2018 a la fecha (votar entre balas-datacivica.org).
Los datos recabados revelan una preocupante expansión de la violencia político criminal en casi todo el país en los últimos años, con una mayor intensidad durante los procesos electorales locales y federales.
Por otro lado, por cada ataque a algún candidato (a), o militante partidista, se observa un aumento de un punto porcentual en la tasa de sustitución de funcionarios de casilla el día de la jornada electoral. Además de lo anterior, se encuentra que los ataques a funcionarios públicos anticipan mayores niveles de violencia al año siguiente.
En conjunto, estos resultados sugieren que la violencia política criminal ya ha vulnerado nuestra democracia desde hace varios años. En primer lugar, afecta el ejercicio de los derechos políticos electorales en sus vertientes activa y pasiva: el derecho a ser votado y el derecho de las y los votantes a acudir a las urnas sin miedo. Además, afecta la organización e instalación de casillas confiables y, por último, anticipa aumentos en la violencia criminal a nivel municipal.
Entre las recomendaciones de política pública del reporte se encuentran, en primer lugar, la importancia de fortalecer la profesionalización de las fuerzas de seguridad municipal. En palabras de Sandra Ley, politóloga experta y coordinadora principal responsable del reporte: los ataques contra funcionarios y candidatos son la cara más visible de la gobernanza criminal, pero es sólo una dimensión de este fenómeno. Atender las raíces del crecimiento generalizado de estos ataques debería ser una prioridad para la próxima administración. Tanto la democracia, como la razón de ser del Estado y la esencia de la administración pública están en riesgo. |
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