En electo estamos en la eminencia de peor. Decimos: ya viene. La muerte. Se llevará, tal vez a miles.
En fin lo peor está por venir. Cuando se haya mitigado el azote de la pandemia en nuestras tierras y podamos hacer el balance de qué pasó y quién nos falta, tendremos que actuar frente a la crisis económica y social que se avecina. Una crisis que viene de afuera y que nos sorprende muy mal preparados para enfrentarla. No existe un clima de confianza para invertir.
En plena crisis global, una consulta que mina aún más la confianza de los inversionistas. Algo está haciendo muy mal la oficina de Alfonso Romo.
AMLO, antes de tomar posesión como presidente soñaba con un México distinto.
Se trataba a todas luces de una fantasía. Convocaría a todos los mexicanos a un gran acuerdo nacional de concordia mediante el cual se alcanzaría la anhelada paz.
Bajo su guía moral, el pueblo mexicano se transformaría una vez más por cuarta ocasión, ahora para bien. Pero no ocurrió el milagro.
La corrupción e impunidad, bandera de su proyecto de gobierno, ha quedado manchada con el caso de Bartlett y los contratos sin licitación otorgados a mansalva.
Otra fantasía de AMLO tenía que ver con su movimiento. El creía que su triunfo, su ascenso al poder, traería una etapa de purificación nacional. Los miembros de Morena serían ejemplo de casta y probidad, de corrección ideológica y de entrega incondicional. AMLO los soñó con mística. Pero ésta no apareció.
La enfermedad y su contagio nos harán ser testigos de actos generosos y egoístas de la gente, y de acciones eficientes o desorganizadas de las autoridades.
En tres meses veremos a un gobierno más débil e impopular, o bien fortalecido, depende cómo encare lo que viene.
La globalización contribuyó a extender la pandemia y es muy probable que la globalización en forma de vacunas y tratamientos, nos ayude a enfrentarlas.
Ojalá me equivoque, pero no es imposible que nuestro país vaya a ser de las naciones más golpeadas por la crisis, en salud, por la tardanza en instrumentar medidas más severas de distanciamiento social, y en economía, por el hecho de que veníamos de un año de estancamiento.
Tiempos como estos ponen a cada quien en su lugar, ya lo veremos.
Ser optimistas en tiempos oscuros no es sencillo.
Pero es necesidad si queremos tener el espíritu que se necesita para salir adelante en la tormenta.
Las calles se vacían, los antros, los gimnasios, los comercios cierran, la gente se recluye.
La enfermedad se propaga y a las cifras de los enfermos y fallecidos en otros países se suman, poco a poco, los de nuestra propia nación. Las economías se desploman, los sistemas de salud se colapsan, los gobiernos se tambalean. Nada volverá a ser igual. Es tiempo de hablar del futuro. El mundo cambiará por completo, de una manera tan radical como no se ha visto ni siquiera después de la caída del Muro de Berlín o de cualquiera de las grandes guerras del siglo pasado.
Es tiempo de hablar del futuro y dejar atrás la polarización de los molinos de viento, antes de que llegue la ola del aislamiento y el autoritarismo. Es el momento de actuar.
La gente tiene miedo, mucho miedo, que en unas cuantas semanas se podría convertir en ira y violencia: ¿estamos preparados para lo que se avecina?
¡Piénsalo! Con el exceso de estrés que se vive en los últimos días, en esta ocasión quisiera hablar de una actividad que podemos efectuar para mantener la tranquilidad y convivir en familia. Me refiero a la lectura. Decía el escritor José Saramago: “todo el mundo me dice que tengo que hacer ejercicio, que es bueno para mi salud, pero nunca he escuchado a nadie que le diga a un deportista tienes que leer”.
Si bien el deporte es fundamental para nuestro bienestar, hoy la situación apremia que cuidemos nuestra salud emocional y leer puede ser una buena opción para dicho fin.
En México la lectura es un tema pendiente. Según el Módulo sobre Lectura 2019 del (INEGI), de cada 100 personas, 42 dijeron haber leído al menos un libro al año.
Es una práctica que exige varios retos para que sea adquirida como un hábito.
En junio de 2019, el gobierno federal puso en marcha la Estrategia Nacional de Lectura con el objetivo de incentivar su hábito a través de tres ejes de acción: formativo, persuasivo y material.
Sin duda establecer una estrategia favorece el impulso del acto lector, pero la labor va más allá. Leer es una experiencia de vida y como tal, es difícil imponer su práctica. Más bien se trata de facilitar y motivar a la gente para que la adopte, empezando por los más pequeños.
Se sabe que el acercamiento a la lectura beneficia el desarrollo de los infantes. Por otra parte hoy el lector tiene un abanico muy amplio con la era digital. Es cierto que el fomento a la lectura es una tarea compleja, pero no inalcanzable y estoy
convencido de que si nos esforzamos, los niveles tan bajos que suelen reportar las estadísticas podrán modificarse.
Ante todo, hagamos de la lectura una actividad placentera y permitámonos refugiarnos en ella para sentirnos un poco mejor en estos singulares momentos.
Continuando con la pandemia ante una crisis mundial, las fronteras desaparecen y las acciones locales son vistas en todo el orbe, tanto las exitosas, como las que representan peligro para todos.
En estos momentos, los gobiernos se miran entre sí, unos con recelo y otros con admiración, por la forma de enfrentar el COVID-19.
Después de observar con detenimiento el paquete de medidas anunciadas por el gobierno en la fase dos, solo resta decir que no obstante que el Ejército y la Marina están participando de forma activa con toda la infraestructura y pertrechos que tienen a su alcance, lo cierto es que el sistema hospitalario nacional público y privado es insuficiente a todas luces para atender una demanda creciente de pacientes.
Y por si fuera poco, el paquete de medidas económicas ha sido decepcionante.
En el mensaje que la presidenta del ICC México, María Fernanda Garza Merodio, transmitió a AMLO, le expuso que “la crisis internacional generada por el Covid-19, exige coaliciones nuevas e inusuales para asegurar respuestas efectivas y coordinadas a nivel global, a través de un frente unido entre las empresas, los trabajadores y los gobiernos de todo el mundo”.
La propuesta de la agrupación mundial de comercio está soportada por una serie de recomendaciones para atender la pandemia así como la reactivación de la economía global.
No sé ustedes, pero a mí me costado tomar plena conciencia de lo que estamos viviendo a raíz de esta crisis, se me informó, en algún lugar de mi cerebro estoy consciente de que cambió el mundo, el país, mi estado y cambió mi vida, pero la famosa “caída del veinte” me ha tomado tiempo.
Aquí en Xalapa, siguen cantando los pájaros, ladrando los perros, maullando los gatos y siguen sonando el refrigerador y la licuadora. Sigo haciendo mis tres comidas y sigue habiendo libros en mis libreros, fuera de eso, sin embargo, todo está alterado.
No es fácil, no tengo ni tenemos ninguno asideros mínimamente firmes para interpretar y para hacernos cabalmente cargo de lo que nos está ocurriendo. Y, encima, la cosa esta que me pasa a mí, que te ocurra a ti, sucede a escala planetaria.
O seas, nos está afectando a todos los seres humanos, más allá del huso horario en el que organizamos nuestras horas de sueño y de vigilia.
Hoy por hoy, sin embargo, confieso que me cuesta mirar el futuro. Básicamente, porque cuando lo miro de frente veo negro y me da susto, así que he decidido que, por el momento, lo que me conviene es aquello de “un día a la vez”. Como los alcohólicos o los que se están recuperando de una ruptura amorosa fuerte.
Cada quien lidia con esto como puede, tampoco es fácil, pero en estos tiempo tan trastocados que corren, me he propuesto suspender juicios sumarios y tratar de colocarme en los zapatos de las otras y los otros.
Hay quien puede mejorar con el encierro; a otras y a otros la falta de contacto presencial con otros seres humanos los lleva al infierno. Así es esto de vivir sin partitura. Todos y todas, además de tener que enfrentar la crisis en lo material y lo cotidiano, nos hemos visto obligados a mirarnos en el espejo.
Es y era imposible saber cómo reaccionaríamos frente a una situación tan desconocida como esta.
Se ve que AMLO le ha costado “recalcular” la ruta. |
|