Con solidaridad y respeto a Cuitláhuac García Jiménez, Eric Cisneros Burgos, Ricardo Ahued Bardahuil y Rafael Hernández Villalpando.
Recordemos la congruencia en política, es generalmente considerada una gran virtud.
A la menor provocación, los políticos presumen de su consistencia en el tiempo con una ideología, en sus opiniones sobre un tema, en la pertenencia a un partido, en la membresía a un grupo político, o en la fidelidad a un líder.
En la arena política, permanecer inmutable en el tiempo, impermeable a los cambios, incólume como estatua de bronce es una ventaja, un atributo una prenda que honra la carrera de un personaje público.
Está visión sobre la importancia de la congruencia, en la que se premia la petrificación de las convicciones, la fosilización de los argumentos, puede ser también obstáculo para que los políticos se vuelvan más capaces de conseguir acuerdos, arribar a compromisos y promover un ambiente de discusión pública más constructivo.
No sólo en política, la congruencia es una cualidad que impide, cambiar de opiniones o aceptar como válidas las ideas de otros.
Volviendo a la política, el hecho es que cambiar de opinión muchas veces viene acompañado de una sanción social y en consecuencia, electoral.
En la política mexicana, muchos de los ataques entre rivales políticos también tienen que ver con la falta de congruencia, por haber pertenecido a más de un partido político, o por ser confusos en cuanto a su posición en algún tema.
La búsqueda de consistencia en política puede llevar a un gobierno a insistir en sus errores ya profundizarlos en lugar de buscar soluciones alternas.
Creo que es importante abrir el espacio político suficiente para la rectificación de errores, que la búsqueda de la consistencia política, inútil e improductiva, sea sustituida por la búsqueda de soluciones.
La esperanza viene de esperar y éste verbo, a su vez del latín esperare. La esperanza puede ser vista como una sensación, sentimiento o valor que se refleja en nuestro estado de ánimo y que, normalmente, asociamos con algo positivo.
Es aquella percepción de conseguir algo nuevo para nuestras vidas y nuestras personas y está asociada a la confianza, fe y seguridad.
El presidente estableció programas anticorrupción que la gente aplaude.
Así acabó el dispendio de los gastos de gobierno federal con programas de austeridad republicana. Y en las finanzas públicas, con equidad y transparencia, logró los equilibrios fiscales para el ejercicio del gasto público y una distribución fiscal.
La 4T requiere de los ideales expresados por los grandes de la diplomacia mexicana: Generado Estrada, Isidro Fabela, Alfonso García Robles, Emilio Rabasa, Bernardo Sepúlveda y Carmen
Moreno Toscano, por mencionar sólo algunos, hoy más que nunca tendrán que ser invocados para no caer en los juegos de guerra de la geopolítica internacional, ¿o no, estimado lector?.
En otro contexto seguramente a usted como a mi, la traducción con Los Reyes Magos permite pedir a estas tres emblemáticas figuras los deseos para el año que inicia. Los míos personales ya están hechos. Pará el país están por definirse.
Por lo pronto los deseos de cambios en el gabinete de unos y otros aún no se concretan.
Los deseos de que se mantenga la estabilidad, las finanzas públicas sanas, y inflación y tasas de interés a la baja, el arranque del T-MEC, pese a concesiones del solitario Jesús Cede, el alza del precio del crudo.
Otro deseo es que funcione el sistema de salud, con cuotas ya es cuestionable, sin cuotas me parece incosteable. Pero estos son aspectos que irán evolucionando en un mundo convulsionado.
Internamente se puede lograr que Los Magos del Oriente no concedan algunos milagritos. Uno es abatir la inseguridad, la violencia, los feminicidios, el narcotráfico para lo cual no hemos visto remedio, ni medicina, ni receta y siguen creciendo índices delictivos en todo el país. Este asunto debe empezar por un posicionamiento claro de AMLO, con los remedios necesarios, con la reforma institucional desde policías, guardia nacional, ministerios públicos, jueces, magistrados, la corte, las fuerzas armadas.
Un segundo sería que se detonara la confianza, se cancelara Santa Lucía y se retomará Texcoco, que se rescatará a PEMEX con sensatez y no con Dos Bocas que van a vomitar recursos inútiles. Desde luego se requiere un programa de infraestructura de 5% del PIB, que no sea un listado de concesiones o proyectos, sino un Acuerdo Nacional con contenido económico y social. Sin inversión no hay crecimiento, ni bienestar, ni empleo, porque los apoyos sociales no rompen círculos de pobreza, no son indicadores de desarrollo, ni hay dinero suficiente para regalar dádivas a amplias clientelas que se acrecientan cada día.
Pará lograr el segundo necesitamos un tercero. El Estado no tiene recursos en ninguno de los niveles de gobierno, pese a su promesa AMLO ha impulsado mayores tasas para recaudar y aunque ya no confina pagos de impuestos, si ha creado tratamientos especiales en el Norte del país que provoca caída de recaudación.
Más controles es una parte de la solución, porque lo que realmente se requiere es una Reforma Fiscal pactada. El ISR, el IVA son los más importantes, para mejorar recaudación se debe promover que los Estados participen y obtengan beneficios.
En cuanto al crédito para financiar proyectos, incluidas las concesiones, se requiere de una banca fuerte capaz de privilegiar proyectos y no sólo evaluar garantías.
Esto implica una política industrial que fortalezca el mercado interno, y aproveche los tratados comerciales como el T-MEC, para incorporarnos exitosamente a las cadenas productivas de los bloques regionales, para no quedar marginados de la competencia en los mercados y frenar exportaciones.
Otro deseo es que, la educación, la ciencia, la tecnología y la cultura retomen niveles de excelencia, son los pilares del desarrollo, conformación de investigadores, con becas, con políticas de fomento al arte en todas sus expresiones, con participación en organismos y foros internacionales, con intercambios y mayor calidad.
De las NTI sólo podemos decir que son la herramienta de la nueva ola de una revolución que ha cambiado la vida de las personas, el concepto de tiempo y espacio, facilitando intercambios financieros y de todo tipo en todo el mundo, todo el tiempo.
En el siglo XXI quién maneje cómputo y programas, hablé inglés y además otros idiomas, no podrá ingresar a los nuevos beneficios del desarrollo, ni ha trabajos bien remunerados.
Ahí hay un amplio margen para preparar a la población en este cambio.
Queridos, Melchor, Gaspar y Baltazar, el conflicto EEUU-Irán por el momento nos ayuda a que el peso se fortalezca, nuestros mercados internacionales se mantengan, a que suba el precio del petróleo, y que se logre aumentar salarios mínimos, pero si el crecimiento sigue en cero, los resultados nos afectarán en forma importante.
Por eso hay que defender la democracia, las libertades, los órganos autónomos, La División de Poderes, el Estado laico, el respeto a voces disidentes, porque todos somos México y hoy el gobierno necesita de todos para que Los Reyes Magos nos otorguen por lo menos, un par de deseos.
Amables y gentiles lectores, nuevamente a todos les deseo que el 2020 sea un año de realizaciones, de armonía, de tolerancia, de inclusión, de libertad de expresión, de avance en derechos humanos, de solidaridad entre los mexicanos que pese a diferencias, somos un pueblo que cuando de verdad se une rompe barreras y se proyecta como una gran nación. |
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