Con solidaridad y respeto a Cuitláhuac García Jiménez, Eric Cisneros, Ricardo Ahued Bardahuil y Rafael Hernández Villalpando.
No podría pasar inadvertido el complejo mensaje emitido por el Presidente de la República, a través de su cuenta de twitter, debe ser leído y releído con mucho cuidado y llevar a cabo los deslindes necesarios.
La primera parte habré con signos de admiración, diciendo: ¿Qué equivocados están los conservadores y sus halcones?.
¿A quiénes se refiere el Presidente? ¿Preocupa, sobre todo en ese párrafo, que les compare con quienes derrocaron y asesinaron a Madero?.
¿Pará qué enviar ese mensaje? ¿Qué sentido tendría hablar de un asunto improbable?. ¿Quiénes son los halcones, aves carroñeras de los conservadores?.
Estas preguntas son relevantes ante un Presidente que tiene conocimiento relevante de la historiografía nacional y que, desde la particular visión que ha construido a partir de textos, datos sin nombres, ha armado, en consecuencia, una visión de país de gobierno y de sociedad en la actualidad, desde las cuales toma decisiones y da instrucciones a su gabinete.
En la segunda parte de su mensaje sostiene que no cabe la simplicidad de las comparaciones. Si así fuera, ¿qué sentido tendría nuevamente establecer un paralelismo entre su mandato y el del Presidente Madero?. Finalmente la tercera parte, que es en la que menos atención se ha puesto el mensaje se vuelva aún más nebuloso. La última parte del primer párrafo es la más críptica. El México de hoy no es la tierra fértil para el genocidio ni para canallas que lo imploren.
Equiparar un posible golpe de Estado con una práctica genocida es un asunto mayor, sobre todo si proviene del jefe del Estado Democrático que podría estar en riesgo; lo es más en un país que nunca ha tenido un partido político de esta naturaleza.
La fábula que recomienda leer el Presidente en esa última parte de su mensaje platea cómo moraleja: A la hora de elegir a sus gobernantes es mejor escoger a uno sencillo y honesto, en vez de uno emprendedor pero malvado o corrupto.
No hay democracia que perviva sin leyes justas y sin instituciones capaces de cumplir el mandato de esas leyes.
Todo lo que dice el jefe del Estado en un República debe ser tomado con la seriedad que implica su investidura. Ni la situación ni la coyuntura ni la época son de golpes de Estado.
Dice Aguilar Camín que “los recursos del porvenir del Presidente son increíbles hacia delante y falsos hacia atrás”.
En verdad, este México poco y nada tiene que ver con el de Porfirio Díaz, AMLO no es Madero, nuestro ejército constitucionalista, nacido de la revolución, no es el Ejército federal que derrocó a Madero, en la oposición a AMLO no se ve un Huerta, pero tampoco un Villa o un Zapata.
En otro tema, tal vez sea el momento y la hora, cuando aún no acaban de callarse las muchas voces críticas que se levantaron a la vista del fallido y aún insuficiente aclarado Culiacanazo.
El brutal asesinato de una decena de integrantes de una familia mexicano-estadounidense en la frontera entre Chihuahua y Sonora volvió a colocar a la presente administración, literal, contra las cuerdas.
Y esto no sólo por las confundas circunstancias en que tres mujeres y seis menores, miembros de la familia del activista y líder religioso mormón, Julián Le Barón, fueron privadas de la vida en el marco de un supuesto enfrentamiento entre cárteles, sino, esencialmente, por las graves implicaciones del caso que cimbro al primer nivel de la estructura gubernamental, norteamericana que, amén de ofrecer ayuda para aclarar lo ocurrido llamó a la administración, a dejar de lado su ingenua e ineficaz estrategia de seguridad y a declarar, ahora sí, una guerra frontal al crimen organizado.
Al margen, lo cierto es que prácticamente desde el momento mismo en que se conocieron los primeros reportes sobre el crimen, la embajada estadounidense, liderada ahora por Christopher Landau, se involucró en las pesquisas y asumió, desde su particular posición diplomática, la responsabilidad de llevar a término las mismas, “en tiempos récord se entiende”, en razón de la binacionalidad de las víctimas y, obvio, las circunstancias en que se dieron los hechos.
Un nuevo incidente éste que exhibe la ineficaz estrategia “pacifista” del régimen y habré un nuevo frente que, guste o no, abona a la percepción de inseguridad y desconfianza que incide de igual manera en el comportamiento de la economía como en la sensación de ingobernabilidad. Lamentablemente.
El Estado tiene que recuperar el territorio perdido ante la delincuencia y hacerlo pronto. Como lograr esto es decisión de la autoridades, comenzando por el gobierno federal, para eso se les eligió, pero ninguna estrategia funcionará mientras no se reconozca que lo que se hace hoy, o más bien, dejado de hacer, no está dando resultados.
El problema es de fondo y pasa por la negativa del gobierno federal de dar combate al crimen organizado.
En México crecen las críticas a la estrategia de seguridad y legisladores, incluso de Morena, como Lily Téllez, empatizan con la reclasificación de terrorismo, aunque los cárteles carezcan de motivaciones políticas o sociales a diferencia de organizaciones de este tipo.
El gobierno desconfía de la ayuda de E. U, con la colaboración del FBI, aunque AMLO rechaza que haya un afán injerencista de Trump, porque la reclasificación tiene implicaciones, como sanciones a los gobiernos que no los combaten.
¿Y la pregunta es si el gobierno mexicano está listo para responder a las demandas?.
El ambiente está tan descompuesto que el mismísimo presidente Trump le ofreció ir juntos a La Guerra, así, en mayúsculas contra el crimen organizado.
Y recuerde: “Cuando Dios borra es que va a escribir algo”.
Para finalizar y en otro contexto, en alguna de las anteriores columnas, he sostenido que en la terminología inglesa del beisbol, se llama slump a la mala racha en la que cae un bateador que
no logra conectar de hit en varios viajes a la caja de bateo, o cuyo porcentaje de bateo está muy por debajo de los 300 puntos.
Todos los grandes peloteros han experimentado alguna vez un slump. Les paso al mismísimo Babe Ruth en la temporada de 1922, les sucedió también a Joe Di Maggio en 1941, cuando bateó para. 184 durante una mala racha de 30 partidos, a Willie Mays, quien se fue en blanco en los primeros 21 turnos al bat en su carrera en 1951. El tema a sido motivo de análisis y hasta de libros que exploran las razones por la que un beisbolista cae en un slump y cómo puede salir de él.
Matt Antonelli expelotero hace tres recomendaciones para salir de una mala racha de bateo: 1) no hacer el swing a malas pichadas, 2) examinar la sincronización ante los lanzamientos y 3) repasar la mecánica de bateo.
Quizá los consejos de Antonelli puedan servir a AMLO, gran aficionado al rey de los deportes, quién está, a todas luces, en un slump político. ¿A perdido el ojo para detectar los envíos conectables? ¿Está reaccionando a tiempo ante lo que le lanzan? ¿Se le ha oxidado la técnica de bateo?.
Si el Presidente acepta que está sumido en una mala racha, que últimamente no logra conectar bien, bien podría encontrar las causas y poner en marcha las soluciones para salir de ella y, con suerte, resurgir como lo hizo Babe Ruth en la temporada inaugural de Yankee Stadium en 1923.
Pará lograrlo, tal vez deba pedir opiniones y tomar en cuenta lo que Antonelli aconseja evitar en estos casos: “Tratar de pegarle de hit a toda costa.
Pienso que para devolverle dignidad a esta nación necesitamos ciudadanos dignos. Sin este tipo de ciudadanía, no esperemos un cambio de rumbo.
Nuestros silencios nos hacen cómplices de lo que hoy ocurre.
Saber no sólo ayuda a tomar decisiones, saber también conforta, sosiega, contiene. |
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