Pues bien, no es extraño. Sólo el Presidente y su equipo dicen que tenemos “el mejor gobierno en el peor momento”.
Quienes tenemos la oportunidad de poder escribir intentamos ofrecer información, dotarla de contexto, y aportar conocimiento. Como es natural, no siempre logra uno hacerlo, pero ese es el objetivo de nuestro trabajo. Hay quienes están dedicados a obtener información novedosa que caben mejor en el término “periodista”, según suele utilizarse. Otros más bien nos dedicamos a aportar estructura y contexto, y se nos aplica el mote de “columnistas”. Cada uno de nosotros tiene una forma diferente de ver el mundo, y una opinión diferente de cómo querríamos que fuese. Debido a ello, podemos coincidir más o menos con otros autores, con políticos, con empresarios, con pensadores o artistas.
Pero nuestro trabajo no se destina a ellos, sino a los lectores. Cada uno de nosotros intenta a portar algo que ayude al lector a entender mejor lo que vivimos.
El trabajo de la prensa no es gobernar. Ni siquiera criticar al gobierno, o a quienes están en la oposición. El trabajo es informar, poner en contexto, aportar herramientas, para que los lectores puedan formar su propia opinión. Si los hechos y datos que tenemos que informar son negativos, si las acciones de gobierno destruyen valor y estructura, si la actitud de los políticos es hostil, nada de eso es culpa de la prensa: ni de los reporteros, ni de directivos, ni de columnistas. No es trabajo del gobierno hablar de la libertad de expresión, ni comentar o criticar lo que hace la prensa.
Su trabajo, simplemente, es gobernar.
¿Qué será peor que un virus como el COVID-19 que ha matado en el mundo a más de un millón de personas, de las cuales un poco más del 12 por ciento han ocurrido en México, o un discurso que difunde el virus del odio, la soberbia, la división social, el encono, premia la incapacidad y paraliza a las instituciones públicas?
En México no se respeta el estado de derecho, no hay certeza jurídica ni legalidad y tampoco se han desarrollado contrapesos republicanos apunta el coordinador del PAN, Juan Carlos Romero Hicks, en la cámara de diputados.
Tiene razón el legislador y no se trata de visiones partidistas, sino de observar la realidad con objetividad más allá de filias y fobias y con ojo crítico.
Actualmente, México está enfermo de varios cánceres que ya hicieron metástasis en áreas neurales de la gobernanza.
El país se desmorona porque quiebran sus valores y las instituciones. Se padece del cáncer crónico de la pobreza y la desigualdad, de una economía que no distribuye el ingreso y eso pasa por educación, salud, alimentación, seguridad social, nutrición, vivienda y sobre todo el ingreso familiar.
Pues bien si el gobierno de AMLO está en quiebra, porqué se sorprenden que busque hasta por debajo de las piedras el dinero que les falta para seguir fondeando los programas político-asistenciales y la construcción de la refinería que está en el Lago de Dos Bocas, el Aeropuerto de los mamuts y el tren que devastará la selva del sureste del país.
Los fideicomisos, las afore y las reservas internacionales del Banco de México están en la mira del gobierno de la autollamada 4T, y no descansarán hasta que entren los recursos que manejan a las arcas de la SHCP.
Con el pretexto de la pandemia, están jalando dinero de todos lados, pero lo paradójico es que directamente no se ha canalizado recurso alguno.
En resumen, los recursos producto de la deuda que ha contraído el gobierno de México y ahora el billete de los fideicomisos no van a contrarrestar los efectos de la crisis económica y sanitaria, sino a fortalecer los propósitos electorales del presidente de la República.
Es lo mismo, pero no es igual. Las protestas siguen los mismos patrones: marchas, toma de espacios o de edificios públicos para protestar por diversas causas. La de FRENAAA busca que AMLO renuncie a la presidencia y se aleje el peligro del “comunismo” y su dictadura en México. Tienen un ideario político conservador, pero son indudablemente grupos de la sociedad civil organizada. Puede usted o no coincidir con su ideario, pero tiene el mismo derecho de las miles de marchas y plantones que se han expresado.
Sin embargo; se les cortó el paso, se les agredió, se les despojó de sus pertenencias y se les impidió llegar al zócalo capitalino para organizar su plantón. La crítica en redes sociales y prensa fue estruendosa.
De una carrera hecha con base en mítines y plantones, ahora AMLO resultó de piel delicada, intolerante a dichos movimientos, en un país donde toda la gente está feliz, feliz.
AMLO algo sabe de marchas, en su plantón en Reforma en 2006 para protestar por el triunfo de Felipe Calderón, montó carpas y tiendas, vacías en su mayoría, donde nunca se le vio pernoctar, atendía en un hotel cercano.
Queda claro que ningún movimiento que critique o no responda a las directrices de la 4T, estará amenazando en su libertad de expresión y manifestación. Que AMLO sigue sin entender los temas del feminismo y rehúye todo acercamiento con organizaciones de la sociedad civil que impulsan los derechos humanos de las mujeres. Que el trato dado a columnistas, articulistas y periodistas de medios que no le sean afines son criticados y expuestos a la violencia de fanáticos y seguidores de AMLO, que no construye una nación, la desdibuja y la confronta.
La desaparición de los Fideicomisos Públicos no registrará marchas o plantones, pero las afectaciones a la ciencia, al arte, a la cultura, a las minorías vulnerables, a los discapacitados, a mujeres y niños, les afectará de una manera tan drástica que cambiará sus vidas.
El hoyo negro de las ayudas sociales crece, no necesariamente llega a los beneficiarios, no hay padrones, no hay transparencia y no hay supervisión.
¿Dónde quedó la bolita?
Todo se encamina a la elección del 2021. Incluso la toma de la CNDH, donde se condenan las protestas y se denuncian falsos complots. Capacidad de movilización del voto, frente a la oposición. AMLO hará más de mil estrategias para no perder. Buscará la parte sentimental del voto, el apoyo incondicional. Una de las muchas formas para juzgar el éxito o fracaso de un gobernante nos la da la más simple aritmética que tantos apoyos suma y que tantos resta durante su gestión. La suma de votos es lo que importa para obtener la Presidencia. Una vez en el cargo, lo que importa es la suma de apoyos. Sin ellos, la tarea de gobierno se vuelve cada vez más difícil.
Cierto, la suma de votos fue la mejor desde la de Miguel de la Madrid. López Obrador llegó al poder con el 53 por ciento de los votos. Por encuestas de salida sabemos, por ejemplo, que 49 por ciento de las mujeres, 65 por ciento de las personas por grado de licenciatura o más, 63 por ciento de los jóvenes, y 64 por ciento de las personas con más ingresos le dieron su voto (Parametría).
Según el promedio de encuestas publicado por Oraculus, la popularidad del Presidente sigue siendo muy alta, aunque registra una pérdida importante de 22 puntos: de 79 a 57 por ciento entre enero de 2019 y septiembre de 2020.
La popularidad hace sentir bien a cualquier gobernante, pero a la hora del desempeño cuenta poco. A veces hasta hace daño. Popularidad aparte, lo realmente preocupante es la pérdida de apoyo de amplios sectores de la población. Hay estudios que muestran que su voto incluyó a “regiones y grupos sociales que anteriormente le habían dado la espalda” (Buendía & Laredo) Es posible que de nuevo le estén dando la espalda.
Los empresarios, de todos los tamaños, que de inicio mostraron la institucionalidad debida y su disposición a colaborar con el gobierno a sabiendas de que una economía exitosa no tiene destino sin la unión de la clase política y empresarial. También han sido maltratados, provocando no sólo una menor inversión, por falta de certeza jurídica, sino también una preocupación válida por el rumbo del gobierno.
Para terminar en el ámbito político, un tercio de los gobernadores simplemente ha pintado su raya ante el todavía más acendrado centralismo.
La promesa del Presidente de irse a su rancho de Palenque a la primera manifestación de 100 mil personas en su contra y/o una caída estrepitosa en las encuestas es una vacilada que se le puede revertir.
El Presidente asegura que si eso ocurriera ni siquiera esperaría la revocación de mandato, programada para marzo de 2022. Es un compromiso que se agrega a los 100 que hizo en su toma de protesta el 1° de diciembre de 2018.
La promesa del Presidente es sólo un desplante demagógico. Aunque se junten 200 mil personas no se va a ir. Hasta los de FRENAAA lo saben. ¿Una caída en las encuestas? ¿De qué tamaño? No lo dijo.
Ricardo Monreal no se quiso mezclar públicamente en el pleito que se trae Muñoz Ledo con Marcelo Ebrard.
“No me meto a favor de nadie, aunque me metan”, dijo en rueda de prensa.
“No me peleo con la historia. Porfirio Muñoz Ledo es la historia y es un símbolo de la vida democrática de este país”.
La defensa de los fideicomisos es una batalla perdida por la oposición, pero hay que darla. Quitar recursos a 26 centros de investigación, a programas de maestría y doctorado es una barbaridad. Una gran tontería desaparecer el FONDEN. Son 101 fideicomisos que desaparecen. Le permitirían al gobierno disponer de 68 mil millones de pesos que dice, utilizará en el sector salud. |
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