Con solidaridad y respeto a Cuitláhuac García Jiménez, Eric Patrocinio Cisneros Burgos, Ricardo Ahued Bardahuil y Rafael Hernández Villalpando
No es Dios quien ha creado la pobreza, sino los hombres. Ante Dios todos somos pobres.
(Madre Teresa de Calcuta) Si la democracia es la capacidad de castigar a los malos gobiernos sacándolos del poder como dijo Karl Popper, las pasadas elecciones fueron un exitoso ejercicio democrático. Morena fue el claro ganador. Está por verse si lograran demostrar que lo merecen. En este espacio lo señalado a lo largo de varios meses, el evidente, escandaloso y urgente reclamo social, en todo el país y principalmente en Veracruz en contra de la corrupción rampante. Existe una responsabilidad innegable en que el famoso combate frontal a la corrupción nunca llegó, no se concretó, no avanzó, fue dilatorio y escurridizo. A Morena le corresponde, ahora demostrar que sabe qué hacer con una victoria. Tienen que hacer acuses de recibo del mensaje. Manteniéndose estrictamente dentro de la ley deben lanzarse con todo de entrada. Tienen mucha tela de donde cortar. Como siempre, los procesos electorales dejan muchas lecciones. Desde el triunfo en las casillas hasta el comportamiento de los ganadores y perdedores, nos vamos llenando de información, directa e indirecta sobre la responsabilidad y las ideas de los actores políticos. Los ciudadanos somos los protagonistas y ganadores de la pasada elección, el voto demostró su poder, ganó la democracia. Cuidémonos, de los mayores riesgos, optar por el triunfalismo frente a las victorias y dejar de trabajar en la fortaleza institucional dando por hecho que en automático todo será distinto. El otro gran riesgo, que frente las derrotas se decida no cambiar. Los ciudadanos que ejercieron su voto a favor de Morena para poder así castigar el desorden, la corrupción, la impunidad, la desigualdad, sí el horizonte se asemeja a un descomunal basurero, nublado por los zopilotes, quienes votaron para que los territorios gobernados por el crimen organizado sean gobernados por la ley y la certeza jurídica, los votos obedecieron a un anhelo de cambio para mejorar las condiciones de vida de sus familias y comunidades. Cada territorio tiene su propia historia y realidades. Los asuntos de seguridad en materia jurídica e impartición de Justicia así como de transparencia y de consecuencias al atropello de la ley, marcaron las demandas ciudadanas en estos pasados procesos electorales. Los gobernantes de Morena, y del partido que sean, tienen la obligación y la oportunidad de escuchar las voces de sus gobernados. Pueden y deben optar por atender el hartazgo de la ciudadanía. Pueden empezar por darse cuenta de los reclamos cada vez más fuertes frente a la corrupción, la impunidad, la inseguridad y el descaro. Nadie podría dudar que la arquitectura jurídica de México es comparable a lo más desarrollado del mundo. Sin embargo, La pregunta es ¿porqué ese orden de leyes no se cumple en una realidad cotidiana? O ¿porqué en otros países han convertido en un efectivo progreso? Vivo en un país en el que la magia si existe. No me refiero al realismo mágico de la literatura, ni al surrealismo que rodea tantas de nuestras actividades y hábitos cotidianos. El misticismo y el sincretismo son otra cosa, las supersticiones también. No, la magia mexicana se encuentra en los espejos.
Me llama mucho la atención esos espejos que permiten a todos, como en las fábulas, verse limpios, bien vestidos, elegantes, aunque como el emperador, no tengan ropa, aunque sus narices sean más largas que las de Pinocho, que sus rostros machado de hollín les permiten ver a los demás sin tener que observar su propia imagen ni aceptar sus propias faltas. En este lugar mágico los políticos se acusan los unos a los otros con absoluta desfachatez, como si enlodar al otro fuera limpiarse así mismo. Que divulgan fotografías, grabaciones y documentos como si no tuvieran sus propios esqueletos en el armario, como si no fueran igual de frágiles y vulnerables al escrutinio público. Y también muchos acusados envuelven en el manto de las víctimas inocentes palomas, se indignan porque se les cuestione, exigen en los otros lo que niegan a admitir para sí: congruencia, transparencia. Lo cierto es que más allá de los espejos, vivimos en un país en el que la corrupción campea impunemente, valga la redundancia. No es un fenómeno cultural, pero sí social. Es producto, sin duda, de nuestra historia, pero también de nuestras acciones y omisiones cotidianas. Y no es un asunto menor o anecdótico: nos cuesta colectivamente mucho dinero, pero eso es casi lo de menos. La corrupción atrofia nuestro sentido ético, descompone nuestro sistema educativo, obstruye el crecimiento económico, lastima la seguridad familiar e individual, mata. Sí mata todos los días. (DX). Mata en la elección de un mal equipo de un gobernador, obligado a pagar partidista. Mata en el edificio deliberadamente mal construido, mal revisado, mal certificado. Mata en el socavón en que confluyen culpas públicas y privadas, en la escuela sobre la cual se construye un departamento; en el puente interior de una universidad que se cae. Mata el camión de doble remolque que no pasa por una mínima revisión mecánica, en el conductor que no lo reporta, en el propietario que no lo repara, en la autoridad que lo deja circular. En el chofer alcoholizado que da una propina, o que busca arrollar al oficial en el alcoholímetro, en el abogado que les vende los amparos. En los sacerdotes pederastas. Mata los albañiles que no cuentan con equipo de seguridad para su trabajo, pero también lentamente a sus familiares que no podrán recibir el seguro de vida que les debería corresponder. Mata al soldado, al Marino, al policía que se enfrenta al crimen organizado, a quienes se resisten a pagar una extorsión, mata asimismo al paciente que fallece por culpa o negligencia de un médico mal preparado que compró sus exámenes, o del director del hospital que adquirió medicamentos de calidad inferior o caducos. Muere el rescatista con equipo deficiente, el bombero que busca apagar un incendio provocado o producto de la negligencia de constructores o propietarios. Y mata a una sociedad que no sabe ya en quien confiar, que sólo ve cómo sus supuestos líderes políticos, empresariales, sociales, sindicales, servidores públicos se avientan las culpas como papas calientes, sin asumir su responsabilidad y su parte. Los estupendos reportajes de Mexicanos contra la Corrupción y de Animal Político; sobre las maniobras corruptas de diversos personajes de gobierno de diferentes partidos políticos son un aire fresco en nuestro periodismo y merecen nuestro reconocimiento y aplauso. Como lo he comentado en anteriores espacios; sabemos que mentir es la actividad que con más dedicación y placer llevan a cabo la mayoría de los políticos profesionales, también los que aspiran a serlo.
Sin embargo, por encima de esa perogrullada, Reconozco que hay coyunturas en la vida de un país cuando, las mentiras deben dejar un pequeño espacio a las verdades. ¿ Entonces qué, a esperar verdades? La honestidad, es la mayor exigencia social en estos días. Esperamos que en Veracruz, el gobernador y su equipo escuchen el reclamo y lo tomen como bandera. Que no se convierta únicamente en un slogan de gobierno, sino que sea un verdadero compromiso de la administración. Que se actúe en consecuencia, que esté dispuesto, con sus acciones a demostrarlo. Morena tiene que aprovechar la oportunidad que el electorado le pone en bandeja de plata, no sólo hay que cerrar filas, sino que tienen que decidirse a ser un partido moderno, de verdadero cambio que se aleje de dogmas absurdos y concentra toda su atención en toda mi vida que fortalezca instituciones, mejore la impartición de justicia, reduzca la corrupción y contribuya a construir imperio de la ley. Es infinitamente más fácil decirlo que hacerlo. A mi juicio, el mensaje de los electores no pudo ser más claro. En 2019, la meta no es sólo sobrevivir, sino vivir con dignidad, calidad, esperanza y futuro. Puede decirse sin necesidad de exagerar que la Secretaría de Gobierno bajo la conducción de Eric patrocinio Cisneros Burgos seguirá siendo un pilar confiable para el Gobierno del Estado, en donde descansa la gobernabilidad y la paz social de los veracruzanos. Eficiencia, lealtad e institucionalidad son sus cartas de presentación. Su objetivo como titular de la Segob, es que su trabajo no se vea, pero sí se sienta. |
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