Cada día va peor el vástago del profe.
Por un lado, insiste en la necedad de regresar a clases presenciales en el mes de agosto y por el otro su flamantísimo titular de salud, un tal Roberto Ramos Alor, deja salir de su ronco pechito, así, con delicadeza, la noticia de que los veracruzanos ya convivimos con las cinco variantes del virus.
Como la ve.
Ni a cuál irle, de los dos no se hace uno. Tan terco uno, como tan obtuso el otro.
Y no es que tan solo los docentes no quieran retornar a las aulas, miles de padres de familia, viendo cómo está la situación en cuestiones de salubridad, júrelo que por nada del mundo llevarían a sus hijos a las escuelas.
De entrada, los maestros están en su derecho de protegerse, el valemadrismo no impera en miles de ellos como sí sucede en el hijo de Atanasio y su inventor, el señor López.
Que acaso el hijo de Atanasio ya olvido que desde el inicio de la pandemia al dueño de “La Chingada” le valió madre y negó pruebas anti COVID a menos que la persona presentara algún síntoma, por lo que, según los expertos, ese fue uno de sus primeros deslices.
Es más, ante tal aberración hasta el entonces presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, se dio el lujo de volverse a mofar del tabasqueño al señalar que deseaba hacer lo que se inventa en nuestro país, “no te hacen una prueba hasta que llegas a la sala de emergencias y estás vomitando”.
Lo que no quiere ver el hijo de Atanasio, o no puede entender, es que las calles están cada vez más llenas, los hospitales también y en escasos quince días el número de contagios, ante la presencia de las variantes, difícilmente podrá bajar.
Sin temor a equivocarnos las próximas semanas serán la fase más dura de la pandemia, con el personal sanitario atareado al máximo de su capacidad y con el valemadrismo del hijo de Atanasio a flor de piel, al mostrar terquedad en esto del retorno a las aulas.
Aun cuando se ha dado la orden de que la mayoría de comercios no esenciales, los bares y restaurantes, los centros culturales y deportivos permanezcan cerrados, la medida no ha sido suficiente, el motivo es lo de menos, lo riesgoso son las consecuencias.
Porque desplegar a los menores, cual es la urgencia de retornar a las aulas, qué necesidad hay de exponerlos. Eso solo lo saben el hijo de Atanasio y el señor López.
La terquedad es lo de ellos, el valamadrismo los distingue.
No logra visualizar, aun cuando el bailarín exótico diga lo contrario, que en la entidad la mayoría de los planteles no están en condiciones para recibir al estudiantado, llevan más de un año en el abandono, en el descuido total. Lamentablemente, y esto no es privativo de Veracruz, el sistema educativo no estaba preparado para enfrentar una contingencia que implicaba el cierre total de las escuelas en nuestro país.
Es toda una realidad que la educación en línea fue vista como una buena opción, desafortunadamente el alcance fue, o es, poco.
Eso ni negarlo.
Y por si lo anterior fuera poco desafortunadamente, en Veracruz, en el sector educativo se han malgastado los recursos y se ha tolerado la corrupción.
Esa es la realidad.
Quizá una consulta pública nos diría si se debe retornar a las aulas o no.
Ahora que están de moda bien valdría la pena echarla andar, total el pueblo manda, el pueblo es sabio.
¿O no?
Provecho. |
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