Pobre Veracruz que está pagando y que le falta por pagar.
El valemadrismo del hijo de Atanasio y su pandilla lo tiene el un salvajismo total.
Los tétricos acontecimientos suscitados en el puerto de Veracruz el pasado domingo de nueva cuenta sitúan a nuestra entidad como una de las peligrosas de toda la república mexicana.
Sin lugar a dudas que los veracruzanos vivimos en medio de una inseguridad total.
El hijo de Atanasio y el responsable de la política interna del estado, están más ocupados, y preocupados, en apoyar a sus corcholatas y en saciar sus ambiciones personales, que en brindar seguridad a sus paisanos. Tal parece que saben lo que se están comiendo que por eso la urgencia de lograr fuero, por eso la premura de alcanzar un escaño, ya sea en San Lázaro y bien en el senado.
Por supuesto que imposible admitir y mucho menos justificar semejante indolencia y frivolidad de las autoridades estatales.
En estos momentos nuestra entidad transita en medio de sangre e impunidad, esa es la percepción que se tiene de las tierras veracruzanas en otras latitudes del país.
Desagraciadamente reverdecemos en lo malo, escamente en lo bueno.
La población no tan solo se encuentra indignada sino también atemorizada, conmocionada ante tanta barbarie y ante el exagerado valemadrismo de las autoridades estatales.
El hijo de Atanasio y su pandilla no atan ni desatan, solo empeoran las cosas, por lo que cada día que pasa se enredan más.
De continuar así lo único que habrá de lograr es colocar a su administración como la más violenta de toda la historia moderna de Veracruz.
La población no sale a las calles a mostrar su inconformidad, a exigir seguridad debido a la vulnerabilidad que padece, a la impunidad que impera y al alto riesgo que corre.
En pocas palabras se siente indefensa. La ciudadanía está cierta que vive en medio de una total sordidez, en medio de una total desconfianza hacia los responsables de brindarle seguridad.
Veracruz, nunca en su historia había padecido tanta indiferencia de un gobernante.
Por la silla principal de palacio de gobierno han transitado mandatarios borrachos, holgazanes, excéntricos, con serios trastornos afectivos, pero nunca se había vista tanta irresponsabilidad, políticos tan insensibles e incapaces. Donde solo se han venido dedicando a repartir culpas, a repetir frases y modales de sus inventores, nada de sentido de responsabilidad.
Esas promesas de campaña, donde tanto presumían de acabar con la violencia, de meter orden y garantizar seguridad no fue otra cosa que una de sus tantas arengas, de esas frases sin sentido que ahora son la constante, lo cotidiano, es el distintivo de la actual administración estatal.
El hijo de Atanasio aparte de ser un parche mal pegado, también vino resultar un mitómano en potencia, un sujeto que todo intenta resolver imitando al López de palacio nacional, cuando no es capaz de darse cuenta que todo lo agrava o destruye.
Lo que se logra percibir es una dominante falta de empatía y compromiso para con los veracruzanos, lo cual a todas luces resulta sorprendente e inaceptable.
Reiteramos, tal parece que a la actual administración estatal lo que únicamente le preocupa es quedar bien con la corcholata preferida, lo demás vale madre.
El panorama para Veracruz es bastante complejo. Económicamente no crece, no tiene perspectivas, no hay obra social, el desempleo es galopante, la infraestructura educativa derrumbándose, se encuentra sumido en la inseguridad, la entidad está descompuesta.
La violencia arrasa a Veracruz. |
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