El oriundo de Naolinco es un moreno puro. Es de los pocos, sino el único, en la entidad qué vio nacer el negocio que regentea el tabasqueño. El superdelegado fue testigo del dolor de parto del ahora partido en el poder. Siempre junto al López de palacio nacional. Siempre fiel.
Manuel no es un advenedizo como otros, cómo varios de los actuales qué ahora se sienten dueños de las siglas, esos mismos que hasta hace unos años comían retazos de jamón embadurnados en un duro bolillo ablandado con chiles en vinagre. Unos viles oportunistas, soberbios, ineptos y ladrones.
El naolinqueño no tan sólo le ha mostrado lealtad al inventor del hijo de Atanasio, sino también le ha dado resultados bastante favorables para su negocio electoral.
Manuel es de los que operan en silencio, sin luminarias, sin aspavientos. Huerta Ladrón de Guevara conoce, al dedillo, los drenajes de la política veracruzana, ha caminado en lo fangoso, en el espesor de las traiciones y deslealtades de otros.
Por eso ahora qué es momento de repartir, con todo derecho, alza la mano y exige un escaño en la cámara alta o cuando menos en San Lázaro. Aunque su corazoncito también le late por lo silla qué aun calienta el hijo de Atanasio.
Su tocayo, el López de palacio nacional, lo conoce muy bien, sabe de sus resultados favorables, pero también de sus triquiñuelas electorales.
Imagínese si no va entregar buenas cuentas teniendo al lado a un tal Juan Vergel Pacheco, un sujeto ladino, gandalla y escurridizo. El ex dirigente, más no líder, perredista es el más fiel mozo de estoques qué tiene Manuel Huerta, la amistad que los hermana tiene varios lustros. Juntos han enderezado encarnizadas batallas y el adversario en turno ni se las huele. Son cautelosos. El enamoradizo chaparrito hace el trabajo sucio, lo suyo es la porquería.
Por eso ahora que el tal Juan Javier o el modosito de Zenyazen o el otro, el delicadito de la cuenca se hacen cachos por un escaño Huerta se defeca de la risa, desde la barrera los observa y muere a carcajadas. El advenedizo de Ramírez Zepeta, ése qué regentea el negocio aquí en Veracruz, nada tiene que hacer al lado del naolinqueño, al dirigentillo le preocupan más sus cuestiones hormonales qué sacar adelante el negocio que le ha dado fama, dinero, poder y otras cosillas.
Otros que se dicen morenos están más preocupados por llenar las alforjas, por acumular fortuna, ya que están ciertos que otra oportunidad cómo está, jamás en su vida la volverán a tener, qué en llevar al partido a buen puerto. A todos ellos les vale madre las siglas, el color, ellos andan en lo suyo, el amor hacia MORENA, es momentáneo, pasajero, de dientes para afuera.
Manuel se la merece, se la ha ganado a pulso. |
|