De entrada su titular, una tal Mercedes Santoyo Dominguez, no reúne el perfil para ocupar el cargo y eso, dicho por ella misma, es corrupción.
Esas son porquerías.
Sí, la ahora flamante Contralora General del estado, cuando andaba resentida por no tener fama y poder, dejo salir de su ronco pecho que en un gobierno o alto puesto de responsabilidad oficial lo ideal era: “… un equipo de funcionarios públicos deberán ser competentes en los tres sentidos: conocimiento del área, habilidades para desarrollar su trabajo (productivo y eficiente) y una actitud de servicio de calidad. Sería una irresponsabilidad que no fuera así y se pagaría tan caro como ahora lo pagamos en estas épocas…”
Con eso.
La ex duartista, y fidelista también, es vale madre a más no poder. Fiel a su estilo y costumbre, presume de lo que más carece.
Para su desventura son decenas de historias de corrupción las que, se dice, protagoniza o cuando menos tolera, la ingeniera en alimentos procesados.
La porquería brota de manera natural de la dependenciaa encargada de vigilar de la correcta aplicación del tesoro público, ella debe ser garante del buen uso de recurso oficial y miré nada más es todo lo contrario.
La señorita Mercedes, sí, la misma que es ingeniera bioquímica administradora en alimentos y la misma que se sabe presume de la protección y abrigo del otro vástago de Atanasio, un tal Tonathiú, no ha sido capaz de entregar buenas cuentas a sus patrones, a los más de siete millones de veracruzanos.
Ella anda ocupada en otros menesteres, en los bisnes, en la obtención del dinero facil, por que eso que tanto alardeo en una de sus presentaciones ante los legisladores locales, referente a que la Cuarta Transformación combate la corrupción, aplica adecuadamente los recursos y rompe el círculo de la impunidad, no es otra cosa que una de las tantas peroratas que emite a diario, ya que es del dominio público la forma tan grosera como sus subalternos le meten la mano al cajón y todo, se rumora, con la complacencia de la hija del ilustre Salvador Santoyo.
La ingeniera en alimentos procesados, o sea Mercedes Santoyo Dominguez, no fue exitosa en eso de lo que estudió allá en Queretaro, en eso que tanto presumía, pues en mala hora la ambición la doblegó y fue tentada por el dinero fácil, la avidez financiera le ganó y por lo que se aprecia no aprendió nada de los buenos modales de los japoneses.
La mujer triunfadora qué tanta presumía habría ser, ahora es blanco de múltiples señalamientos de corrupción, de porquería oficial, sin que tenga el valor de salir a dar la cara y aclarar las cosas o cuando menos correr a sus incondicionales esos que se sabe están llenándose las alforjas a lo vale madre, a lo descarado.
Quiere nombres, para no ocupar tanto espacio sólo le mencionaremos uno, el de Margarita Orozco, Maggie Orozco para los cuates, allí empiezan las corruptelas ella es gente de todas las confíanza de la ingeniera en alimentos procesados, sí de la flamante Contralora General del estado. Y no le damos más nombres por que la red de corrupción qué, se dice, ha tejido Santoyo Dominguez, es admirable, es cuantiosa, nada que ver con esa honorabilidad y probidad que maneja en sus discursos.
El maridaje de corrupción existente en las distintas dependencias del gobierno que encabeza el hijo de Atanasio es amplio, abultado. Las consecuencias apenas vienen.
La ex duartista siempre admiró a su señor padre, hombre probó hasta las cachas, pero lastima porque no le aprendió nada.
Al igual que el hijo de Atanasio, la ingeniero en alimentos procesados, hoy flamante Contralora General del Estado de Veracruz, es vale madre.
Vivala 4T.
Vivan las corruptelas.
Bola de cínicos.
P. D.
No se espante si sale su lazarillo en su defensa, sí, ese que hoy en día es un destacado periodista y todo porque el aparato oficial le dio puro dulce de Puebla, no lo quieren en la nomina estatal.
Provecho.
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