El negocio que regentea el Profe Anaya no es otra cosa que un escenario el cuál se alquila para dar la imagen de democracia electoral.
Sobra decir que este personaje, junto con uno en especial que habita en tierras veracruzanas y que no es otra cosa que un vividor de las prerrogativas, ha amasado una inmensa fortuna gracias al membrete que arrenda. Gracias a esas siglas que han servido de barco para dar la apariencia de que los partidos "grandes" sí tienen oposición, cuando en realidad esos institutos políticos satélites no representan nada ni a nadie .
El Partido del Trabajo siempre ha enarbolado la bandera de los pobres, su constante es el mito de una doctrina socialista, pero en realidad sólo lucha por alcanzar el 3 por ciento que exige la ley electoral para conservar el registro.
Sin una ideología definida y mucho menos con una estructura partidista que ofrezca soluciones verdaderas al electorado en lo que refiere a sus problemas sociales, éste membrete ha logrado sobrevivir, ha sido dócil ante el presidente en turno y los resultados allí están, continúa succionando del tesoro electoral.
En los años de su atravesada existencia, al no tener algo positivo que ofrecer, no ha logrado atraer el interés del electorado mexicano, sólo se ha dedicado a negociar y a servir de comparsa.
El Partido del Trabajo divaga, no tiene, muchos menos presenta, propuestas concretas que fomenten el crecimiento, ya sea político o económico, no, al contrario, sus propuestas son huecas, su discurso estéril y su transitar electoral es sin rumbo social. La única dirección que conoce es la de las prerrogativas partidistas.
El engendro de esta remora tiene nombre y apellido, Carlos Salinas de Gortari.
En Veracruz, el Partido del Trabajo sólo tiene media docena de afiliados entre ellos un diputado local que lo mismo se desliza los pantalones ante el blanquiazul que ante el tricolor, el mismo ahora presume ser más chairo que el propio hijo de Atanasio.
Por favor.
El membrete estatal lo regentea un amorfo sujeto que presume honestidad, cuándo en realidad todo mundo lo conoce. Todos saben quien es, sólo falta que él lo diga.
Un tipo que se la pasa en los cafés, que sin tener nada importante que expresar se para frente a los medios de comunicación y emite sandeces.
Por lo mientras el dirigentillo ese anda feliz, ya le cumplió el capricho a su hijo de hacerlo alcalde, ya lo sentó en la silla principal del municipio que lo vio nacer, lo demas vale madre.
Por cierto, en días pasados el alcalde xalapeño, Ricardo Ahued lo puso en su lugar.
Vaya locura la que invade al dirigentillo ése. Su mentecita no da para más.
En la próxima entrega le platicamos sobre lo que se dice del dirigentillo ése, de lo que comentan sus cercanos referente a la pasada venta de candidaturas.
Usted les cree, nosotros también.
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