Después de la trágica administración del hijo de Atanasio, ¿qué nos falta vivir en Veracruz? Esa es la pregunta que se hacen millones de veracruzanos, ciudadanos qué viven con la incertidumbre a flor de piel, los mismos que transitan por las calles esperanzados en regresar a sus hogares sanos y salvos. Aún cuando se pueda decir que ese mal no es privativo de nuestra entidad, lo cierto es que en tierras veracruzanas la inseguridad es galopante, es el talón de Aquiles para el hijo de Atanasio y su pandilla.
A cinco años de la actual administración estatal no se ha puesto el menor de los empeños por atacar de manera frontal la delincuencia, no se ha movido un dedo para brindar seguridad a los veracruzanos.
Mucho menos ha mostrado ocupación y preocupación por combatir las causantes de la violencia como son la pobreza y la falta de oportunidades para los veracruzanos para desempeñarse en empleos formales y legales.
Gracias a lo anterior, en Veracruz, el crimen y la violencia siguen creciendo.
Desafortunadamente tiene rato que nuestra entidad viene figurando entre los estados más inseguros del país, se le considera uno de los territorios más afectados por la violencia.
Esa es la realidad.
La profesionalizacion de los cuerpos de seguridad es una falacia, es imperiosa la necesidad de que los funcionarios responsables del tema hagan su trabajo bajo el compromiso de entregar buenos resultados.
Lo cierto es que actualmente, los encargados de brindar seguridad a los millones de veracruzanos, están más entretenidos en la sucesion gubernamental que en cumplir con la responsabilidad adquirida. Todo indica que estos personajes tiene rato que se han ocupado en terminar de llenar las alforjas que en no defraudar la confianza depositada en persona.
En pocas palabras les vale madre Veracruz.
Así de sencillo.
Total ellos ya se van, ellos ya resolvieron su problema económico, por lo que no tendrán necesidad de retornar a Veracruz.
Quiere un ejemplo, allí tiene al tal Hugo Gutierrez, un malandrín de primera.
Por otro lado, el encargado de la política interna ni se inmuta, ese se mueve a sus anchas y a su ritmo. Para él no existe más ley y más autoridad que la suya. Dicho personaje no tiene patrón mucho menos jefe, lo que si tiene son lacayos, incondicionales muy bien ubicados, domésticos que ocupan puestos claves dentro del organigrama estatal.
Pero eso no es todo ya que de igual forma ha sabido tejer una red amplia de alcaldes, los cuales le son más fieles qué al propio hijo de Atanasio.
Su poder es absoluto e intocable. Así de simple.
Como se puede ver el tema de seguridad en Veracruz es un total fracaso, el autollamado gobierno de la Cuarta Transformación no es otra cosa que frases gastadas. Tiene rato que los veracruzanos están ciertos que los discursos y las cifras alegres no resuelven nada, millones de veracruzanos se encuentran convencidos qué estos sí son diferentes, son más falsos y más soberbios, más tercos y más intolerantes.
Los más aventajados precisan qué más bandidos también, vaya usted a saber.
Viva la impunidad.
Pobre Veracruz.
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