EL MARTES pasado, cuando el magnate Elon Musk, considerado el hombre más poderoso y rico del mundo, anuncio la instalación de una fábrica de autos eléctricos en Nuevo León con una inversión de 5 mil millones de dólares, gustó su sencillez en el vestir pero, sobre todo, el trato respetuoso y comedido para con sus socios y empleados. Vestía una playera negra y un pantalón del mismo color, como la mayoría de sus acompañantes. Musk, dueño de Twitter es el hombre influyente del mundo como, tambien, lo fueron el fallecido Steve Jobs, diseñador industrial, magnate empresarial, propietario de medios e inversor estadounidense, además de cofundador y presidente ejecutivo de Apple y máximo accionista individual de The Walt Disney Company, o Mark Zuckerberg, programador y empresario estadounidense, y uno de los creadores y fundadores de Facebook y su actual presidente, y que decir de Bill Gates, magnate empresarial, desarrollador de software, inversor, autor y filántropo estadounidense, además de cofundador de Microsoft, junto con su difunto amigo de la infancia Paul Allen, todos ellos con una humildad en la vestimenta que pasma: jerseys negros de cuello vuelto, vaqueros y deportivas New Balance. Dicen los expertos de modas que el traje paso de moda, y las personas que lo llevaban (o llevan actualmente como el Presidente Andrés Manuel López Obrador o el Gobernador Cuitláhuac García Jiménez que ya no se lo quitan ni para ir al baño), manifiestan un complejo de superioridad de la vieja escuela, pero en la actualidad la ropa ya no tiene que ver con el rango en el trabajo o en la escala social. Para la mayoría de ejecutivos o trabajadores, llevar hoy una indumentaria excesivamente formal puede ofrecer una imagen conservadora e incómoda La arrogancia a la que van asociados los trajes ha ido perdiendo fuelle a lo largo de los años tanto en salas de juntas como en la imaginación cultural. Hace poco una encuesta realizada a 2 mil trabajadores en el Reino Unido reveló que solo uno de cada diez lo llevaba para trabajar, mientras que el 43 por ciento de los encuestados aseguró que sentía que los trajes de negocios ya no tenían sentido en las oficinas públicas y privadas modernas.
PERO LOS nuevos ricos no piensan así, los que llegaron al poder repentinamente de la nada, se enriquecieron y aspiran a seguir subiendo en la escala social. Y es que en un raro giro de la lógica histórica de la distinción, cada vez es más frecuente ver a elementos de clases sociales acomodadas vestir como traperos, mientras, los humildes, los eternos aspirantes a subir en el gripado ascensor social, o aquellos que reúnen las genuinas credenciales de la calle, visten con opulencia, Sueñan con un traje de marca o guardan el decoro burgués de antaño. Insisten los expertos que la moda, como sistema de adscripción individualista, es un fenómeno relativamente reciente.
EN EL pasado, entre medias, sacos de algodón y hasta llegar a chaquetas de piel emergieron clases dominantes ligadas al capitalismo que simbolizaron mediante el vestido su posición social preeminente. Por supuesto, la ostentación también encerraba un mensaje, como el sociólogo estadounidense Thorstein Veblen supo ver en su ‘Teoría de la clase ociosa’. Para él, por ejemplo, el encanto “atribuido al zapato de charol, a la ropa blanca impoluta, al sombrero de copa brillante y al bastón, que realzan en tan gran medida la dignidad natural de un caballero, deriva del hecho de que sugieren sin ningún género de dudas que el usuario no puede, así vestido, echar una mano a ninguna tarea que sirva de modo directo o indirecto a ninguna actividad humana útil.” Los vestidos elegantes eran símbolos del ocio.
POR ELLO ver a los nuevos ricos como López Obrador y García Jiménez, que simulan con el uso del traje una nueva clase política, económica, poderosa y arrogante, es estancarse en tiempos idos, Mark Zuckerberg, confesó en una entrevista que por las mañanas no se preocupaba qué ponerse, pues tiene unas camisetas grises que se calza cada día. Al igual que zapatos deportivos Brooks, vaqueros y sudaderas oscuras. Asimismo, confiesa que prefiere chanclas de goma Adidas cuando el tiempo lo permite. Desde hace más de 20 años Bill Gates, el fundador de Microsoft y uno de los millonarios más famosos del mundo, luce casi siempre la misma combinación de ropa: un pantalón o vaqueros, camiseta y un suéter, aunque, a diferencia de Zuckerberg o Jobs, no tiene problemas con ponerse algo más formal. Cabe decir que también le gustan los polos. Su imagen la completa con un reloj que le costó 10 dólares. El fundador de Google, Serguéi Brin, prefiere el estilo deportivo sencillo. Las prendas que suele llevar son calzados anatómicos Vibram o Crocs, vaqueros, camisetas, y sudaderas con capuchas.
Steve Jennings. El ex presidente de EE.UU., Barak Obama, también se hacía pasar de vez en cuando por un estadounidense normal y corriente, vistiéndose de manera informal con Nike, vaqueros amplios, gorras de beisbol y una chamarra. Sus gustos también los comparte su familia. Pese a ser una de las personas más ricas del mundo, el multimillonario ruso Román Abramóvich, propietario del club británico del fútbol Chelsea, también prefiere lucir de vez en cuando camisetas a 15 dólares o las de su propio club. También se lo ha visto llevando un reloj de 93 dólares.
UNA POSIBLE interpretación de estas raras muestras públicas de humildad parecen obvias en Elon Musk: estamos ante un hombre cuya misión está muy por encima de preocupaciones insignificantes como la ropa. O quizá sea más simple que eso. En 2020, Elon Musk tuiteó que estaba “vendiendo casi todas sus posesiones físicas”, incluidas sus casas pero, sin embargo, pese a la vestimenta sencilla y reloj de 90 dólares, sigue invirtiendo, creando empleos y generando riqueza a las naciones. Bien por los más poderosos del mundo, mal por los nuevos ricos que creen que la ropa lo es todo, y sobre todo les da seguridad y les convierte en soberbios vulgares.
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A PROPOSITO de nuevos ricos, la más reciente encuesta del mes de febrero de Demoscopia Digital, Estudios de Opinión revela que el Gobernador Cuitláhuac García Jiménez sigue catalogado como en penúltimo mandatario con la peor calificación, solo por debajo de Cuauhtémoc Blanco Bravo, titular del ejecutivo de Morelos, quien tiene 25.5 puntos de aprobación; educación, salud, obra pública y medio ambiente es donde peor lo califican, mientras que García Jiménez sigue posicionado entre los peores. De acuerdo al estudio de opinión que abarca el mes de febrero, García Jiménez se ubica en el puesto número 31, solamente con 30.4 por ciento de aprobación entre la población jarocha. Dentro de los rubros en donde los jarochos reprueban al gobernador Cuitláhuac García está educación con 1.1 por ciento; medio ambiente con 1.2 por ciento; salud con 2.3 por ciento y Obra Pública con 12.3 por ciento en aprobación. En materia de seguridad hay tres gobernadores de Morena entre los cinco peores del país, entre ellos está Cuitláhuac García, Rutilio Escandón de Chiapas y David Monreal de Zacatecas. La encuesta se levantó entre ciudadanos del estado de Veracruz, hombres y mujeres mayores de 18 años de todos los niveles socioeconómicos y de todas las regiones que conforman el estado. Se levantó una muestra representativa con 1 mil ciudadanos del Estado, asumiendo muestreo aleatorio simple con población infinita, y el margen de error se ubica en el +/- 3.8 por ciento bajo supuesto de varianza máxima y se determina en un ± 95 por ciento de confianza. Las encuestas fueron realizadas entre los días 25 al 28 de Febrero de 2023. Así las cosas…OPINA carjesus30@hotmail.com
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