SIN DUDA, cualquier ataque de una Nación poderosa en contra de otra con menos capacidad armamentista es condenable, peor aún, cuando son asesinados inocentes que nada tienen que ver con esas guerras estériles y absurdas, entre otros civiles adultos, hombres, mujeres y niños, aun cuando el País pequeño sea el responsable de haber desencadenado esas acciones, como es el caso de Hamás,
un movimiento militante islamista y uno de los dos principales partidos políticos de los territorios palestinos, además de ser considerado como un grupo terrorista por una gran parte de la comunidad internacional. Aún se recuerda cuando en octubre del año pasado, con una sorpresiva operación por tierra y aire, Hamás declaró la guerra al Estado de Israel. Los terroristas lanzaron más de 5 mil proyectiles desde la Franja de Gaza contra territorio israelí e infiltraron hasta un millar de combatientes en el interior de Israel para atacar, cuerpo a cuerpo, a civiles desarmados en sus lugares de residencia. La agresión palestina, que los servicios de inteligencia israelíes no vieron venir, fue inmediatamente replicada por una ofensiva de las Fuerzas de Defensa israelíes, que a la fecha continúa golpeando objetivos de la organización terrorista en Gaza, provocando desde entonces la destrucción de ciudades enteras, incluidos hospitales, escuelas, cuarteles militares, y el asesinato de dirigentes islamistas y, por supuesto, niños y adultos. Y ciertamente es condenable por donde se observe, pero que la condena la emita el Presidente Andrés Manuel López Obrador –en otra fase de su tendencia a ser: candil de la calle y oscuridad de su casa-, sí que causa irritación y risa, ya que en México, solo en su sexenio van 200 mil muertos cometidos todos, presuntamente, por el crimen organizado y la delincuencia autorizada que no se atreve a combatir, indolencia que ha enlutado a miles de hogares dejando en la orfandad a niños, mujeres viudas y hombres y mujeres sin hogar. Es una guerra cruenta a la que López Obrador vuelve el rostro por comodidad, y a como se observan las cosas, el sexenio por venir será igual o peor, luego de que ya citó en privado al futuro Secretario de Seguridad de Claudia Sheinbaum para leerle la cartilla, y que los abrazos y no balazos sigan como hasta el momento, que al fin de cuentas, como decía don Porfirio Díaz: pero con hueso en la boca ni ladra ni muerde, esto es, una población que recibe pensiones de diversas índoles no tiene derecho a protestar, así le maten o desaparezcan a un ser querido, porque AMLO les ha robado acallado la voz con prebendas.
QUIZA POR ello, la escritora e investigadora Beatriz Gutiérrez Müller, esposa del presidente Andrés Manuel López Obrador, presentó su libro “Feminismo silencioso”, en donde sugiere que el silencio es la mejor forma de protestar, y en cuya presentación avisó que se retirará “silenciosamente” de la esfera pública, a la que pertenece “por razones ajenas” a su voluntad. “Como yo no pedí estar en la esfera pública, me voy a retirar de igual modo, sobre todo de la esfera política, no es lo mío. Y aunque fui pública, o soy pública, por razones ajenas a mi voluntad, me retiraré silenciosamente también para vivir con toda la prudencia que me caracteriza lo que resta de mi vida”, aunque aclaro que, dicha prudencia será solo “pública” porque por dentro es “muy imprudente todavía, y está muy bien. Está muy bien que viva eternamente imprudente y que siga siendo una eterna inconforme y que proteste a mi manera”, mencionó la autora de “Feminismo silencioso. Se trata de reflexiones desde el yo, el nosotros, el aquí y el ahora”, editado por Planeta. En el evento hizo un llamado al nuevo Gobierno que encabezará Claudia Sheinbaum: “Los que van ahora a gobernar, empezando por nuestra presidenta, por supuesto, pedirles que nunca se olviden de dónde vienen, así de simple, y que si guardamos silencio nuevamente, algo andamos protestando”, citó, lo que aprovecho Sheinbaum para comentar desde sus redes sociales que el libro de Gutiérrez Müller “abre la puerta a una reflexión profunda del silencio como forma de lucha y resistencia”, o séase, queremos entender, aunque les maten o desaparezcan a un familiar no protesten. Calladitos se ven más bonitos.
PERO UNO no puede quedarse callados cuando, de acuerdo con el registro de homicidios dolosos de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, del 1 de diciembre de 2018 al 29 de junio de 2024, periodo de la Presidencia del morenista Andrés Manuel López Obrador, las fiscalías estatales y federales han registrado 191 mil 32 homicidios dolosos en México y, peor aún, contra lo que se diga, se observa, que a lo largo de los 67 meses del sexenio lópezobradorista se mantiene una tendencia al alza en el registro de esos delitos. Así, el mes que registró el mayor número de homicidios dolosos fue octubre de 2020, con 3 mil 347; en cambio, el mes con menor registro de homicidios dolosos fue febrero de 2024 con 2 mil 368 eventos, frente a febrero de 2021, considerado por las propias autoridades como el mes con menos asesinatos. Y es que ese año, la disminución fue de 4.1 por ciento, en 2022 de 7.1 por ciento, y de 4.18 por ciento en 2023. Sin embargo, al hacer la comparativa de las muertes en el mismo periodo, pero de otros sexenios, el actual Gobierno encabeza el deshonroso primer lugar de dicho delito con 191 mil 32 incidentes, superior al de la administración pasada, con el priista Enrique Peña Nieto, que registró 130 mil 626. Durante el mismo periodo de gobierno, pero de expresidentes panistas, el de Felipe Calderón registró 102 mil 812 asesinatos, mientras que en el de Vicente Fox, se documentaron 53 mil 275.
Y LAS masacres continúan. No hay día sin que ocurra nuevos crímenes, incluidos políticos donde mucho tiene que ver la alianza del Estado y el crimen organizado, algo que las autoridades se niegan a ver y a combatir, en tanto mantienen críticas en torno a lo que ocurre en otras naciones, como la guerra de Israel y Hamás, que hasta junio de este año había cobrado la vida de 37 mil 551 personas, mientras que los heridos suman 85 mil 911, tras ocho meses y medio de combates, casi lo que ocurre cada seis meses en México, pero el Presidente López Obrador busca los reflectores internacionales y condena los ataques de Israel contra Hamás, en Palestina, y está bien que lo haga, pero acaso debería asomarse a lo que ocurre en el País que Gobierna, sobre todo porque hasta Junio de este año se tenía un registro de 190 mil 32 homicidios dolosos en México, de tal suerte que para cuando termine Septiembre se habrán rebasado los 200 mil asesinatos que colateralmente han dejado miles o acaso millones de huérfanos, viudas, padres sin sus hijos o hijas, y que decir de las desapariciones.
Y ES que según datos del Registro Nacional de Personas Desaparecidas y no localizadas (RNPDNL) el 1 de diciembre de 2018 se contabilizaban 53 mil 296 personas en esa situación, mientras que al 18 de Junio de este año se reportan poco más de 115 mil, lo que significa que a lo largo de este sexenio se sumaron más de 61 mil personas desaparecidas. Por tanto, el presidente no logró detener el incremento y la cifra queda muy por arriba. Lo curioso es que el presidente López Obrador mencionó en diferentes momentos de su gobierno, que el tema desaparición de personas era una prioridad y que se contaría con todos los recursos necesarios para atenderlo, lo que pasa a formar parte de la larga lista de promesas fallidas que han lastimado a los mexicanos, aun cuando muchos prefieren los programas sociales al reproche e, incluso opten por la “protesta silenciosa”. Así las cosas. OPINA carjesus30@hotmail.com
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