SE ACABO. Finalmente, concluyó el sexenio más fallido de la historia en materia de seguridad. Una administración que llegó a suponer que los “abrazos y no balazos” sería una estrategia exitosa, luego de que, en los sexenios que le antecedieron, la guerra contra el narcotráfico dejó como saldo poco más de 270 mil homicidios dolosos en doce años, lo que a la vista doméstica y externa era un escándalo considerando que el País no se encuentra en beligerancia civil ni existen visos de guerrillas como ocurrió en los setentas y en el último tramo de Carlos Salinas de Gortari. Y fue por los sucesos vividos en tiempos de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto que el sucesor Andrés Manuel López Obrador ofreció atender personalmente la seguridad, combatir las causas de la violencia y crear una nueva institución para recuperar la paz, pero los resultados no fueron los esperados, de tal suerte que hasta agosto del actual, en poco menos de seis años de errado mandato, AMLO concluye con casi 200 mil homicidios dolosos, un promedio de 92 mexicanos asesinados por día, lo que le convierte en el sexenio más sangriento y violento de toda la historia de México, aunque el número podría ser mayor. Las cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP) contabilizan, entre el 1 de diciembre de 2018 hasta agosto de 2024, 196 mil 505 personas víctimas de homicidio, y si a ese delito se suman los 5 mil 227 feminicidios verificados, la cifra llega a las 201 mil 772 muertes violentas, rebasando con creces los crímenes ocurridos en los gobiernos de Calderón Hinojosa y Peña Nieto. El caso más reciente es el que vive en Sinaloa, en plena transición presidencial, donde dos facciones del Cartel de Sinaloa luchan por el vacío de poder que dejó el arresto de Ismael ‘El Mayo’ Zambada, un prominente narcotraficante de cuya detención López Obrador culpa a los Estados Unidos. La violencia en aquella Entidad y en muchas otras está en carne viva, pero AMLO tiene el cinismo de negarlo, e infinidad de MoReNos de asentir semejantes embustes como asegurar que en su gobierno bajaron los homicidios un 18 por ciento, los robos un 30 por ciento y los secuestros un 77 por ciento, cuando los acumulados son espeluznantes, pero el, ahora, ex Presidente vocifera en uno de sus mensajes terminales: “Ahora no se reprime al pueblo, no se ejecutan masacres, no se tortura, no se desaparece a nadie, no se tolera la violación de los derechos humanos y tampoco existe un narcoestado como el que se configuró en el sexenio antepasado”. Porque para eso fue fue, para soslayar su responsabilidad y culpar al pasado de todos los males, temeroso de enfrentarlos por las razones que fueren.
A LA violencia no escaparon ni siquiera los periodistas, por el contrario, fueron uno de los objetivos de la delincuencia organizada y de la autorizada (que es la incrustada en los distintos gobiernos, de tal suerte que, en el fallido sexenio que terminó ocurrieron 48 asesinados de comunicadores y cinco desaparecidos que a la fecha continúan como tales. En ese sentido, Mariana Suárez, coordinadora de protección de la asociación civil Artículo 19, reconoce que, aunque los asesinatos contra periodistas han disminuido, las agresiones a comunicadores muestran lo contrario, y en ese contexto refiere que los periodistas siguen siendo víctimas de agresiones debido al trabajo que realizan y a la estigmatización del mismo inducida desde Palacio Nacional. Y es que, durante el sexenio del presidente Andrés Manuel López Obrador 48 periodistas fueron asesinados y cinco están desaparecidos, lo que implica un decremento en comparación con los sexenios anteriores. Hay una disminución, pero también es cierto que la situación se ha agravado en cuanto a la forma, y no se está comprendiendo el problema en su totalidad. Esto tiene que ver con la estigmatización y con la enorme falta de entendimiento por parte de las autoridades para comprender el quehacer periodístico. Suárez sostiene que los periodistas están viviendo un "efecto cascada", lo que significa que, si las autoridades agreden a los periodistas, los ciudadanos replican esas agresiones, de tal suerte que en el País se agrede a una persona periodista cada 14 horas. AMLO empoderó a los militares dándoles nuevas funciones que van más allá de la defensa del país o la seguridad que pasó de ser un tema de hechos a uno de estadística, a tal grado que los exculpo de los sucesos de Ayotzinapa, cuando las evidencias establecían que varios militares participaron.
PROMETIO UN mejor sistema de salud –incluso como el de Dinamarca- que no deja de ser risible, ya que la afamada farmacia universal sigue sin surtir la totalidad de medicamentos, mientras que el IMSS e ISSSTE siguen en las mismas condiciones, independientemente de que las instalaciones de esos nosocomios dejan mucho que desear, carentes de camas o espacios de hospitalización, con largas filas y esperas hasta de seis o siete meses para ser atendidos por un especialista. Con todo y ello, AMLO asume: “Dije que iba a ser el mejor, que iba a ser como en Dinamarca. Pero no, no es como en Dinamarca, es mejor que en Dinamarca”, asume un presidente cercado por sus embustes. Las cifras son, un tema espinoso. AMLO cita el aumento de clínicas y doctores y la reducción de precios en el sistema público para los no asegurados. Sin embargo, datos de la Coneval, un centro de estudios estatal, reportan que la carencia de salud aumentó del 16 por ciento en 2018 al 39 por ciento en 2022. Hay quienes creen que las profundas reformas a la salud aún están por demostrar sus beneficios. Otros piensan que el daño es irremediable.
QUIZA EL logro más notable del, ahora, ex Presidente fueron los programas sociales o dádivas con las que compró millones de consciencias, lo que mantiene al País postrado en materia de carreteras, la mayoría destrozadas, falta de apoyo al sistema hidráulico, lo que sigue provocando inundaciones con pérdidas multimillonarias en Acapulco, ciudad de México y otras Entidades, escuelas y clínicas deterioradas y una ausencia en materia de seguridad. Y hay sido las prebendas que regala lo que le ha tejido un escenario de aceptación inusitado, ya que de acuerdo con la última encuesta realizada por el diario El Financiero, en tres de seis años del sexenio de AMLO (2019, 2020 y 2024), los mexicanos alcanzaron un nivel “Muy feliz”, es decir, la felicidad fue superior al 50 por cierto, tomando en cuenta que la primera vez que se midió este parámetro fue en 2019, un año después de que López Obrador tomara posesión, mientras que en 2021 y 2023 los habitantes de México registraron un nivel inferior de felicidad tras catalogar ese indicador como “Algo feliz” y reportar menos del 50 por ciento, siendo el año pasado el más bajo durante toda la administración de AMLO.
COMO FUERA, termina un sexenio fallido que encontró en los pobres una mina de oro para sus fines, pero, también, se convirtió en una fuga permanente de recursos que deberían ocuparse para el bien común. Llega Claudia Sheinbaum y se renuevan las esperanzas, aunque a juzgar por los comportamientos de los últimos años y meses, no se espera nada bueno, sino una mujer que gobernará a partir de los hilos rectores del ex Presidente tabasqueño. Ojalá nos equivoquemos, y la mujer demuestre de que está hecha por el bien de todos los mexicanos. Ojalá así sea. OPINA carjesus30@hotmail.com
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