NO HAY nada peor que el enfriamiento de un proyecto alentado por la derrota, y caer en el conformismo que no es otra cosa que la pérdida de individualidad, hecho que provoca un comportamiento uniforme con la mayoría, falta de compromiso con uno mismo y ausencia de iniciativa. De esa manera, el conformismo público y el convencimiento privado quedan alineados y producen la inactividad personal y la decepción de quienes creían en ti, y eso parece estar ocurriendo con Xóchitl Gálvez tras el fracaso electoral del pasado 2 de Junio por una mayoría abrumadora inducida por infinidad de causas, la principal, los programas sociales que quienes son beneficiarios no están dispuestos a perder. Y es que Xóchitl levantó muchas expectativas, incluso tras perder la elección, de tal suerte que, una inmensidad de seguidores llegaron a suponer que la oriunda del Estado de Hidalgo dejaría al PAN decepcionada del poco apoyo recibido por la dirigencia de ese instituto, y buscaría crear un nuevo partido con su Marea Rosa que constituyó toda una novedad para priistas que ya no quieren estar en el PRI, panistas que detestan al PAN o perredistas que aborrecen las viejas prácticas de ese instituto, y que decir de la sociedad civil que no desea permanecer en ningún partido, pero que si le interesa la participación social y política, y que mejor momento habría sido el que Gálvez Ruiz asumiera un compromiso con todos ellos, abanderando sus causas y proponiendo la creación de una organización sólida, alejada de corruptelas, cercana a la sociedad, sobre todo a la que menos tiene, y con la que Xóchitl se identifica plenamente, pero como que le entró la modorra, el conformismo, el abandono hacia quienes salieron a las calles y marcharon junto con ella, como ocurrió el pasado 19 de Mayo cuando alrededor de 100 mil personas participaron en la marcha "marea rosa" en apoyo a Xóchitl Gálvez, según cifras del Gobierno de la Ciudad de México, aunque la realidad es que rebasaron las 400 mil personas.
AQUELLA VEZ, Miles de personas, por su propia voluntad, se dieron cita en el Zócalo de Ciudad de México para gritar favor de la democracia, protestar contra el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador y apoyar a Xóchitl, todos bajo una sola bandera: la Marea Rosa que, al grito de, “antes que partido, tenemos patria, antes que partido, tenemos república, tenemos democracia, tenemos a México”, y fue en ese momento cuando muchos le pidieron, más bien le exigieron concebir a un nuevo partido alejado de intereses personales, pero la hidalguense se desinfló, le dio miedo o no quiso arriesgarse a ser la lideresa que necesita el País y prefirió la comodidad del Senado, terminar su gestión y dedicarse a sus negocios, lo que sería considerado por muchos como una irresponsabilidad, dado el entusiasmo que levantó en campaña, y que si no avanzó fue porque el Movimiento de Regeneración Nacional lo acaparó todo: programas sociales, amenazas de quitarlas a quienes no apoyaran a la 4T, control de electoral, publicidad casi a diario por parte del Presidente Andrés Manuel López Obrador a favor de su candidata y, para variar, la delincuencia organizada a la que promete abrazos y no balazos y, por lo tanto, no dudan en apoyar a ese instituto, conscientes de que con este en el poder, la impunidad alcanza a por lo menos el 95 por ciento de los casos que suceden en el País.
Y ES que, se quiera o no aceptar, Xóchitl alentó esperanzas cuando pronunció: “Vamos adelante, vamos sin miedo, hombres y mujeres libres, vamos por la victoria”, asumiendo: “Vamos a ganar para abrir la puerta de Palacio Nacional para todos los mexicanos”. Pero de pronto se apagó el ímpetu, la decisión, aun cuando queda claro que el resultado de las elecciones puso a las dos candidatas relevantes frente a la realidad de haber ganado en el caso de Claudia Sheinbaum, y de haber perdido, en el de Xóchitl Gálvez. Por lo que corresponde a la que obtuvo la presidencia, de inmediato entró a la dinámica del quehacer político y de organización de lo que será su gobierno. Así sucede siempre, es el periodo de transición de un gobierno a otro, pero la actitud de los que no alcanzaron el triunfo suele ser de un retiro discreto, después de cumplir con el ritual de reconocer el triunfo del adversario. Siempre ha sido así. En esta ocasión fue diferente. Xóchitl Gálvez es senadora, y para participar en la disputa por el poder, como candidata del PAN, PRI y PRD solicitó licencia, y acaso no debió regresar. Pero ella perdió, felicitó a su adversaria y de inmediato solicitó su regreso al Senado de la República con el proyecto de verter en una iniciativa de ley su experiencia durante la campaña, con la que busca dejar testimonio de que, reconocer el triunfo de Claudia Sheinbaum, no significa que el proceso electoral hubiera sido equitativo, debido a la intervención de la delincuencia organizada que violentó, con amenazas, atentados y asesinatos a candidatos en algunas entidades, y a la intromisión del presidente López Obrador en la campaña, desde las mañaneras, donde la denostó, pero nada de eso ha sucedido.
XOCHITL REGRESO al Senado y declaró que desde la cámara alta impugnaría los comicios, bajo el argumento de que la elección del 2 de junio se trató de una “elección de Estado” en la que la intervención del presidente López Obrador se hizo sentir en las urnas. Como fuera, la hidalguense reaccionó solo hasta el viernes pasado, tras dar a conocer que había presentado ante el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación un “juicio ciudadano” tras la asignación de curules en el Congreso. Según denuncia la opositora, presentó en el TEPJF un juicio ciudadano por la decisión del INE de otorgarle a Morena y sus aliados curules en el Congreso que no ganaron en las urnas. “No podemos permitir que un voto por el oficialismo valga más que un voto por la oposición”, dijo, luego de que un día antes publicó su “guía” para realizar una impugnación ciudadana a la asignación de curules en el Congreso. Bajo el nombre de “No Al Agandalle”, Gálvez creó un sitio con los pasos que afirma sería necesario seguir para presentar una impugnación ciudadana ante la junta distrital del Instituto Nacional Electoral en cada una de las entidades del país, luego de que el INE aprobó la mayoría calificada para Morena y aliados en la Cámara de Diputados, lo que les permitirá la aprobación de reformas constitucionales a modo. Y es que a juicio del Instituto Nacional Electoral, la coalición “Juntos haremos historia” obtiene 364 de las 500 curules en San Lázaro. Pero Xóchitl parece eclipsada, sin luz, apocada por el brillo que ha logrado MoReNa –haiga sido como haiga sido-, y en ese sentido, infinidad de priistas y panistas han decidido renunciar a esos institutos, sobre todo al tricolor que amenaza convertirse en otro satélite de la 4T bajo la conducción de Alejandro Moreno Cárdenas. Lo peor es que, en la medida que pase en tiempo, la esperanza apellidada Gálvez Ruiz se ira apagando. Así las cosas. OPINA carjesus30@homail.com
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