SE HA hecho costumbre que previo a la visita de un Presidente de Estados Unidos a México, el mandatario nacional en turno ofrezca como presente de buena voluntad al visitante la testa de un narcotraficante o líder de la delincuencia organizada, y asi se repetía desde Carlos Salinas de Gortari hasta Enrique Peña Nieto (en franca imitación de los gobernantes aborígenes a los conquistadores españoles a los que recibían con oro, plata, piedras preciosas, plumajes y telas), y cuando las cosas parecían cambiar dado el discurso alebrestado del titular del Ejecutivo Federal, Andrés Manuel López Obrador, la vecina nación del norte le dobla el orgullo y le obliga a entregar un tributo, cual Moctezuma a don Hernando Cortés, de tal suerte que la mañana de este jueves, previo a la visita del mandatario estadounidense, Joe Biden a México la próxima semana, Ovidio Guzmán López, el afamado hijo de Joaquín Archivaldo Guzmán Loera, El Chapo, preso de por vida en una celda de alta seguridad de la Unión Americana, fue capturado en la sindicatura de Jesús María, perteneciente a Sinaloa, tras un fuerte enfrentamiento en la zona que se prolongó hasta Culiacán con autos y autobuses incendiados, así como negocios y amenazas de atentar contra el aeropuerto, tal como ocurrió en Octubre de 2019, cuando el grupo criminal buscó que fuera liberado a través de ataques coordinados que finalmente lograron su objetivo, cuando el Presidente Andrés Manuel López Obrador ordenó su liberación dizque para preservar la vida y tranquilidad de los habitantes, algo que no gusto a los Estados Unidos y que marco a AMLO como colaboracionista de grupos criminales.
PERO ESTA vez a López Obrador no le quedó de otra que ordenar la detención de Ovidio Guzmán a sangre y fuego, sin importar, como argumentó en Octubre de 2019, la seguridad de la población, pues Biden viene a México y quiere resultados y no solo bromitas absurdas que lo hagan reír (como aquella de tan lejos de Dios y tan cerca de EU). Ya de pilón, la madrugada de este jueves en un enfrentamiento con policías en Ciudad Juárez, se informó que cayó abatido a balazos Ernesto Piñón De La Cruz, alias El Neto, quién se fugó del penal de aquel lugar el pasado domingo a sangre y fuego, acción en la que murieron 11 custodios. Los hechos ocurrieron al filo de una de la mañana en calles de la colonia Los Aztecas, donde agentes que realizaban rondines de vigilancia cuando interceptaron al convoy donde se desplazaba el líder criminal, generándose una intensa balacera. En el intercambio de disparos, trascendió que murió El Neto y otras personas más que se presume también eran de los internos del Cereso número 3 que se fugaron. El Neto iba a bordo de un auto BMW y el enfrentamiento se dio en las calles Toltecas y Tzetzales de la colonia Los Aztecas.
TRAS LAS acciones en Ciudad Juárez hubo reporte de quema de tiendas y robos de autos en un estacionamiento del supermercado S-mart de la colonia Gómez Morín, donde a un hombre lo despojaron de su auto y lo usaron para destruir la entrada del establecimiento, lo rociaron de gasolina y le prendieron fuego pero los guardias lo sofocaron. El domingo pasado un comando irrumpió y asesinó a 11 custodios, generando un motín en el que murieron siete presos y huyeron 30 internos, entre ellos Ernesto Alfredo Piñón sentenciado por 24 secuestros que le representó una condena de más de 200 años. Y aunque el Gobierno Federal ha buscado colgarse el santito, la Gobernadora del Estado de Chihuahua, María Eugenia Campos Galván, acremente criticada por AMLO tras los hechos, dio a conocer en sus redes sociales que los sucesos ocurrieron durante la madrugada, y que fue a través de su personal de inteligencia de la Fiscalía General del Estado que lograron ubicar al presunto líder criminal.
EN SU “Historia general de las cosas de la Nueva España”, traducida por el Instituto de Investigaciones Históricas, Coordinación de Humanidades y la Coordinación de Difusión Cultural, UNAM, Fran Bernardino de Sahagún dejó testimonio de algo que se repite en nuestros días, aun por parte de López Obrador que presumía que con él las cosas cambiarían. El misionero franciscano, autor de varias obras en náhuatl y en castellano consideradas entre los documentos más valiosos para la reconstrucción de la historia del México antiguo, relató (se respeta la originalidad del texto): “Estos cinco fueron mandados por Moctezuma ir a recibir á Quetzalcoatl (Hernán Cortéz), y fuéles dado el presente que habían de llevar; que fueron piezas de oro, y piedras y Joyas, y plumages muy ricas […] las cuales ellos envolvieron en mantas ricas, y las pusieron en petacas: y desque hubieron aderezado sus cargas, y todo su fardage, fueron a despedirse de Moctezuma [...] Desque fueron llegados los mensajeros de Montezuma a la orilla de la mar, entráronse en las canoas, y metieron todas sus cargas en ellas, y comenzaron a irse hacia a donde estaban los navíos de Don Hernando Cortés, enderezando la canoa que guiaba hacia la capitana donde estaba el estandarte: los que se hallaban en los navíos, todos estaban a la mira de lo que pasaba; y los de la capitana desque llegaron cabe ella, preguntáronles de donde venían, y quienes eran y que querían: Ellos respondieron que eran Mexicanos, y que venían de Méjico buscar a su señor y rey Quetzalcoatl, que sabían que estaba allí. Como los Españoles hubieron oido aquella respuesta, maravillaronse y no les respondieron nada, y comenzaron a hablar ellos mismos entre sí con palabras bajas, diciendo, qué quiere decir esto que dicen, que saben que esta aquí su rey y su dios, y que lo quieren ver? Esta respuesta oyó Don Hernando Cortés, con todos los demás, y comenzaron a conferir entre sí, sobre estas palabras: y después de mucho dar y tomar concertaron entre sí, que Don Hernando Cortés se ataviase con los mejores atavíos que tenía, y le aderezaron un trono, en al alcazar de popa donde se sentase representando persona de rey; y estando de esta manera entrasen a verlo y hablarle aquellos indios mejicanos que venían en busca de Quezalcoatl, hecho esto respondieron a los indios que fuesen muy bien venidos, que allí estaba el que ellos buscaban, y que le verían y hablarían.
ESA ESCENA, sin duda, marcó el carácter entreguista de los mexicanos a los poderosos, como ha ocurrido desde siempre y seguirá ocurriendo aun con aquellos que dicen detestar a los reyes y emperadores por ser socialistas, como en el caso de López Obrador que exigió a la monarquía española que pidiera perdón por las atrocidades de la conquista, aunque los mandamases actuales ya no son, precisamente, testas coronadas sino los mandatarios de las potencias más poderosas, y en ese tenor, al Presidente Joe Biden le entrega un sumiso López Obrador en charola de plata la cabeza de Ovidio Guzmán López, y lo más probable es que sea extraditado en los próximos a Estados Unidos días junto con Rafael Caro Quintero, pues no hay que olvidar que Ovidio no tenía proceso o carpeta de averiguación alguno en México, por lo que su detención es con fines de extradición. ¿No que no tronabas pistolita? OPINA carjesus30@hotmail.com
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