LA INASISTENCIA del Senador Ricardo Monreal al “desfile” cívico militar que encabezará el Presidente Andrés Manuel López Obrador el próximo 27 de este mes del Ángel de la Independencia al zócalo capitalino, tiene una razón que va más allá de la simple rebeldía. El zacatecano fue enterado por infiltrados que tiene al interior de la Cuarta Transformación, que sería víctima de escarnio en plena marcha, y en una de esas hasta de violencia física y verbal por oponerse al Presidente Andrés Manuel López Obrador que lo menospreció como aspirante a la Presidencia, lo que le mantiene con un pie fuera del Movimiento de Regeneración Nacional. Sabe Monreal que al exponerse ante una horda de fanáticos adoctrinados podría costarle mucho, y con prudencia prefiere atender una reunión interparlamentaria en Madrid, España que acudir a un evento innecesario, surgido de la rabieta que le hicieron pasar al tabasqueño al demostrarle que así como hay gente que lo quiere y sigue, hay otros que lo detestan, en este caso las clases medias a la que ha provocado severos daños por falta de inversión para impulsar la producción, por castigarlas al desaparecer antiguos beneficios como las guarderías, pero AMLO considera que hay una conexión entre felicidad y pobreza, y las consecuencias de poner en práctica políticas basadas en esa creencia ya han afectado a ese sector de población que en todas las naciones son las que mueven la economía.
DE ACUERDO con datos del Inegi, el porcentaje de hogares de clase media había venido creciendo sostenidamente y pasado de 42.4 por ciento en el 2010 a 46.7 por ciento en el 2018. Pero justamente en ese año comenzó la tendencia opuesta, de tal manera que en el 2020 ese porcentaje descendió al 42.2 por ciento. El lector perceptivo seguramente notará que ese porcentaje ya es menor que hace diez años, y la razón de ese sorprendente deterioro de las condiciones de ese sector de población se debe a la aplicación de políticas económicas que no buscan igualar hacia arriba, sino hacia abajo. Así, por ejemplo, en lugar de promover el emprendimiento individual, el desarrollo de las empresas y por consecuencia el trabajo bien remunerado, en la actual administración federal se ha decidido entregar dinero en efectivo de forma indiscriminada y sin una diferenciación social estratégica, pues el objetivo pareciera ser mantener en la pobreza a millones de mexicanos, inhibiendo su búsqueda de la prosperidad individual, dejándolos sin esperanza para mejorar.
PERO NO es todo. Dice el expresidente Nacional de la Confederación Patronal de la República Mexicana, Gustavo de Hoyos Walther que los constantes ataques al sector empresarial –en la práctica y en el discurso– han inhibido el crecimiento económico, perjudicando en última instancia a la clase media. El ejemplo más conspicuo fue la falta de apoyo por parte del gobierno a pequeñas y medianas empresas durante la pandemia. En ese tenor, alguna vez el escritor Jorge Luis Borges dejo en claro que la mejor sociedad es aquella compuesta por una gran clase media. El sabio argentino tenía un buen punto si consideramos que esta sección de la sociedad es la que más promueve el progreso económico, la convivencia pacífica, el desarrollo tecnológico y el pluralismo político.
PERO LA tentativa gubernamental de igualdad distorsionada, por la vía del empobrecimiento colectivo, contradice las promesas de la ilustración y de la economía moderna cuyo fin es la prosperidad de la humanidad y no su estancamiento. Y la prosperidad individual, cuando es disfrutada por amplios sectores de la población, se traduce en progreso. En ese sentido, no puede disociarse del deseo de "vivir mejor". Es en esta aspiración humana donde radica el talón de Aquiles del gobierno actual, pues tarde o temprano los mexicanos reconocerán que la felicidad no se encuentra en sufrir carencias. Y esa visión, a la vez impotente y mezquina, debe ser contrastada con la filosofía del México Ganador, que ofrece exactamente lo contrario. Lo que se pretende, en esta última visión, es igualar hacia arriba en lugar de hacia abajo. Es una visión en franca contraposición a lo que parecen creer los agoreros de la pobreza para todos, para quienes la economía es un juego de suma cero, donde sólo hay ganadores y perdedores.
POR ELLO la multitudinaria manifestación de quienes defienden al Instituto Nacional Electoral y al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación que, veladamente, también protestan contra un gobierno que induce a la pobreza, a vivir de la limosna oficial porque de esa manera tiene atados a quienes buscan justicia y progreso, ya que las rebeldías se castigan con el retiro de prebendas miserables que no alcanzan para nada, mientras la inflación sigue haciendo estragos en el precio de los alimentos, servicios y otros beneficios sociales que deberían ser accesibles para todos.
ALEXIS HENRI Charles de Clérel, vizconde de Tocqueville, conocido como Alexis de Tocqueville, visitó alguna vez Estados Unidos y descubrió que la fortaleza de esa nación –que constituía el futuro– se fundaba en las condiciones de prosperidad que imperaban en la clase media. No otra fue la idea del filósofo Aristóteles, quien famosamente propuso que "el justo medio" era la condición de la felicidad humana. Pero en una curiosa negación del apotegma aristotélico, el gobierno obradorista considera que hay una conexión entre la felicidad y la pobreza, y las consecuencias de poner en práctica políticas basadas en esta creencia ya han afectado a la clase media mexicana.
EL PENSADOR, jurista, político e historiador francés, precursor de la sociología clásica y uno de los más importantes ideólogos del liberalismo, fallecido en 1859, llegó a la conclusión que hoy defienden los expertos en economía; que en realidad lo que sucede normalmente es que cuando aumenta la riqueza de una nación, las condiciones económicas de la mayor parte de sus pobladores mejora. El debate sobre qué tanto puede hacer el Estado para mejorar la distribución del ingreso está pendiente. Pero no podemos soslayar que serán las clases medias –trabajadores calificados en la formalidad, profesionistas y técnicos, científicos, artistas, académicos e intelectuales– quienes están mejor preparados para brindar una solución a este dilema. En fin, AMLO necesita zombis que coman de su mano, a los que ordene y obedezcan e, incluso, reprima con la suspensión de programas sociales si no se someten, pero las clases medias que salieron de la pobreza no quieren volver a esta, y por ello luchan porque se acabe la pesadilla. OPINA carjesus30@hotmail.com
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